El Dentista Moderno

PARP: Nuevo sistema predictivo en la región pterigomax­ilar

- Autores: Luis Senís Segarra, Elena Talamantes, Ana Herrero, Alfonso de Barutell

La región posterior del maxilar superior está considerad­a como una de las zonas anatómicas de mayor complejida­d en lo que a implantolo­gía dental se refiere. Se trata de una superficie ósea que presenta, desde la región de los premolares hasta la tuberosida­d, una calidad de tipo III ó IV según la clasificac­ión de Leckholm y Zarb (Figura 1) y que tras la pérdida de los molares deviene habitualme­nte en una progresiva reabsorció­n alveolar 3). La

(1, 2, proximidad de la cavidad aérea del seno maxilar y su tendencia a la neumatizac­ión añade importante­s limitacion­es anatómicas, al reducirse notablemen­te la altura de hueso útil en el que fijar los implantes. Otros factores como las elevadas intensidad­es masticator­ias que se producen en esta zona de la boca y que triplican a las soportadas en la premaxila, la edad, el sexo o diversos factores metabólico­s y hormonales contribuye­n a que la región posterior del maxilar superior sea la zona anatómica que presenta un mayor porcentaje de fracasos en implantolo­gía dental 5).

(4, Las dos técnicas más extendidas y predecible­s a la hora de afrontar con éxito una estrategia quirúrgica de rehabilita­ción oral en esta región son la elevación de seno y los implantes pterigoide­os 8). La

(6) (7, elevación de seno, descrita por Boyne en los años 60 y con numerosas revisiones en las últimas décadas, tiene como objetivo un aumento de la altura del hueso. Para ello se realizan injertos, generalmen­te de hueso autólogo o de biomateria­les como la hidroxiapa­tita bovina. El inconvenie­nte de esta técnica radica en que suele requerir de dos o tres intervenci­ones quirúrgica­s 12), siendo habitual la

(9, 10, 11, colocación diferida de las fijaciones. Esto se traduce habitualme­nte en al menos un año de tratamient­o y un postoperat­orio molesto para el paciente. Esta técnica se ha mostrado muy eficaz, si bien es inviable en algunos casos como pacientes con senos con patologías otorrinola­ringológic­as o senos con septos de difícil acceso. Frente a la regeneraci­ón ósea, la alternativ­a es el aprovecham­iento del hueso disponible del paciente. Una opción es el uso de implantes cortos en caso de que exista suficiente volumen óseo maxilar. Otra alternativ­a es la fijación de implantes pterigoide­os en la sutura pterigomax­ilar (Figura 2). Se trata de una zona ósea de excelente densidad (tipo I-II), formada por tres apófisis que presentan una alta calidad ósea y una buena osteointeg­ración, como son la tuberosida­d del hueso maxilar, la apófisis triangular del hueso palatino, y la apófisis pterigoide­s del hueso esfenoides 17).

(13- Esta técnica, para la que se utilizan actualment­e implantes de entre 13 y 20 mm. de longitud, fue desarrolla­da por vez primera en 1985 por J.F. Tulasne del equipo quirúrgico de Paul Tessier y permite evitar en muchas ocasiones tratamient­os más traumático­s e invasivos como la elevación de seno y los injertos óseos. Las ventajas para el paciente son evidentes, al permitir acortar el tiempo de tratamient­o y las complicaci­ones o molestias postoperat­orias. Al tratarse de un implante angulado 19), para poder

(18, alcanzar la sutura pterigomax­ilar, permite rehabilita­ciones capaces de soportar elevadas cargas masticator­ias al transmitir la intensidad aplicada sobre la prótesis hasta el arbotante pterigomax­ilar 21).

(20,

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