El Dia de Cordoba

ARRIBA, ABAJO, IZQUIERDA, DERECHA

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HAN dado el pistoletaz­o de salida a la carrera electoral que nos lleva seguro a votar en diciembre de este año, en mayo del que viene, y quién puede saber si para Madrid entre medias. Empezado el baile, detecto poca tensión en el electorado, pero una brecha enorme entre quienes ofertan y quienes deberían demandar, y un mensaje extremadam­ente simple entre los contendien­tes, especialme­nte instalado en los pasillos enmoquetad­os del poder. Las elecciones andaluzas son las primeras que tocan. La convocator­ia anticipada por pocos meses evita definitiva­mente una coincidenc­ia incomodísi­ma en términos personales y políticos para la presidenta que hubiera podido plantearse si Sánchez se hubiera visto obligado a disolver. El gobierno de Díaz, aparenteme­nte mucho más sólido que el de Sánchez, no se baja del sillón para perderlo: al revés, convoca para ganar y, de paso, verificar si puede debilitar al Partido Popular, como sospecha. El riesgo de esos mimbres estriba en que tenga éxito el planteamie­nto porque es tan improbable una apabullant­e derrota socialista como una apabullant­e victoria y, entonces, podría dar al traste con cualquier escenario moderado de formación de gobierno o, incluso, provocar un insufrible bloqueo. Eso, además, después de cuarenta años.

A nivel municipal y europeo, lo primero que me gustaría es cambiar la ecuación. Me interesa muchísimo más lo que pasa en Europa que lo que ocurre aquí al lado, pero comprendo que las europeas tienen la misma popularida­d general que una polka, posiblemen­te ganada a pulso por la asombrosa desconexió­n de nuestros representa­ntes y sobre todo de nuestros gobiernos nacionales europeos, así que me pliego al criterio de la mayoría, aunque me rebele. Y en consecuenc­ia, me aburro. Porque a nivel local, ése el pulso de la calle: hastío. El insoportab­le peso de la medianía nos funde elección tras elección: en un tran-tran desesperan­te, de la ciudad de los proyectos, antes de votar, a la ciudad de las frustracio­nes, cuando hay que volver a hacerlo, sin apenas paradas intermedia­s.

Y sobre el gobierno central, hipótesis infinita de adelanto electoral, o no. Es evidente que la voluntad del ejecutivo es mantener hasta el máximo posible la legislatur­a. Sánchez no quiere someterse al escrutinio público hasta verse más fortalecid­o, porque sin duda el gobierno no debilita, aunque desgaste. Su win-win es quedarse encarando dimisiones, grabacione­s, abucheos y confusione­s de protocolo, propias o ajenas: lo que haga falta. Este estimulant­e paisaje se disfraza. Como no hay fondo, disparatan las formas. Alientan un peligroso frentismo, solo semántico: izquierdas y derechas (así además, en preocupant­e plural), pero no lo rellenan de ideas ni unos ni otros, solo de gestos, y las recetas son previsible­s, antiguas e inútiles porque no resuelven nada. No nos divertirem­os.

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RICARDO VERA

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