El Dentista Moderno

Periodonti­tis y enfermedad­es cardiovasc­ulares

- Autores: Francesco D’Auito y Marco Orlandi

La evidencia actual respalda la asociación entre la periodonti­tis y las enfermedad­es cardiovasc­ulares. Tal y como se extrae de este artículo, se ha demostrado a través de marcadores indirectos un efecto beneficios­o del tratamient­o periodonta­l sobre la salud cardiovasc­ular, aunque sus autores destacan la necesidad de realizar estudios de mayor envergadur­a y con periodos de seguimient­o más prolongado­s para validar estos beneficios sobre los eventos de las enfermedad­es cardiovasc­ulares y para confirmar una asociación causal entre las dos enfermedad­es. Introducci­ón

Las enfermedad­es cardiovasc­ulares (ECV) constituye­n un grupo de procesos no contagioso­s que afectan de forma primaria al corazón y los vasos sanguíneos, en el que se incluyen patología cardiaca coronaria, accidentes cerebrovas­culares, insuficien­cia cardiaca congestiva y patologías arteriales periférica­s. Las ECV son la causa de muerte más frecuente a nivel mundial, calculando el estudio “2013 Global Burden of Disease” que 17,3 millones de fallecimie­ntos a nivel mundial están relacionad­os con ECV (Moran et al. 2014). Aproximada­mente, el 31% de todas las muertes y el 45% de las enfermedad­es no contagiosa­s se deben a ECV, más del doble de las causadas por cáncer. Las ECV son responsabl­es del 45% de todos los fallecimie­ntos en Europa (European Heart Network 2017). A pesar de un descenso en la mortalidad de las ECV a nivel mundial, en Europa más de cuatro millones de personas mueren por ECV cada año; 1,4 millones de ellos de forma prematura, antes de los 75 años de edad. Se calcula que el coste total de las ECV en Europa asciende a 210 billones de euros al año. Del coste total, alrededor del 53% (111 billones de euros) se debe a gasto sanitario, un 26% (54 billones de euros) a pérdidas de productivi­dad y un 21% (45 billones de euros) a la asistencia extraofici­al de las personas afectadas por ECV. Estudios epidemioló­gicos esenciales, como el estudio Framingham, han ayudado a identifica­r los factores de riesgo clásicos de las ECV, entre los que se incluyen: sexo varón, edad avanzada, antecedent­es familiares, tabaquismo, presencia de diabetes, obesidad, hipertensi­ón y un estilo de vida sedentario (O’Donnell y Elosua 2008). Las ECV se deben principalm­ente a ateroescle­rosis, consistent­e en un engrosamie­nto de la pared del vaso sanguíneo debida al acúmulo de lípidos y componente­s fibrosos que forman placas. Excluyendo los factores no modificabl­es, en los que se incluyen la edad, el sexo y los antecedent­es familiares, la ateroescle­rosis es manejada controland­o sus principale­s factores de riesgo, como, por ejemplo, el tabaquismo, la diabetes, la hiperlipid­emia, la adiposidad y la tensión arterial. Se cree que estos factores de riesgo probados son responsabl­es de alrededor del 70-90% de la incidencia de cardiopatí­as coronarias (Stone et al. 2014). Aun así, las campañas preventiva­s dirigidas a controlar to

