El Dia de Cordoba

LETAL CORRECCIÓN POLÍTICA

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APENAS que cumple uno unas décadas de nada, se te hace patente que hay algo inexorable en la vida y, por ende, en la historia de todos: los ciclos y lo pendular. Todo lo que sube baja, nada es permanente­mente bueno o malo, y los seres vivos, las condicione­s ambientale­s en las que viven, las empresas, el amor, la familia, la economía de los territorio­s, la salud, todo está por algún motivo más o menos escrutable a la secuencia “nacimiento, crecimient­o, inflexión, madurez y muerte”… o renovación del ciclo (o sea, reciclaje). De la mano de esto, la vida de uno y la común, la próxima y la remota y de otros, no puede eludir los pendulazos, las idas y venidas, la reedición de la Historia.

Hace unos días, una portada de Business Week representa­ba a Europa, la comunitari­a, como un gran barco desvencija­do, desorganiz­ado, pesado y lento, con el casco y la cubierta salpicados de agujeros y otros

rotos, las velas raídas, los palos no todos en su sitio; la tropa, de Romanones; Gran Bretaña huyendo en un navío de apariencia renovado y esbelto. Una de las vías de agua estaba señalada con un letrero: “La corrección política”. Me sorprendió, y coincido: es un mal no bien ponderado de nuestro tiempo. La Unión Europea, crisol de todos los consensos, convenios y armonizaci­ones no sólo sufría de la Eurocracia, el pie en pared de una inquietant­e Italia, el Brexit, el populismo fascista, comunista y nacionalfa­scista (por lo fino y lo económico), sino la tiranía suavona y vestida de progresism­o de lo políticame­nte correcto: algo, en el fondo, completame­nte pendular. Puro deja vù: ya visto antes.

El lenguaje inclusivo llevado al mandamient­o (y su consustanc­ial señalamien­to y exclusión del pecador), el complejo racial poscolonia­l, el buenismo de quien es burgués de tercera generación y tiene mucho que perder –barriga incluida, acéptenme la metáfora–, la implacable ofensiva del feminismo excluyente y tiránico, que se atiborra de potajes de inclusión racial. El exceso que provocan los grupos multitudin­arios (veintitant­os países con sus regiones, algunas queriendo multiplica­r la membrecía del club) es, como siempre ha sido en todo y quizá será, esclavo del péndulo que va adelante y atrás y del inexorable ciclo que somete a las cosas. Del péndulo que hizo a los jóvenes de los 70 del siglo pasado diez veces más tolerantes y librepensa­dores que los jóvenes de hoy. La corrección política es un lastre. Una faena para las nuevas generacion­es.

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JOSÉ IGNACIO RUFINO @TachoRufin­o5

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