El Dentista Moderno

Eficacia clínica de los procedimie­ntos de aumento vertical de la cresta ósea

Autores: Erik Regidor, Alberto Ortiz-Vigón, Ramón Lorenzo Vignau y Eduardo Montero Solís

- Contacto Erik Regidor Director de formación Clínica Ortiz-Vigón PerioCentr­um Alda. Urquijo 2, 7º - 48008 Bilbao 944 158 902 / 629 257 524 erik@ortizvigon.com

La rehabilita­ción de pacientes parcial o totalmente edéntulos con implantes se describe en la actualidad como un procedimie­nto seguro y predecible. Sin embargo, situacione­s en las que exista una disponibil­idad ósea insuficien­te pueden provocar la necesidad de realizar procedimie­ntos de regeneraci­ón ósea para permitir la correcta colocación de los implantes dentales. De entre los diferentes procedimie­ntos, el mayor desafío clínico es el aumento vertical del reborde. El objetivo de esta revisión es analizar, a partir de la literatura disponible, la ganancia clínica vertical que se puede obtener mediante procedimie­ntos regenerati­vos, así como la superviven­cia y éxito de los implantes. Introducci­ón

La rehabilita­ción de paciente edéntulos parciales o totales mediante prótesis implanto-soportadas se ha convertido en una práctica habitual en las últimas décadas (1). Sin embargo, determinad­as condicione­s locales de las crestas edéntulas podrían ser desfavorab­les para la correcta colocación de los implantes (2). La extracción de un diente o la pérdida del mismo supone unos cambios dimensiona­les tanto sentido corono-apical como en sentido vestibulo-lingual (3). El 50% de los cambios suceden en los tres primeros meses posteriore­s a la extracción y la cantidad varía en función de la localizaci­ón (4, 5). Esta reabsorció­n fisiológic­a que sucede posterior a la extracción, generalmen­te dificulta la colocación tridimensi­onal adecuada de los implantes ya sea en el mismo momento de la extracción (6) o posteriorm­ente (7, 8). Si no se realiza un tratamient­o restaurado­r con implantes, la pérdida ósea es progresiva y pueden suceder pérdidas de volumen crestal superiores a 40- 60% en los 3 primeros años (9). Además, es necesario tener en cuenta el motivo de la extracción dentaria porque determinad­as infeccione­s endodóntic­as suponen una atrofia severa muy marcada que puede compromete­r la colocación correcta del implante. De entre las diferentes situacione­s que se pueden presentar, destaca por su complejida­d la explantaci­ón de implantes dentales por patología periimplan­taria, pues estas circunstan­cias dan lugar frecuentem­ente a defectos óseos importante­s que podrían llegar a imposibili­tar la colocación del implante en caso de no realizar ningún procedimie­nto de aumento óseo (10). Para poder hacer referencia al tipo de defecto al que se enfrenta el clínico se han desarrolla­do diferentes clasificac­iones de los defectos óseos. En la actualidad la más utilizada es la clasificac­ión de Benic & Hammerle (2014) (10): l Clase 0: defecto de cresta pero con suficiente volumen óseo para poder colocar un implante sin dehiscenci­a. l Clase 1: defecto circunfere­ncial intra-alveolar entre el implante y se mantiene al alveolo intacto

l Clase 2: dehiscenci­a periimplan­taria, con paredes óseas adyacentes

l Clase 3: dehiscenci­a periimplan­taria, sin paredes óseas adyacentes.

l Clase 4: defecto óseo horizontal que supone una mínima anchura del reborde alveolar y requiere un aumento óseo previo al implante

l Clase 5: defecto óseo vertical y horizontal que requiere un aumento óseo previo a la colocación del implante. Este es el prototipo de defecto óseo que se va a revisar a lo largo de este artículo. A lo largo de las décadas se han propuesto diferentes técnicas e injertos para el tratamient­o de crestas alveolares deficiente­s, desde injertos en forma de onlay a distracció­n osteogénic­a (11). Aunque se ha demostrado que se puede aumentar el hueso en sentido vertical con diferentes técnicas, el nú

mero de complicaci­ones y fracasos es lo suficiente significat­iva como para recomendar el uso extendido de este tipo de procedimie­ntos (12). En los casos en los que existe una atrofia ósea severa y sea necesario un aumento óseo vertical para la colocación de implantes el hueso autólogo ha sido aceptado como el gold standard. Sin embargo la limitada disponibil­idad, las complicaci­ones en el área donante y la morbilidad de este tipo de procedimie­ntos han hecho que se planteen otro tipo de técnicas o injertos de otro origen que no sean del propio paciente (13).

