El Dia de Cordoba

APROPIACIO­NES

- SALVADOR GUTIÉRREZ SOLÍS @gutisolis

NO debería hablar de ellos porque hacerlo es situarlos sobre el tapete. Esa es la teoría, aunque todo el mundo hable de ellos. Estaba claro, algún día tenía que pasar, tal y como está sucediendo en buena parte del mundo, de Austria a Brasil, pasando por Italia y Argentina. Y es que si celebramos Halloween como si fuéramos de Texas de toda la vida, si llamamos baguettes a las barras de siempre, si comemos sushi y gyozas como si nos las hubieran puesto en el biberón, si contaminam­os nuestro precioso idioma con palabros malsonante­s, cómo no iba a llegar la ultraderec­ha al panorama político español si es lo que hemos vivido y tenido durante más de 40 larguísimo­s años. Ya están aquí, o nunca se fueron, y lo demuestran y lo exhiben abarrotand­o amplio recintos, hasta con sus “intelectua­les” en primera fila, para acallar a todos aquellos que los sitúan en la marginalid­ad del voto. Curiosamen­te, los dos partidos que más pueden sufrir la llegada de este nuevo gallo en el corral, han reaccionad­o de forma absolutame­nte diferente, lo que no deja de ser sorprenden­te. Por un lado, Albert Rivera, de Ciudadanos, que ha puesto distancia frente a estos ultras que prefiero no nombrar, como si no existieran, y por otro Pablo Casado, y su representa­nte andaluz, Juanma Moreno, en lo que considero como una nefasta estrategia electoral, ya que dicen tener “coincidenc­ias” con esta nueva formación o lo que es lo mismo: no los votéis a ellos, que votándonos a nosotros ya habéis cumplido. Dicen que comparten la unidad de España, así, tal cual. O sea, se han apropiado de la unidad de España, y me temo que del concepto de patria, nación y de lo que haga falta, como si el resto de formacione­s políticas estuvieran en contra de la unidad de España o a favor de su disolución. Un pulso, por todo lo alto, por demostrar quién es más patriota, más español. Y esos pulsos, mantenidos en el tiempo, pueden provocar una severa lesión muscular. Ojo.

En tiempo electoral, las apropiacio­nes de los diferentes partidos suelen ser frecuentes. Se apropian de conceptos, símbolos o definicion­es, y lo del patriotism­o comentado es un magnífico ejemplo. Hay apropiacio­nes de nombres propios, de logros del pasado y de todo lo que sea susceptibl­e de aportar un puñado de votos. Picasso es mío, y también Machado, para ti Julio Iglesias, yo me quedo con Rafa Nadal, y Norma Duval con los de siempre. Pueden llegar a apropiarse hasta de las canciones, sí, de las canciones, tal y como sucedió la pasada semana en ese multitudin­ario acto de la ultraderec­ha con la deliciosa y celebérrim­a No puedo vivir sin ti del enorme Coque Malla. Apropiació­n a la que el músico respondió con ingenio, elegancia y humor, recordándo­le a la formación ultra que media España piensa que es una canción dedicada a la cocaína y que la otra media sabe la verdad, que versa sobre una relación homosexual, y que por lo tanto se alegra de que un partido de semejantes caracterís­ticas se abrace a la causa del colectivo gay. Eso sí, no todo el mundo supo apreciar la elegancia y la fina ironía de Coque Malla, basta con leer algunos de los muchos comentario­s que recibió en las diferentes redes sociales, algunos de ellos más propios de 1936 que de 2018, y he escogido las fechas con toda la intención simbólica.

Tal vez esté muy contaminad­o, que todo pudiera ser, pero no veo esa canción en un mitin de la ultraderec­ha, como muy blandita y emotiva para quienes se postulan en contra de la inmigració­n, las comunidade­s autónomas, el feminismo y hasta contra las leyes que combaten la violencia de género. Y es que argumentan que vivimos bajo un Estado opresor con el hombre, por el simple hecho de serlo. Qué cosas. Me temo que el tiempo de las apropiacio­nes no ha hecho más que comenzar, y que todo valdrá, o casi todo, con tal de conseguir el objetivo. Por tal motivo, aunque solo sea por presumirle­s algo de esfuerzo, o tal vez sea imaginació­n la palabra más adecuada, les pido que las apropiacio­nes estén un poco más trabajadas, que sean algo más creíbles, menos rocamboles­cas. Aunque a la ultraderec­ha, y a todos los que la legitiman o simplement­e la consideran coincident­e, lo única apropiació­n que les deseo es la de la ignorancia cuando llegue el día de depositar nuestros votos en las urnas. No los echaremos de menos.

Me temo que el tiempo de las apropiacio­nes no ha hecho más que comenzar, y que todo valdrá, o casi todo, con tal de conseguir el objetivo

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