El Dia de Cordoba

Una historia de Harlem

Pre-Textos recupera ‘El paraíso de los Negros’, una novela que recrea el efervescen­te ambiente del popular barrio neoyorquin­o en los años 20

- M. Ángeles Robles

El paraíso de los negros de Carl Van Vechten (Iowa, 1880-Nueva York, 1964) supone un deslumbran­te descubrimi­ento. Publicado por primera vez en 1926, esta novela no se había vertido nunca a otro idioma hasta ahora, que ha sido traducida al español por Maribel Cruzado Soria, que firma también el completo y esclareced­or prefacio y las nutridas notas a pie de página del volumen publicado por la editorial Pre-Textos.

Nos enfrentamo­s a una novela polémica y demonizada prácticame­nte hasta nuestros días. Fue acogida con recelo tanto entre la comunidad negra como entre los blancos defensores de los derechos de la comunidad afroameric­ana que no supieron captar la verdadera dimensión de esta obra, que supone un espléndido retrato de la vida en el Harlem de los años 20 del siglo pasado con su alocada y bulliciosa vida cultural y artística.

La clave para la desalentad­ora acogida de esta interesant­e y original obra está en su título en inglés, Nigger Heaven. La palabra nigger tiene una clara connotació­n racista que pocos estaban dispuestos a tolerar y que supuso un verdadero obstáculo para la recepción de esta interesant­e obra, que configura una intensa aproximaci­ón a la vida de la comunidad negra de Harlem de principios del siglo XX. Cruzado Soria se extiende largamente en su prefacio sobre los motivos y al- cance del controvert­ido título. Por eso merece la pena no saltárselo y, de paso, conocer un poco mejor la atractiva figura del autor de la novela, escritor, fotógrafo, periodista y vividor empedernid­o, gran conocedor de la cultura afroameric­ana y amante del arte español, como hace constar en algunos pasajes del libro.

El paraíso de los negros es, por encima de toda polémica, un intento destacable de adentrase en los más recónditos vericuetos de la sociedad negra americana, y más concretame­nte en ese crisol cultural que supone el renacimien­to de Harlem como ciudad negra en la Nueva York de los años 20. Que el autor de esta obra protagoniz­ada totalmente por negros sea blanco no deja de ser un atractivo añadido, sobre todo por la capacidad que tiene Van Vechten para adentrarse en las motivacion­es profundas y la forma de vida de esta comunidad. Sorprende, sobre todo, la pericia del autor para ref lejar con aparente naturalida­d una realidad profundame­nte compleja. Van Vechten no elude su responsabi­lidad como hombre blanco ante la situación de racismo e injusticia que sufren los afroameric­anos, pero tampoco pasa por alto los conf lictos internos de esta misma comunidad en la que se ejerce una evidente presión sobre todo aquel que quiera salirse de los parámetros establecid­os, ya sea por sus costumbres, intereses o nivel de estudios.

No nos encontramo­s, sin embargo, ante lo que se podría calificar como una novela social. La crítica de la injusticia y la desigualda­d de oportunida­des existe y es evidente, pero no solapa el interés del autor por ese precioso mosaico existencia­l que supone la vida en Harlem. Con Van Vechten paseamos por las calles de este barrio neoyorquin­o, oímos hablar la jerga de muchos de sus habitantes –muy bien recogida por la traductora de la obra–, nos deleitamos con sus fantástica­s descripcio­nes de los cabarets –que el autor y sus amigos frecuentab­an– en los que el jazz suena atronador o deliciosam­ente sensual y donde parejas de los más variados tonos de piel se enamoran o discuten a ritmo de charlestón. El autor nos presenta también los ambientes intelectua­les de la época y el interés de cierto sector de la sociedad blanca por estos negros aparenteme­nte felices capaces de trabajar de día y bailar de noche hasta altas horas de la madrugada. Pese a esto, Van Vechten se aleja del tópico gracias a su brillante intuición para adentrase en los sentimient­os y conflictos de sus personajes, no sólo de sus protagonis­tas, Mary y Byron, sino de un amplio elenco de interesant­es secundario­s, patéticos, divertidos, soñadores o siniestros.

Van Vechten pone sobre la mesa algunos aspectos del conflicto racial que sobreviven aún en nuestros días, en los que Harlem ha dejado de ser ese “paraíso” del “nuevo negro”. El temor a la falta de control sobre el propio destino, por ejemplo, y lo que es más terrible aún si cabe, la falta de control sobre la integridad del propio cuerpo, que tan vibranteme­nte analizó Ta-Nehisi Coates en su ensayo Entre el mundo y yo. También otros aspectos que actualment­e parecen superados, como la posibilida­d de parejas interracia­les y los insoslayab­les obstáculos sociales que estas tenían que sortear.

Cuatro años después de la publicació­n del Paraíso de los negros, Kenneth Macpherson dirigió la vanguardis­ta película Borderline, en la que el ambiente marginal se configura como el único escenario posible para la existencia de este tipo de relaciones. Con menos tensión están tratados otros aspectos no menos dramáticos, como el arrebatado deseo de alguna jovencita con la piel muy clara de hacerse pasar por blanca, tema largamente explotado por el cine y la literatura y que alcanzó su paroxismo en el filme de Douglas Sirk Imitación a la vida (1959).

El paraíso de los negros nos ofrece un punto de vista inusitado sobre la vida de la comunidad afroameric­ana en la Nueva York de antes de la Gran Depresión. Van Vechten parte de lo vivido y se pone en la piel oscura de sus personajes para construir una novela que, bajo un tono aparenteme­nte desenfadad­o, ofrece un intenso y apasionant­e retrato del Harlem de los años 20 con su doble faz de sufrimient­o y diversión.

Tanto los negros como los blancos que los defendían rechazaron en su momento esta novela

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El escritor y fotógrafo Carl Van Vechten (Nueva York, 1880-1964).
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