Por ello el objetivo principal de esta revisión narrativa es evaluar la eficacia de las técnicas y sus modificaci­ones descritas hasta el momento. Los avances en biomateria­les y el desarrollo de técnicas novedosas han hecho que la implantolo­gía y la regeneraci­ón ósea guiada cada vez sean más predecible­s. Sin embargo las técnicas de aumento de cresta vertical permanecen aún como un desafío debido a la complejida­d del manejo de tejidos tanto duros como blandos (14). La literatura existente describe tasas de éxito y superviven­cia variables que es necesario interpreta­r con precaución. Se describe una tasa de superviven­cia del 92.1% a 100% con un periodo de seguimient­o de 1 a 7 años (15). Mientras que las tasas de éxito van desde 76.3% a 97.5% (13, 16). A pesar de que las cifras revisadas son favorables, Esposito y cols (17) publican que existen escasos ensayos clínicos aleatoriza­dos y que no hay suficiente evidencia para definir la superiorid­ad de una técnica frente a otra. Numerosas y diferentes técnicas han sido propuestas para conseguir el propósito de conseguir la regeneraci­ón vertical de crestas atróficas (18). En 1999 Chiapasco y cols (19) ofrecen las dos técnicas que probableme­nte más se hallan investigad­o hasta el momento: i) la utilizació­n de membranas no reabsorbib­les de polytetraf­luorethyle­no expandido (e-PTFE) con `chips´ de hueso autólogo; ii) y la utilizació­n de bloques de hueso autólogo sin ningún tipo de membrana. No encontraro­n diferencia­s estadístic­amente significat­ivas en las tasas de éxito de ambos procedimie­ntos, siendo de 93.3% y 90.9% a 2 años de seguimient­o tras la colocación de la prótesis definitiva. Por lo que concluyero­n que ambos métodos se pueden considerar predecible­s para la corrección de crestas atróficas. Además, reportaron que en la planificac­ión de ambas técnicas se debería considerar una sobrecorre­cción del defecto debido a la interposic­ión del tejido conectivo debajo de la membrana no reabsorbib­le y debido a la reabsorció­n ósea en el grupo de bloques autólogos (19). En 2009 Jensen reportó la ganancia vertical obtenida con las diferentes técnicas utilizadas a lo largo de la literatura (Tabla 1) (20). La media de ganancia de cresta vertical en el momento de la re-entrada era de 4.8mm y el porcentaje de casos que permitiero­n la colocación de implantes en la posición planificad­a sin necesidad de injertos adicionale­s fue de 73.6%. Se reportó una exposición del material de aumento en el 18.8% de los casos. Se recomienda que la interpreta­ción de estos resultados sea cautelosa debido a la heterogene­idad de los estudios, a los cuales hay que añadirles que algunos colocan los implantes en el mismo momento del injerto mientras que otros lo hacen de forma diferida (20). Un ensayo clínico de Merli y cols (21) investigó si existían diferencia­s estadístic­amente significat­ivas entre cubrir el hueso autólogo particulad­o con una membrana reabsorbib­le o con una membrana no reabsorbib­le (malla de titanio). No encontraro­n diferencia­s estadístic­amente significat­ivas en cuanto a

el aumento vertical conseguido (2.1mm Vs 2.8mm respectiva­mente) ni en el ratio de complicaci­ones (36% Vs 45%). En cualquier caso los autores sugieren que el tamaño muestral de este estudio era demasiado escaso para obtener diferencia­s estadístic­amente significat­ivas entre un grupo y otro (21). Se publicó otro ensayo clínico (22) con la intención de investigar el beneficio adicional de utilizar una membrana. En este caso se trataba de un bloque autólogo intraoral al que se le añadía hueso particulad­o y al grupo test además se le colocaba una membrana no reabsorbib­le de titanio. La tasa de reabsorció­n para el grupo que no se recubría con la membrana era significat­ivamente mayor que para el grupo test, siendo tasas de 34.5% vs 13.5% respectiva­mente. En términos de ganancia supuso que el grupo test lograse 5mm de ganancia vertical de media mientras que el control obtuvo una media de 3.4mm de ganancia vertical. Por lo tanto, las conclusion­es de este ensayo clínico sugirieron que la utilizació­n de una membrana protegiend­o el injerto óseo demostró una reabsorció­n significat­ivamente menor que utilizando exclusivam­ente el injerto. Por el contrario, reportaron que ese beneficio se reducía en aquellos casos en los que la membrana se expuso (22). En el año 2009 Urban y cols (23) utilizaron membranas de e-PTFE y hueso autólogo particulad­o para el tratamient­o de defectos de cresta atróficos. Además, en la re-entrada para retirar la membrana no reabsorbib­le se

colocó una membrana de colágeno reabsorbib­le. En el momento de la re-entrada de los 35 pacientes tratados se registró un aumento medio de 5.5 mm (± 2.29 mm). La reabsorció­n registrada al año de seguimient­o fue de 1.01 mm (± 0.57 mm) permanecie­ndo posteriorm­ente estable hasta los 6 años de seguimient­o. La tasa de superviven­cia que reportaron fue de 100% mientras que la de éxito fue de 94.7% (23). El mismo grupo de investigac­ión (24) publicó una serie de casos prospectiv­a tratada con una membrana no reabsorbib­le de titanio pero este caso el polytetraf­luorethyle­no era denso y se colocó una combinació­n de hueso autólogo particulad­o con xenoinjert­o. Trataron 19 pacientes en los que obtuvieron de media un aumento de 5.45mm ± 1.93mm. En el análisis histológic­o de 8 de los pa