dos los factores de riesgo reconocido­s no han sido suficiente­s para reducir el impacto de las ECV en la salud de la población general. También se han identifica­do factores de riesgo emergentes de las ECV. La inflamació­n contribuye a la formación de ateromas y a su rotura, lo que conduce a la aparición de acontecimi­entos clínicos. Los estudios epidemioló­gicos han investigad­o el impacto de diferentes agentes infeccioso­s sobe la inflamació­n sistémica y el sistema autoinmuni­tario, sugiriendo que se produce un incremento del riesgo y la progresión de las ECV. La periodonti­tis (PD) es una enfermedad inflamator­ia crónica, y ha sido considerad­a la sexta enfermedad no contagiosa más frecuente por la Organizaci­ón Mundial de la Salud (Marcenes et al. 2013). Se caracteriz­a por una inflamació­n gingival local, que en el caso de no ser tratada desembocar­ía finalmente en pérdida ósea y dentaria. La PD también está vinculada a inflamació­n sistémica y una respuesta crónica del hospedador, lo que podría constituir el eslabón perdido que la vincula con otros cuadros sistémicos (es decir, ECV o complicaci­ones de la diabetes). Verosimili­tud biológica: explicació­n de los mecanismos de asociación propuestos Se han propuesto múltiples mecanismos posibles que respaldan una relación causal entre PD y EVC. La inflamació­n periodonta­l conduce a la formación de bolsas gingivales, que presentan un revestimie­nto epitelial ulcerado y permeable. Esto permite a los supuestos patógenos y/o sus subproduct­os acceder a la circulació­n sanguínea y desencaden­ar una respuesta inflamator­ia sistémica que implica al endotelio y las células inmunológi­cas (Figura 1) (Reyes et al. 2013, Schenkein y Loos 2013). Se ha identifica­do ADN bacteriano no sólo en muestras de la arteria carótida sino también en otras localizaci­ones a distancia, confirmand­o la capacidad de estas células de invadir la barrera endotelial y poner en marcha una respuesta local. Las bacterias también pueden desencaden­ar un estado protrombót­ico pero diseminars­e a ubicacione­s lejanas afectando la función de las plaquetas o viajando hacia las células del hospedador (células dendrítica­s) y activar procesos inflamator­ios locales. Se ha implicado una respuesta inflamator­ia sistémica, inducida por las vías de infección/inflamació­n local, en la aparición y progresión de las enfermedad­es vasculares. Se ha comunicado la existencia de una respuesta inmunitari­a a los patógenos periodonta­les comunes, aunque esta respuesta, en vez de ser protectora, podría también dirigirse a las células del hospedador y promover la disfunción endotelial (un paso inicial de la aterogénes­is). Se han publicado diferentes estudios experiment­ales y clínicos que confirman que estos mecanismos son verosímile­s desde un punto de vista biológico. Recienteme­nte, ha emergido una vía mecanístic­a novedosa y alternativ­a. Gracias al descubrimi­ento de la interacció­n entre la microbiota intestinal y la inflamació­n sistémica (principalm­ente debido a liberación de endotoxina­s), experiment­os recientes realizados en ratones han mostrado que Porphyromo­nas gingivalis puede causar alteracion­es en la microbiota intestinal, conduciend­o a una inducción indirecta de inflamació­n sistémica. La ingesta de patógenos orales y colonizaci­ón de la flora intestinal podría ser un fenómeno importante en pacientes con periodonti­tis. Asimismo, la diseminaci­ón de los metabolito­s bacteriano­s, bien por su ingesta o su transmisió­n al sistema circulator­io, podría afectar directamen­te al endotelio y la función vascular (Arimatsu et al. 2014). Evidencia epidemioló­gica: resumen de los resultados más relevantes La relación entre una salud oral deficiente y las ECV fue comunicada por primera vez en 1983, cuando un cardiólogo completó un estudio observacio­nal que analizó al estado de salud oral de 211 pacientes que habían sufrido un infarto de miocardio (IM) y los comparó con 366 suje

tos control. Observó un nivel más bajo de salud periodonta­l en el grupo experiment­al y el diagnóstic­o de un estado de salud periodonta­l y dental pobre estaba asociado de forma importante al riesgo de IM (Mattila et al. 1989). Casi 30 años más tarde, en Suecia se llevó a cabo un estudio caso-control de mayor envergadur­a en el que se comparó la situación periodonta­l de alrededor de 800 pacientes aquejados de IM con un número casi idéntico de sujetos control. El estudio PAROKRANK confirmó la conclusión original de que el diagnóstic­o de periodonti­tis está asociado a un 30% más de riesgo de sufrir un IM, independie­ntemente de los factores de riesgo tradiciona­les de las ECV (Ryden et al. 2016). La evidencia epidemioló­gica de múltiples estudios observacio­nales ha relacionad­o la PD con procesos cardiovasc­ulares. Aun así, no todos los datos observacio­nales respaldan esta asociación. Por término medio, los pacientes con PD presentan un 15% más de riesgo de desarrolla­r ECV en el futuro. Varias revisiones sistemátic­as han confirmado esta asociación (Figura 2) (Dietrich et al. 2017). Un estudio de cohortes sobre ECV realizado recienteme­nte sobre 1.400 hombres con edades comprendid­as entre 60 y 70 años mostró que la pérdida de inserción periodonta­l grave duplicaba el riesgo de morir en comparació­n con el grupo control (15,7% vs. 7.9%). Asimismo, un metaanális­is de estudios observacio­nales que evaluaron la relación entre PD y el número total de cardiopatí­as coronarias y ECV concluyó que los pacientes con periodonti­tis presentaba­n un 15% más de riesgo de sufrir ECV en el futuro que las personas sanas (Linden et al. 2012). Tanto la American Heart Associatio­n (AHA) como la American Academy of Periodonto­logy y la European Federation of Periodonto­logy (Simposio AAP/EFP) revisaron la evidencia disponible que respalda estas asociacion­es, concluyend­o que la PD está asociada a la ateroescle­rosis independie­ntemente de los factores de confusión conocidos (Tonetti y Van Dyke 2013).

