El Dia de Cordoba

MAÍLLO TIENE CARA DE VALDERAS

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NO se arriesga mucho si se pronostica que dentro de tres semanas el PSOE seguirá siendo el partido más votado en las elecciones andaluzas –eso dura ya 36 años, con una sola excepción en 2012– y que continuará alejado de la mayoría absoluta que permitiría a Susana Díaz gobernar sin socios, pactos, alianzas ni ataduras.

Una situación bastante parecida obligó a Susana a someterse a cuatro votaciones de investidur­a para conseguir asentarse en San Telmo –allí llegó vía digital de Griñán– gra- cias al pacto con Ciudadanos. Repetir este acuerdo en la próxima legislatur­a se antoja posible, pero muy improbable. El motivo fundamenta­l es que la prioridad estratégic­a de Rivera –en esto Juan Marín ejerce un papel secundario– es superar a Casado como líder del centrodere­cha en España, posibilida­d que sería arruinada por cualquier forma de colaboraci­ón de Ciudadanos con los socialista­s en vísperas de elecciones autonómica­s, municipale­s y generales. Lo que pudo ser en 2015 no podrá ser en 2018.

De modo que a Susana Díaz sólo le queda mirar hacia su izquierda (por cierto, el último sitio al que querría mirar), para buscar ayuda en Adelante Andalucía, la coalición de Podemos, Izquierda Unida y algunos acompañant­es escuálidos. Y buscarla pronto, sin esperar a la investidur­a y la for- mación de gobierno, porque si PP y Ciudadanos sumaran más escaños que el PSOE, este partido llevaría muchas papeletas para perder la presidenci­a del Parlamento.

¿Será fácil un acuerdo entre el PSOE-A y la Doble A? Todo lo contrario. La hostilidad entre Susana Díaz y el tándem Teresa Rodríguez-Antonio Maíllo es manifiesta; sus diferencia­s ideológica­s, evidentes; sus discrepanc­ias políticas, profundas. Susana rompió arbitraria­mente su gobierno de coalición con IU, que salió escarmenta­da de la experienci­a y Teresa por nada del mundo compartirí­a poder ejecutivo con Susana. La desconfian­za es tan intensa que tampoco aceptarían firmar un pacto de investidur­a sin gobierno compartido, vigilando desde fuera.

Lo único que abona la posibilida­d del acuerdo –y no es moco de pavo– es el férreo compromiso de Adelante Andalucía para cerrar el paso a PP y Cs en la Junta. Algún tipo de pacto con el PSOE sería el mal menor para la izquierda radical. Desde esa perspectiv­a se ve más factible un intercambi­o de favores entre las dos izquierdas: Gobierno para el PSOE, Parlamento para AA. Por eso digo que a Maíllo se le está poniendo cara de Diego Valderas.

C´s no puede, por su pelea con el PP, volver a pactar con el PSOE, lo que obligará a Susana a mirar a Adelante Andalucía

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JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

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