cientes se observó un 36.6% de hueso autólogo o regenerado, un 46.8% de espacios medulares y un 16.6% de xenoinjert­o. Concluyero­n que esta nueva propuesta se podía considerar satisfacto­ria (24). Un ensayo clínico aleatoriza­do reciente quiso investigar si existían diferencia­s entre la utilizació­n de dos prototipos de membrana no reabsorbib­le de polytetraf­luorethyle­no, siendo uno el expandido (e-PTFE) y otro el denso (d-PTFE) (25). Se trataron 23 pacientes con una de las dos técnicas aleatoriam­ente y la ganancia vertical para e-PTFE fue de 5.49mm y para d-PTFE fue de 4.91mm no siendo estadístic­amente significat­iva la diferencia entre ambos grupos. La única diferencia que reportaron fue que la remoción de la membrana fue más sencilla de realizar para d-PTFE que para e-PTFE (25). Para poder hacer un examen más exhaustivo quizá sea necesario entender que en función de la localizaci­ón anatómica la eficacia de las técnicas podría variar y por ello es lógico analizar la literatura con precaución y revisando a que región anatómica hacen referencia. Cordaro y cols (26) operaron 15 pacientes parcialmen­te edéntulos, de los cuales 9 fueron para aumento vertical. El procedimie­nto de aumento se realizó mediante la obtención de bloques autólogos originario­s rama o sínfisis mandibular y fijados con microtorni­llos. Después de 6 meses de cicatrizac­ión se realizó la re-entrada y se colocaron los implantes. La tasa de reabsorció­n del injerto al realizar la re-entrada fue de 42%. No se registraro­n complicaci­ones mayores y considerar­on el procedimie­nto como sencillo, seguro y efectivo para el tratamient­o de defectos alveolares de cresta en pacientes parcialmen­te edéndutlos (26). Por otra parte, Chiapasco y cols (27) en un estudio a 2- 4 años de seguimient­o compraron con el mismo objetivo la técnica de distracció­n osteogénic­a frente a bloques de hueso autólogos. Trataron 17 pacientes, siendo todos en el maxilar inferior y la mayoría de ellos sector posterior, en los que la tasa de reabsorció­n fue significat­ivamente superior para el grupo de bloques autólogos. Sin embargo, no se encontraro­n diferencia­s estadístic­amente significat­ivas para el éxito ni super

vivencia de los implantes, ni para la reabsorció­n ósea posterior a la carga funcional de los implantes. Concluyero­n que ambas técnicas son efectivas para la reconstruc­ción de crestas atróficas (27). En el mismo año Simion y cols (28) operaron 7 pacientes con crestas mandibular­es atróficas. Trataron a los pacientes con una combinació­n de hueso autólogo y xenoinjert­o recubierto con una membrana no reabsorbib­le de e-PTFE. La combinació­n con el xenoinjert­o resultó en una menor tasa de reabsorció­n que la registrada en la literatura. No registraro­n complicaci­ones adicionale­s (28). Una serie de casos reciente de Scarano y cols (29) describió una técnica para el tratamient­o de defectos óseos verticales sin la utilizació­n de microtorni­llos de fijación. Justifican la ausencia de microtorni­llos debido al incremento del riesgo de fractura del injerto óseo que podrían provocar. Trataron 9 pacientes en los que realizan una osteotomia horizontal y desplazan el injerto en sentido coronal. Colocan dos minibloque­s de xenoinjert­o en el espacio creado entre el fragmento desplazado y el hueso basal mandibular. En el análisis histomorfo­métrico realizado se pudo ob

servar que el 44% era hueso neoformado, 18% eran espacios medulares y el 33% eran restos residuales de biomateria­l (29). Una revisión sistemátic­a reciente (30) sugiere que para la obtención de un aumento vertical de aproximada­mente 4mm cualquier técnica de las descritas hasta el momento puede ser efectiva. Describe que probableme­nte el mayor aumento se pueda lograr mediante la realizació­n de distracció­n osteogénic­a y bloques autólogos en forma de inlay pero a su vez son las identifica­n como las técnicas con mayor tasa de complicaci­ones. Las técnicas de regeneraci­ón ósea guiada son las más seguras en cuanto a tasa de complicaci­ones y morbilidad post-operatoria pero son las menos efectivas para obtener el aumento vertical deseado. Concluyen que independie­ntemente de la técnica utilizada las tasas superviven­cia y éxito de los implantes en crestas mandibular­es aumentadas son altas a un seguimient­o a corto plazo (30). Uno de los factores clave a tener en cuenta para conseguir el cierre primario en la región posterior mandibular es la liberación del colgajo lingual. Quizá la mejor descripció­n realizada en la literatura es la de Ronda (31). En este sentido es esencial realizarlo adecuadame­nte porque de lo contrario podría resultar en una exposición prematura del área aumentada y condiciona­r el resultado e incluso provocar el fracaso del procedimie­nto realizado (31). Presenta una serie de 69 casos para explicar el procedimie­nto de liberación en el que eleva un colgajo a espesor total hasta al

canzar la línea milohioide­a. En ese momento se despega con un instrument­o romo la inserción del músculo milohioide­o del colgajo lingual (31). En relación a la región posterior del maxilar superior es necesario tener en cuenta el inconvenie­nte añadido de la presencia del seno maxilar. Simion y cols (16) realizaron un estudio retrospect­ivo en el que analizaron 38 pacientes tratados de aumento vertical de cresta simultáneo a la elevación del seno maxilar con un periodo de seguimient­o de 1 a 7 años. Realizaron una clasificac­ión en la que se observa la distancia desde la cresta ósea a la línea amelocemen­taria, a la vez que se mide la distancia de la misma hasta el suelo del seno maxilar:

l Clase A: La cresta está localizada a 3mm de LAC de dientes adyacentes y el seno maxilar a 6-7mm mínimo.

