Políticos, salarios y dignidad
Como por desgracia le sucede a miles de españoles, todos tenemos amigos a cuyos hijos les ocurre algo muy similar a lo que padecen los nuestros, muchos de los cuales, con las carreras terminadas y habiendo superado la treintena, hasta ahora, no han sido capaces de encontrar un puesto de trabajo que les permita abandonar sus hogares, en la mayoría de los casos por sentirse incapaces de afrontar el pago de un alquiler. Otros, con algo más de suerte, lo intentaron, pero al cabo de escaso tiempo todo fue inútil, regresando en manadas, originado por sus más que cutres sueldos, y con la frustración de sentirse fracasados. Tan abracadabrante historia, con matices, aunque no demasiados, es la que sufren legiones de jóvenes españoles, y no tan jóvenes, a los que no les ha sido posible encontrar un empleo remunerado, y no supuestamente para ejercer lo que aprendieron en sus respectivas licenciaturas y posteriores másteres, sino para cometidos muy inferiores donde tampoco encontraron oportunidad. Sólo algunos, y ocasionalmente, han podido arañar unos euros en chapucillas donde sea y como sea, todo ello obviamente sin horario, seguridad social, etcétera. Pues bien, gran parte de esta lamentable situación corresponde a nuestros políticos, así como suena, y por mucho que les duela sí admitirán ser los menos resolutivos, incapaces y hueros de iniciativas de Europa, y todo ello sin apuntar a ningún partido en particular por afectar a todos en general. Tales personajes, con su inagotable
ambición, nos llevaron a la bancarrota con el consiguiente destrozo del mercado laboral dejándolo como unos zorros. Desastre que no precisa explicación alguna al ser sufrido por millones de españoles para los cuales llegar a final de mes se ha convertido en una aventura de alto riesgo. Fue justo en esos momentos cuando montones de jóvenes mujeres y hombres estaban intentando incorporarse al mundo del trabajo, pero no con sueldos degradados a la categoría de limosna para terminar militando en una orden mendicante, “y si no te interesa no hay problema, tenemos a 800 esperando…”. Lo curioso del caso es que la profesión de político está en alza. Cada día que pasa se observa que son más y aparentemente con
mayor profesionalidad. Tal proceso, como todo, tiene su justificación. En su momento decidieron hacerse políticos como otros optaron por la medicina, la abogacía, etcétera, con tal ganarse la vida y prosperar. Muchos de ellos se incorporaron en las secciones jóvenes de sus partidos que ya no abandonarían jamás y viven al margen del mundo exterior. Comenzaron a escalar el escalafón asumiendo que la fidelidad a los líderes es esencial, y a partir de ahí, a subirse a la ola. José Tomás Cruz (E-mail)
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