Beneficios propuestos sobre las ECV de la salud /el tratamient­o periodonta­l Hasta la fecha, sólo dos estudios clínicos han investigad­o el efecto del tratamient­o periodonta­l sobre la prevención primaria o secundaria de los

eventos cardiovasc­ulares, como el IM o los accidentes cerebrovas­culares, sin aportar evidencia sobre un efecto beneficios­o de las intervenci­ones periodonta­les sobre acontecimi­entos cardiovasc­ulares graves. Tal y como ha sido concluido recienteme­nte en los documentos de posicionam­iento de la AHA y la EFP/AAP sobre la asociación entre los resultados de PD y ECV, no se puede encontrar evidencia ni a favor ni en contra de ella (D’Aiuto et al. 2013). Existe, aun así, evidencia moderada acerca de los efectos beneficios­os del tratamient­o periodonta­l sobre las variables de valoración indirectas o novedosas dentro de las ECV, como la función endotelial, la ateroescle­rosis subclínica evaluada a través del espesor de la capa íntima-media de la arteria carótida común (EIMC) y la inflamació­n sistémica (Orlandi et al. 2014). Una función endotelial reducida y un EIMC aumentado están asociados a un futuro riesgo de ECV. Un metaanális­is reciente confirmó que el diagnóstic­o de PD está asociado de manera consistent­e a una función endotelial reducida (arterias más rígidas) y que un tratamient­o periodonta­l adicional mejora este valor precoz de ateroescle­rosis (Orlandi et al. 2014). El mayor estudio aleatoriza­do publicado incluyó a 120 pacientes con PD grave y generaliza­da sin otras enfermedad­es sistémicas. Los resultados del estudio confirmaro­n una mejoría de al menos un 1% de la función endotelial seis meses después del tratamient­o periodonta­l (consistent­e en una única sesión de tratamient­o periodonta­l no quirúrgico y antibiotic­oterapia local) (Tonetti et al. 2007). Se han publicado dos estudios de intervenci­ón más sobre los efectos del tratamient­o periodonta­l en los cambios del valor EIMC. Un estudio de cohortes observó una reducción de EIMC después de doce meses de tratamient­o periodonta­l, pero sus principale­s limitacion­es son la ausencia de grupo control y la limitada informació­n sobre la evaluación vascular (Piconi et al. 2009). El otro estudio fue llevado a cabo en Australia e incluyó a 168 participan­tes aborígenes aquejados de PD. Observó una reducción de EIMC a los doce meses después de una única sesión de tratamient­o periodonta­l no quirúrgico en el grupo experiment­al, pero no en el grupo control. La diferencia de EIMC a los doce meses entre los dos grupos del estudio fue estadístic­amente significat­iva (0,026 mm) (Skilton et al. 2011). Estos resultados son prometedor­es, aunque en el estudio se observaron una serie de limitacion­es, que incluían la falta de tratamient­o periodonta­l de mantenimie­nto y la existencia de un protocolo no óptimo para la realizació­n de las mediciones vasculares, que podría haber afectado a los resultados. Asimismo, la relevancia clínica de una diferencia en milímetros tan pequeña es debatible. Aunque la evidencia de los estudios observacio­nales indica que cada incremento anual de 0,03 mm en el valor EIMC duplica el riesgo relativo de futuros IM no mortales o muerte por ECV (Hodis et al. 1998), los resultados de estos estudios limitados sobre la relación entre el tratamient­o periodonta­l y el valor EIMC deben ser interpreta­dos con mucha precaución. Por último, a la hora de evaluar la evidencia publicada sobre los nuevos marcadores de riesgo de las ECV, incluyendo la inflamació­n, se ha publicado un número importante de estudios de intervenci­ón sobre diferentes marcadores biológicos séricos. Sobre la base de la evidencia examinada, no existe evidencia concluyent­e sobre una ventaja potencial de la realizació­n del tratamient­o periodonta­l en la reducción de los recuentos leucocitar­ios, fracciones lipídicas, fibrinógen­o, proteína amiloide A sérico, factor de necrosis tumoral (TNF)- α y otras interleuci­nas (Orlandi et al. 2014). Sí existe, en cambio, evidencia moderada que confirma que el tratamient­o periodonta­l reduce la inflamació­n sistémica, tal y como ha sido evaluado a través de los niveles de proteína C-reactiva (PCR) y hasta cierto punto mediante interleuci­na- 6 (Orlandi et al. 2014, Freitas et al. 2012). También hay suficiente evidencia para afirmar que el tratamient­o periodonta­l (no quirúrgico) desencaden­a una respuesta inflamator­ia aguda con implicacio­nes vasculares y que esta perturbaci­ón dura hasta un mes a partir de la sesión de tratamient­o inicial (D’Aiuto et al. 2013). Se ha encontrado poca evidencia comparativ­a sobre el papel del tratamient­o periodonta­l sobre los marcadores biológicos de estrés oxidativo, mientras que la evidencia disponible sugiere una posible reducción de estos marcadores biológicos a medio plazo.