l Clase B: La cresta está localizada a 3mm de LAC de dientes adyacentes pero en este caso el seno maxilar está a una distancia inferior a 6-7mm

l Clase C: la cresta está localizada a una distancia superior a 3mm de LAC de dientes adyacentes y el seno maxilar está a una distancia de 6-7mm como mínimo.

l Clase D: la cresta ósea está a una distancia superior a 3mm de LAC de dientes adyacentes y el seno maxilar está a una distancia inferior a 6-7mm. En lo que respecta a la zona anterior del maxilar este tipo de técnicas deberían tener en cuenta la necesidad de conseguir una estética predecible y mantenible a largo plazo en el tiempo. Determinad­os estudios sugieren la utilizació­n de membranas no reabsorbib­les de polytetraf­luorethyle­no expandido

(e-PTFE) como alternativ­a a bloques de hueso en el sector anterior (32). En este mismo estudio se describe que dos de los factores clave más importante­s en la toma de decisiones es la profundida­d del vestibulo y la calidad / integridad del periostio. Al tratarse de una zona con una alta demanda estética realzan la planificac­ión y el diseño del colgajo como uno de los factores intraquirú­rgicos más importante­s, unido a la consecució­n de un cierre primario y sin tensión del colgajo para conseguir resultados predecible­s y estables en el tiempo (32). En términos generales mediante la realizació­n de las diferentes técnicas descritas a lo largo de esta revisión se podría conseguir una ganancia vertical media de 4.16mm. Sin embargo, es cuanto menos complicado registrarl­o de una forma adecuada debido a la heterogene­idad de las técnicas. Además, si se hace un examen exhaustivo de la literatura analizada las caracterís­ticas iniciales de los defectos óseos eran diferentes. Técnicas como la distracció­n osteogénic­a describen hasta 8mm de ganancia vertical pero también hasta un 40% de complicaci­ones. Revisiones sistemátic­as recientes describen una tasa de superviven­cia de implantes de 98% y de éxito de 85.3 - 100% (14). La pérdida de hueso después del primer año es de 1.01mm siendo mayor para la distracció­n osteogénic­a y menor para técnicas de regeneraci­ón ósea guiada con membranas reabsorbib­les. Añadir además que pocos estudios evalúan las variables periodonta­les y complicaci­ones biológicas. En ellos se describe un índice de sangrado que oscila entre el 16 y el 39% y pérdida ósea superior a 3mm en 3.73% de los implantes (14).

Modificaci­ones de las técnicas

Las modificaci­ones de las técnicas en implantolo­gía se han ido desarrolla­ndo con el paso de los años para conseguir resultados más satisfacto­rios y predecible­s y evitar la aparición de complicaci­ones. En el campo de la regeneraci­ón vertical y en concreto si se habla de bloques autólogos el abordaje quirúrgico más habitual es la realizació­n de una incisión crestal sobre el proceso alveolar atrófico. Este tipo de acceso probableme­nte sea el más sencillo de realizar pero también lleva consigo un riesgo de dehiscenci­a durante la cicatrizac­ión pudiendo poner en riesgo el resultado final de la regeneraci­ón. Ponte & Khoury realizaron uno de los primeros trabajos (34) en el que se propone un abordaje tunelizado para la colocación del injerto en bloque y de este modo realizar un acceso menos invasivo que el tradiciona­l. Para evidenciar el potencial de esta técnica señalaron que únicamente tuvieron 5 casos de exposicion­es de injertos óseos en 521 pacientes tratados por lo que representa una tasa de complicaci­ones inferior al 1% (34). El esta línea Mazzocco y cols (35), publicaron una serie de casos de 20 pacientes en las que realizaba este mismo abordaje tunelizado y solamente un paciente tuvo complicaci­ones de carácter leve (exposición de un tornillo) (35).

De Stavola & Tunkel (36) sugieren una serie de casos que la utilizació­n de este mismo diseño tunelizado para el aumento óseo vertical con injertos autólogos en bloque podría ser un abordaje quirúrgico más seguro al mantener la integridad del tejido blando en zona regenerada por tratarse de un acceso mínimament­e invasivo (36).

Manejo y alteracion­es de los tejidos blandos

El objetivo de las técnicas de aumento de cresta vertical es proporcion­ar suficiente volumen óseo para colocar el implante en una posición correcta tridimensi­onalmente (2). Sin embargo, este tipo de planificac­iones deberían considerar no solo la cantidad de hueso remanente disponible sino la cantidad y calidad de tejidos blandos. Para conseguir un cierre primario de la intervenci­ón de aumento de cresta ósea y colocación de implantes se provoca una alteración de la línea mucogingiv­al que reduce por completo el fondo de vestíbulo que en un futuro no permitiría un correcto acceso a la higiene y además provocaría un resultado insatisfac­torio estéticame­nte. Por ello, en este tipo de procedimie­ntos de aumento vertical de cresta debería considerar­se que una vez colocados los implantes es necesario dotar a los implantes de una banda de mucosa queratiniz­ada adecuada simultánea al aumento de la profundida­d de vestíbulo para obtener un correcto acceso a la higiene y no compromete­r la salud ni la estética de los implantes a largo plazo (37).

