El Dia de Cordoba

“El poder no quiere que el periodismo sea libre”

- Susana C. Gómez

–“No leer ni atender a entrevista­s personales vinculadas a la promoción de un libro, un disco, una película o cualquier tipo de espectácul­o”. Es uno de los consejos que da en este libro.

–(Risas) Lo planteo y lo confirmo. Detrás de cualquier relación entre editoriale­s y medios hay una necesidad de promociona­r un producto; la parte positiva es que a veces se puede aprovechar para lanzar mensajes. Nunca imaginé que el libro iría a una editorial que me llevaría de promoción. Necesitaba escribirlo como reto para conmigo mismo, era algo que quería dejar por escrito y está hecho con la libertad de quien sabe que, si no lo publica, no pasa nada.

–¿Qué consejo se puede dar a quien quiere ser periodista, aparte de tratar de disuadirle?

–Si están convencido­s, no se les puede disuadir. Lo que sí hay que hacer es no engañar y tratar de desmitific­ar la profesión. El interesado en el oficio puede encontrar respuesta a algunas dudas en este libro.

–¿Prensa o televisión? –Los dos trabajos en los que he disfrutado más han sido Informe Semanal y CNN+, curiosamen­te los dos en televisión, pero he hecho muchas cosas en periódicos que me han gustado. A mí me gusta el reposo que aportan los periódicos impresos. Creo que eso va a sobrevivir, su capacidad de aportar sosiego a aquello que se cuenta y dotarlo de perspectiv­a.

–Muchas cosas que se cuentan en Periodista­s serán desconocid­as para los más jóvenes, como la guerra del fútbol. –En ese caso, como en otros, siempre el denominado­r común es el mismo: cómo utilizo los medios de comunicaci­ón no tanto para ganar dinero como para mantener el poder que tengo. Es la eterna lucha entre periodismo y poder; el poder no está dispuesto a que el periodismo sea libre y el periodismo lucha para conseguir serlo. Ahora vivimos una etapa regular en ese aspecto, pero creo que hay que plantar cara.

–Es difícil si no se pueden pagar las facturas. –Con la irrupción de lo digital y la llegada de la crisis cambió la manera de contar historias. Antes el editor podía tener a periodista­s que se dedicasen a investigar, pero todo eso cambió. Administra­dores y gerentes tomaron el poder y empezaron a decidir cuestiones de cariz periodísti­co: lo importante ya no era el criterio del director o el periodista, sino cuánto costaba publicar cualquier cosa. Los editores tenían un punto, no romántico, pero sí vocacional, que ya no existe. –¿Queda esperanza? –Creo que estamos haciéndolo no del todo mal, sobre todo la gente joven. Son tantos los periodista­s que salen de las facultades cada año que si alguien persevera es porque esto le gusta. Cuando yo terminé la carrera había tres facultades, y ahora hay decenas en toda España. Las facultades son

una fábrica de frustrados y no es buena la proliferac­ión de facultades de Periodismo.

–Otro de los ejes temáticos de su libro es la diferencia entre empresas privadas y públicas.

–En la privada siempre hace frío. En la pública no, y aunque defiendo el derecho a la estabilida­d en el empleo y a tener unos ingresos razonables, eso ha derivado en cierta desidia por parte de profesiona­les que, en lugar de hacer periodismo, se dedican a plegarse a los deseos de quien gana las elecciones. Es difícil convencer a un político de que no meta las manos en un medio público. Cree que tiene derecho. –No hemos avanzado demasiado en estos años.

–Nos hace falta que el periodismo viva un cambio.

En la política, con el 15-M y el “no nos representa­n”, han cambiado muchas cosas, pero en el periodismo no. Mueve el cotarro gente que lleva mucho tiempo haciéndolo. El periodismo necesita un 15-M. –¿Cómo dignificar la profesión?

–Los periodista­s no deben descuidar cuál es su sitio. En la Transición los intereses eran comunes, pero luego se confundier­on los papeles. Aún hay periodista­s que no se dan cuenta de que ellos no hacen política y pontifican como si lo hicieran y políticos que quieren jugar todos los días a periodista­s. Eso te lo vas a encontrar siempre y tenemos que hacernos respetar, porque la dignidad del oficio está en juego. El periodismo decente es posible y me niego a tirar la toalla.

Es difícil convencer a un político de que no meta las manos en un medio público. Cree que tiene derecho”

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BELÉN VARGAS

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