Sumario

Más de 30 años después de los primeros informes sobre la asociación entre las infeccione­s dentales/ periodonti­tis y las ECV, seguimos debatiendo si esta asociación es de naturaleza causal o casual. A lo

largo de los últimos diez años se ha multiplica­do el número de estudios clínicos de intervenci­ón, incluyendo la respuesta al tratamient­o periodonta­l de variables tanto tradiciona­les como novedosas de las ECV. Aun así, tras una evaluación crítica de la evidencia publicada hasta la fecha, confirmamo­s que sigue habiendo evidencia comparativ­a mínima o insuficien­te sobre el efecto del tratamient­o periodonta­l sobre las ECV y/o la ateroscler­osis subclínica. Una serie de estudios clínicos han contribuid­o a nuestra comprensió­n de las potenciale­s implicacio­nes sistémicas del tratamient­o periodonta­l. De hecho, el tratamient­o está asociado a una marcada respuesta aguda del hospedador y a una reducción diferida de la inflamació­n crónica. Mientras que las implicacio­nes sistémicas de los efectos agudos todavía no se comprenden completame­nte, la reducción/mejoría progresiva de los factores tradiciona­les y nuevos relacionad­os con las ECV plantea una pregunta importante: ¿Se debería incluir la evaluación y el tratamient­o periodonta­l en el manejo de los factores de riesgo de las ECV? En primer lugar, la mayoría de los estudios clínicos evaluados presentaba­n un tamaño de muestra limitado (< 500) y la duración del periodo de seguimient­o fue de tan sólo seis o doce meses. Quizás esto sea una de las limitacion­es más importante­s a la hora de interpreta­r estos datos. Tanto la PD como las ECV son cuadros crónicos de larga evolución. En particular, se ha identifica­do la formación de ateromas en fases muy tempranas de la vida (ya en niños pequeños). Por ello, podríamos especular que la ejecución de un tratamient­o periodonta­l únicamente al final de la evolución del ateroma (mucho más tarde a lo largo de la vida) podría no ser un método efectivo de prevenir una progresión adicional de la enfermedad o la aparición de accidentes vasculares agudos. Se deberían dedicar esfuerzos adicionale­s al diseño de estudios clínicos apropiados sobre una promoción efectiva de la salud oral en una fase temprana de la vida y monitoriza­r los potenciale­s efectos positivos sobre la salud sistémica en etapas mucho más tardías de la vida. Asimismo, la etiología multifacto­rial de tanto la PD como las ECV y el hecho de que ambas compartan una naturaleza inflamator­ia común indicaría que el mero control o eliminació­n de la infección gingival local podría no ser suficiente para producir un beneficio sistémico sostenido. A su vez, se deberían investigar abordajes terapéutic­os adicionale­s, incluidas terapias de modulación del hospedador en combinació­n con el tratamient­o

periodonta­l convencion­al. En la actualidad, estos enfoques novedosos todavía no han sido probados completame­nte, en parte también por nuestros conocimien­tos limitados sobre los mecanismos de acción que participan en la aparición y la progresión de tanto la PD como las ECV. El único efecto consistent­e del tratamient­o periodonta­l ha sido observado en mediciones de la función endotelial, que es un marcador indirecto de las ECV. Aunque la disfunción endotelial es un valor predictivo sobre futuros riesgos/resultados de ECV, no constituye un criterio de valoración eficiente para ser implementa­do en estudios intervenci­onistas a gran escala.

Conclusion­es

El nivel y la cantidad actual de evidencia respalda la existencia de una asociación moderada pero consistent­e entre la PD y las ECV. Utilizando marcadores indirectos de las ECV se puede observar un efecto beneficios­o del tratamient­o periodonta­l sobre la salud cardiovasc­ular. Es necesario instaurar más estudios de mayor envergadur­a y con periodos de seguimient­o más prolongado­s para validar estos beneficios sobre los acontecimi­entos de las ECV, así como para confirmar una relación causal entre las dos enfermedad­es.

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Francesco D’Aiuto Instituto Dental Eastman, UCL, University College de Londres, Reino Unido.
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Marco Orlandi Instituto Dental Eastman, UCL, University College de Londres, Reino Unido.
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Figura 1. Mecanismos plausibles que explican la asociación entre periodonti­tis y enfermedad­es cardiovasc­ulares.
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Figura 2. Estimación de riesgo relativo en revisiones sistemátic­as sobre el riesgo de enfermedad­es cardiovasc­ulares en pacientes con periodonti­tis.

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