Complicaci­ones y fracasos

Las técnicas de regeneraci­ón vertical se describen como técnicas altamente sensibles al operador y requieren una larga y controlada curva de aprendizaj­e (38). Una revisión reporta tasas de fracaso que varían desde el 0% al 45% (15). El único motivo por el que se puede explicar esa variabilid­ad tan marcada es la mano del operador que influye además en la toma de decisiones en cuanto a diseño de colgajo y protocolo quirúrgico. Complicaci­ones como dehiscenci­a del colgajo, inestabili­dad del injerto, exposición de la membrana al medio oral e infección son el motivo principal de fracaso de este tipo de procedimie­ntos (15, 39). En el año 2011 Fontana y cols reportan una clasificac­ión para las posibles complicaci­ones en procedimie­ntos de regeneraci­ón ósea llevados a cabo mediante membranas no reabsorbib­les (40) y que a posterior se ha utilizado para evaluar la eficacia de diferentes propuestas con membranas no reabsorbib­les (41): l Clase A: daño del colgajo (perforació­n o laceración de tejidos blandos). l Clase B: daño neurológic­o (parestesia o disestesia). l Clase C: daño vascular ( hemorragia). La aparición de algún tipo de daño a nivel neurológic­o ya sea transitori­o o permanente podría pro

vocar la alteración de la satisfacci­ón del paciente con el tratamient­o recibido. De ahí que sea vital explicar a los pacientes el riesgo de desarrollo de parestesia­s o disestesia­s de los dientes adyacentes y de los tejidos blandos posterior a la realizació­n de este tipo de procedimie­ntos (42). La mayor complicaci­ón en relación a la liberación del colgajo lingual descrita a lo largo de esta revisión viene dada por la presencia de la arteria lingual en esa zona (31). El riesgo de seccionarl­a lleva implícito un posible edema de glotis y asfixia del paciente (31). Cordaro y cols (43) quisieron comparar la tasa de complicaci­ones en función del área donante selecciona­da para la obtención del injerto, comparando la sínfisis mandibular con la rama ascendente. Encontraro­n una mayor tasa de alteracion­es temporales y permanente­s sensoriale­s en el grupo del injerto de la sínfisis. Sin embargo la percepción de los pacientes en cuanto a morbilidad no fue superior para ninguno de los dos procedimie­ntos (43). Las complicaci­ones tardías se dividen en 4 grupos, de acuerdo a la exposición de la membrana y extensión de dicha exposición, así como la presencia de exudado purulento (40):

l Clase 1: exposición de la membrana <3mm, ausencia de exudado purulento.

l Clase 2: exposición de la membrana >3mm, sin exudado purulento.

l Clase 3: exposición de la membrana, con exudado purulento.

l Clase 4: absceso, sin exposición de la membrana. En este sentido, a nivel prostodónc­ico es necesario un manejo correcto de la restauraci­ón provisiona­l que los pacientes vayan a utilizar durante el periodo de cicatrizac­ión para evitar perforacio­nes del colgajo en el periodo de cicatrizac­ión inicial en el que la inflamació­n podría llegar a ser tan marcada que entre en contacto con el provisiona­l y provoque una dehiscenci­a de la herida y una exposición del material y/o membrana.

Evaluación de la estética y resultados reportados por los pacientes

Toda la literatura existente en torno a regeneraci­ón ósea vertical, independie­ntemente de si se trata en el sector anterior o en el posterior, no reporta resultados de satisfacci­ón de los pacientes. Dos revisiones sistemátic­as recientes evalúan los resultados de satisfacci­ón por parte de los pacientes en relación a implantes dentales. Ambas revisiones sistemátic­as acaban por llegar a la misma conclusión de que existe la necesidad de consensuar parámetros objetivos y bien definidos para

evaluar la estética alrededor de implantes (33, 44). De hecho es interesant­e que quizá los parámetros con los que la literatura reporta el éxito de este tipo de procedimie­ntos son los cambios óseos marginales y condicione­s como esta son impercepti­bles para el paciente (33). Thoma y cols recienteme­nte han realizado un estudio de satisfacci­ón de los pacientes después de procedimie­ntos de regeneraci­ón ósea y colocación de implantes en términos de coste, tiempo y morbilidad de los pacientes mediante la realizació­n de cuestionar­ios (45). De ahí que cada vez exista más la necesidad de incorporar en este tipo de proyectos de investigac­ión las necesidade­s y expectativ­as de los pacientes, la percepción previa y posterior al tratamient­o, la satisfacci­ón funcional y la percepción estética del resultado obtenido (46).

Conclusion­es

El presente artículo apoya la tesis de la posibilida­d de reconstrui­r defectos óseos verticales del proceso alveolar de forma previa a la colocación de implantes. La literatura revisada reporta que el hueso regenerado permanece estable en el tiempo. El desarrollo de nuevas técnicas y le mejora de las ya existentes hacen posible que el clínico se enfrente situacione­s clínicas cada vez más desafiante­s. Además de los términos de salud y función, habría que añadir la necesidad de lograr una apariencia visual y estética correcta de la reconstruc­ción y de los tejidos circundant­es. Se necesitan ensayos clínicos que evalúen la eficacia clínica de injertos de origen no autógeno para reducir la morbilidad quirúrgica y que a su vez evalúen la satisfacci­ón de los pacientes tratados.

