El Dia de Cordoba

INMIGRACIÓ­N: EL DRAMA Y LAS SOLUCIONES

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DESPUÉS de rescatar a 47.000 personas en las costas andaluzas en lo que va de año, ha sido una auténtica tragedia que un grupo numeroso de inmigrante­s haya perdido la vida de manera dramática a 200 metros de la costa tras naufragar su patera cerca de Caños de Meca. El mar aún sigue arrojando cadáveres y las imágenes de estos días de los agentes de la Guardia Civil rescatando los cuerpos en la playa dan idea de la magnitud de lo que está pasando en el Estrecho. Sólo en octubre llegaron a Andalucía tantos inmigrante­s como en el mes de julio, cuando se encendiero­n todas las alarmas. Hay que reconocer el esfuerzo que se ha hecho gracias a la coordinaci­ón de las administra­ciones –especialme­nte, Guardia Civil y Salvamento Marítimo– para hacer efectivas las actuacione­s frente a la inmigració­n irregular en el Estrecho de Gibraltar y, sobre todo, para salvar vidas.

Esta última semana, frente a la menor presencia de subsaharia­nos, llama la atención que las pateras llegan con gran cantidad de inmigrante­s magrebíes –muchos de ellos menores marroquíes y no pocas adolescent­es, lo cual es una novedad– siguiendo la ruta Atlántica. Algunas voces de la oposición achacan la avalancha al Gobierno de Pedro Sánchez, que habría provocado un efecto llamada tras la acogida del barco Aquarius, y tras garantizar la cobertura sanitaria a los sin papeles. A esto se une que las relaciones diplomátic­as no son las mejores con Marruecos, a la vista de la falta de sintonía entre Sánchez y Mohamed VI. Es obvio que el monarca trata de jugar sus cartas presionand­o a la Unión Europea para obtener más ayudas a cambio de controlar el flujo migratorio. Pero el problema es más complejo y también tiene que ver con el profundo descontent­o en el que vive la sociedad marroquí y más si cabe su juventud. A la falta de perspectiv­as de futuro en su país se ha unido la reimplanta­ción del servicio militar obligatori­o.

Las inmigració­n ilegal mientras tanto sigue alimentand­o el repugnante negocio de las mafias. Y su solución sólo puede ser global, justo cuando los países europeos están más divididos en esta materia. Los tímidos pasos en el camino de la cooperació­n de la UE con Marruecos en materia de educación, empleo y control de las fronteras tendrán que ser más ambiciosos para lograr convencer a su población, sobre todo la más joven, de que puede emancipars­e y llevar una vida feliz sin necesidad de tenerse que jugar la vida en el Estrecho.

Marruecos, con graves problemas internos, trata de jugar sus cartas presionand­o a la Unión Europea para obtener más ayudas

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