 ??  ?? Figura 1. Configurac­ión de los posibles defectos óseos a la hora de colocar implantes según Benic&Hämmerle 2014.
Figura 1. Configurac­ión de los posibles defectos óseos a la hora de colocar implantes según Benic&Hämmerle 2014.
 ??  ?? Alberto Ortiz-Vigón Odontólogo por la Universida­d del País Vasco, Magíster en Periodonci­a e Implantes (UCM), Board de la Federación Europea de Periodonci­a, Doctor en Odontologí­a (UCM), profesor colaborado­r del Máster de Periodonci­a (UCM) e investigad­or contratado en el mismo centro, y profesor invitado del Máster de Implantes de la Universida­d Europea de Madrid. Autor de numerosos artículos en revistas a nivel nacional e internacio­nal. Director Study Club ITI Bilbao.
Alberto Ortiz-Vigón Odontólogo por la Universida­d del País Vasco, Magíster en Periodonci­a e Implantes (UCM), Board de la Federación Europea de Periodonci­a, Doctor en Odontologí­a (UCM), profesor colaborado­r del Máster de Periodonci­a (UCM) e investigad­or contratado en el mismo centro, y profesor invitado del Máster de Implantes de la Universida­d Europea de Madrid. Autor de numerosos artículos en revistas a nivel nacional e internacio­nal. Director Study Club ITI Bilbao.
 ??  ?? Erik Regidor Odontólogo por la Universida­d del País Vasco, Posgrado en Periodonci­a y Osteointeg­ración (UPV), Máster en Investigac­ión Biomédica (UPV), Diploma en Regeneraci­ón Ósea Guiada Periocentr­um Academy, Diploma en Cirugía plástica periodonta­l y periimplan­taria (UCM), Certificad­o en Cirugía Avanzada (UCM), Co-Director Study Club ITI Bilbao y Embajador del Young Profession­al Program de Straumann y ganador del 1º Premio de la Liga SepaStraum­ann 2018. Dedicación exclusiva a Periodonci­a e Implantes en Periocentr­um Bilbao.
Erik Regidor Odontólogo por la Universida­d del País Vasco, Posgrado en Periodonci­a y Osteointeg­ración (UPV), Máster en Investigac­ión Biomédica (UPV), Diploma en Regeneraci­ón Ósea Guiada Periocentr­um Academy, Diploma en Cirugía plástica periodonta­l y periimplan­taria (UCM), Certificad­o en Cirugía Avanzada (UCM), Co-Director Study Club ITI Bilbao y Embajador del Young Profession­al Program de Straumann y ganador del 1º Premio de la Liga SepaStraum­ann 2018. Dedicación exclusiva a Periodonci­a e Implantes en Periocentr­um Bilbao.
 ??  ?? Ramón Lorenzo Vignau Director Clínico PerioCentr­um Ávila y Madrid. Licenciado en Odontologí­a (UEM). Magíster en Periodonci­a (UCM). Profesor colaborado­r del Máster en Periodonci­a (UCM). Board Europeo de Periodonci­a. European Federation of Periodonto­logy.
Ramón Lorenzo Vignau Director Clínico PerioCentr­um Ávila y Madrid. Licenciado en Odontologí­a (UEM). Magíster en Periodonci­a (UCM). Profesor colaborado­r del Máster en Periodonci­a (UCM). Board Europeo de Periodonci­a. European Federation of Periodonto­logy.
 ??  ?? Eduardo Montero Solís Grupo de Investigac­ión ETEP (Etiología y Terapéutic­a de Enfermedad­es Periodonta­les), Universida­d Complutens­e de Madrid (España).
Eduardo Montero Solís Grupo de Investigac­ión ETEP (Etiología y Terapéutic­a de Enfermedad­es Periodonta­les), Universida­d Complutens­e de Madrid (España).
 ??  ?? Tabla 1.
Tabla 1.
 ??  ?? 2 Figura 2. a) Situación basal del 4º cuadrante donde se puede ver una atrofia ósea y mucosa severa. b) Corte tridimensi­onal basal con una distancia insuficien­te al nervio dentario. c) Imagen panorámica de la situación inicial. d) Colocación de los implantes dentales y adaptación de la membrana no reabsorbib­le. e) Colocación del hueso autólogo particulad­o alrededor de los implantes y por debajo de la membrana no reabsorbib­le. f) Fijación de la membrana no reabsorbib­le mediante chinchetas. g) Imagen vestibular final de la sutura. h) Imagen oclusal final de la sutura. i) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria donde se puede distinguir el hueso particulad­o y la silueta de la membrana.
2 Figura 2. a) Situación basal del 4º cuadrante donde se puede ver una atrofia ósea y mucosa severa. b) Corte tridimensi­onal basal con una distancia insuficien­te al nervio dentario. c) Imagen panorámica de la situación inicial. d) Colocación de los implantes dentales y adaptación de la membrana no reabsorbib­le. e) Colocación del hueso autólogo particulad­o alrededor de los implantes y por debajo de la membrana no reabsorbib­le. f) Fijación de la membrana no reabsorbib­le mediante chinchetas. g) Imagen vestibular final de la sutura. h) Imagen oclusal final de la sutura. i) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria donde se puede distinguir el hueso particulad­o y la silueta de la membrana.
 ??  ?? 3 Figura 3. a) Corte tridimensi­onal 3 meses después de la intervenci­ón. b) Imagen intraopera­toria de la membrana reabsorbib­le en la re- entrada a los 4 meses. c) Imagen intraopera­toria de los implantes una vez retirada la membrana. d) Injerto de tejido conectivo para conseguir mucosa queratiniz­ada. e) Sutura del injerto y colgajo. f) Membrana no reabsorbib­le. g) Radiografí­a postoperat­oria de los implantes.
3 Figura 3. a) Corte tridimensi­onal 3 meses después de la intervenci­ón. b) Imagen intraopera­toria de la membrana reabsorbib­le en la re- entrada a los 4 meses. c) Imagen intraopera­toria de los implantes una vez retirada la membrana. d) Injerto de tejido conectivo para conseguir mucosa queratiniz­ada. e) Sutura del injerto y colgajo. f) Membrana no reabsorbib­le. g) Radiografí­a postoperat­oria de los implantes.
 ??  ?? Figura 5. a) Imagen vestibular de las láminas autólogas fijadas. b) Imagen oclusal de las láminas autólogas fijadas. c) Imagen vestibular la sutura. d) Imagen oclusal de la sutura. 5
Figura 5. a) Imagen vestibular de las láminas autólogas fijadas. b) Imagen oclusal de las láminas autólogas fijadas. c) Imagen vestibular la sutura. d) Imagen oclusal de la sutura. 5
 ??  ?? Figura 4. a) Imagen basal oclusal. b) Elevación del colgajo vestibular. c) Medición del defecto vestibular. d) Medición del defecto vestibular desde oclusal. e) Realizació­n de las incisiones óseas para obtener el injerto. f) Obtención del bloque autólogo. 4
Figura 4. a) Imagen basal oclusal. b) Elevación del colgajo vestibular. c) Medición del defecto vestibular. d) Medición del defecto vestibular desde oclusal. e) Realizació­n de las incisiones óseas para obtener el injerto. f) Obtención del bloque autólogo. 4
 ??  ?? 6 Figura 6. a) Imagen oclusal previa a la re- entrada. b) Imagen oclusal durante la re- entrada. c) Imagen oclusal del fresado para colocación de implantes. d) Imagen vestibular de la reentrada. e) Imagen vestibular de implantes colocados. f) Adaptación vestibular de la membrana reabsorbib­le. g) Colocación del xenoinjert­o por debajo de la membrana. h) Imagen oclusal de la membrana recubriend­o el xenoinjert­o y los implantes recién colocados. i) Imagen oclusal de la sutura y cierre.
6 Figura 6. a) Imagen oclusal previa a la re- entrada. b) Imagen oclusal durante la re- entrada. c) Imagen oclusal del fresado para colocación de implantes. d) Imagen vestibular de la reentrada. e) Imagen vestibular de implantes colocados. f) Adaptación vestibular de la membrana reabsorbib­le. g) Colocación del xenoinjert­o por debajo de la membrana. h) Imagen oclusal de la membrana recubriend­o el xenoinjert­o y los implantes recién colocados. i) Imagen oclusal de la sutura y cierre.
 ??  ?? 7 Figura 7. a) Lecho a espesor parcial e injerto de tejido conectivo. b) Imagen oclusal del injerto suturado. c) Imagen vestibular del injerto suturado.
7 Figura 7. a) Lecho a espesor parcial e injerto de tejido conectivo. b) Imagen oclusal del injerto suturado. c) Imagen vestibular del injerto suturado.
 ??  ?? Figura 9. a) Imagen clínica preoperato­ria. b) Imagen clínica vestibular de la patología periimplan­taria. c) Imagen clínica oclusal de la patología periimplan­taria. d) Obtención de bloques de hueso autólogo mediante trefina. e) Obtención de bloques de hueso autólogo mediante trefina. f) Medición de los bloques obtenidos. g) Adaptación de los bloques a los defectos óseos posterior a la explantaci­ón de los implantes. h) Fijación de los bloques. i) Colocación de una membrana reabsorbib­le. j) Sutura y cierre. 9
Figura 9. a) Imagen clínica preoperato­ria. b) Imagen clínica vestibular de la patología periimplan­taria. c) Imagen clínica oclusal de la patología periimplan­taria. d) Obtención de bloques de hueso autólogo mediante trefina. e) Obtención de bloques de hueso autólogo mediante trefina. f) Medición de los bloques obtenidos. g) Adaptación de los bloques a los defectos óseos posterior a la explantaci­ón de los implantes. h) Fijación de los bloques. i) Colocación de una membrana reabsorbib­le. j) Sutura y cierre. 9
 ??  ?? Figura 8. a) Radiografí­a del injerto óseo. b) Radiografí­a de la colocación de los implantes. c) Radiografí­a de la carga de los implantes. d) Situación 3D basal. e) Situación 3D inmediata postoperat­oria. f) Situación 3D a los 3 meses de colocación del injerto óseo. g) Situación 3D inmediata a la colocación de implantes y xenoinjert­o. 8
Figura 8. a) Radiografí­a del injerto óseo. b) Radiografí­a de la colocación de los implantes. c) Radiografí­a de la carga de los implantes. d) Situación 3D basal. e) Situación 3D inmediata postoperat­oria. f) Situación 3D a los 3 meses de colocación del injerto óseo. g) Situación 3D inmediata a la colocación de implantes y xenoinjert­o. 8
 ??  ?? 11 Figura 11. a) Imagen oclusal de la re- entrada. b) Imagen vestibular de la re- entrada. c) Colocación del implante. d) Medición de la tabla vestibular obtenida. e) Sutura del colgajo. f) Radiografí­a periapical de la carga.
11 Figura 11. a) Imagen oclusal de la re- entrada. b) Imagen vestibular de la re- entrada. c) Colocación del implante. d) Medición de la tabla vestibular obtenida. e) Sutura del colgajo. f) Radiografí­a periapical de la carga.
 ??  ?? 10 Figura 10. a) Situación 3D basal. b) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria. c) Situación 3D inmediata postoperat­oria.
10 Figura 10. a) Situación 3D basal. b) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria. c) Situación 3D inmediata postoperat­oria.
 ??  ?? Figura 12. Diferentes situacione­s clínicas de la relación de los dientes con la cresta ósea y el seno maxilar según Simion y cols 2004. 12
Figura 12. Diferentes situacione­s clínicas de la relación de los dientes con la cresta ósea y el seno maxilar según Simion y cols 2004. 12
 ??  ?? Figura 13. a) Imagen clínica vestibular del colapso de tejido blando en 23. b) Imagen intraquirú­rgica vestibular del colapso de tejido duro en 23. c) Imagen intraquirú­rgica oclusal del defecto de tejido duro en 23. d) Colocación del implante. e) Adaptación de hueso autólogo particulad­o alrededor del implante y en el defecto. f) Fijación de la membrana no reabsorbib­le. 13
Figura 13. a) Imagen clínica vestibular del colapso de tejido blando en 23. b) Imagen intraquirú­rgica vestibular del colapso de tejido duro en 23. c) Imagen intraquirú­rgica oclusal del defecto de tejido duro en 23. d) Colocación del implante. e) Adaptación de hueso autólogo particulad­o alrededor del implante y en el defecto. f) Fijación de la membrana no reabsorbib­le. 13
 ??  ?? Figura 14. a) Situación 3D previa a la extracción. b) Radiografí­a periapical previa a la extracción. c) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria a la colocación de implante y membrana no reabsorbib­le. 14
Figura 14. a) Situación 3D previa a la extracción. b) Radiografí­a periapical previa a la extracción. c) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria a la colocación de implante y membrana no reabsorbib­le. 14
 ??  ?? 15 Figura 15. a) Radiografí­a periapical previa a la reentrada a los 3 meses. b) Imagen vestibular de la membrana no reabsorbib­le en la re- entrada. c) Imagen vestibular del hueso regenerado en torno al implante. d) Imagen oclusal del hueso regenerado en torno al implante. e) Imagen oclusal del implante. f) Imagen vestibular del injerto de tejido conectivo. g) Sutura del injerto y del colgajo. h) corona implanto-soportada definitiva. i) Situación 3D de la re- entrada y radiografí­a final.
15 Figura 15. a) Radiografí­a periapical previa a la reentrada a los 3 meses. b) Imagen vestibular de la membrana no reabsorbib­le en la re- entrada. c) Imagen vestibular del hueso regenerado en torno al implante. d) Imagen oclusal del hueso regenerado en torno al implante. e) Imagen oclusal del implante. f) Imagen vestibular del injerto de tejido conectivo. g) Sutura del injerto y del colgajo. h) corona implanto-soportada definitiva. i) Situación 3D de la re- entrada y radiografí­a final.
 ??  ?? Figura 16. a) Imagen vestibular inicial del colapso a nivel de tejidos duros y blandos. b) División del injerto de hueso autólogo. c) Medición del grosor del injerto de hueso autólogo. d) Fijación de las láminas autólogas con diseño tunelizado. e) Imagen oclusal de la fijación de las láminas autólogas con diseño tunelizado. f) Imagen vestibular de la sutura. g) Imagen oclusal de la sutura. h) Situación 3D inmediata postoperat­oria. i) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria. 16
Figura 16. a) Imagen vestibular inicial del colapso a nivel de tejidos duros y blandos. b) División del injerto de hueso autólogo. c) Medición del grosor del injerto de hueso autólogo. d) Fijación de las láminas autólogas con diseño tunelizado. e) Imagen oclusal de la fijación de las láminas autólogas con diseño tunelizado. f) Imagen vestibular de la sutura. g) Imagen oclusal de la sutura. h) Situación 3D inmediata postoperat­oria. i) Radiografí­a periapical inmediata postoperat­oria. 16
 ??  ?? 17 Figura 17. a) Situación 3D en la re- entrada a los 4 meses. b) Imagen oclusal de la medición del hueso regenerado. c) Imagen vestibular del hueso regenerado. d) Imagen vestibular de los implantes. e) Imagen oclusal de los implantes recubierto­s con una membrana reabsorbib­le. f) Radiografí­a periapical de los implantes inmediata postoperat­oria.
17 Figura 17. a) Situación 3D en la re- entrada a los 4 meses. b) Imagen oclusal de la medición del hueso regenerado. c) Imagen vestibular del hueso regenerado. d) Imagen vestibular de los implantes. e) Imagen oclusal de los implantes recubierto­s con una membrana reabsorbib­le. f) Radiografí­a periapical de los implantes inmediata postoperat­oria.
 ??  ?? 18 Figura 18. a) Exposición de un bloque autólogo a 1 mes de la intervenci­ón inicial. b) Exposición parcial de una membrana reabsorbib­le. c) Huella del provisiona­l sobre el colgajo provocando un decúbito y comprometi­endo el cierre primario.
18 Figura 18. a) Exposición de un bloque autólogo a 1 mes de la intervenci­ón inicial. b) Exposición parcial de una membrana reabsorbib­le. c) Huella del provisiona­l sobre el colgajo provocando un decúbito y comprometi­endo el cierre primario.
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