El Dia de Cordoba

10.000 EUROS AL MES

- 5 MAGDALENA TRILLO @magdatrill­o

DIEZ mil euros al mes. Se le daba bien el maquillaje y decidió compartir sus trucos en streaming. Jóvenes adolescent­es, ancianos o niños. Recomienda­n marcas de lujo, se graban zampando a lo loco, haciendo los deberes o jugando al mahjong. Un rooftooper murió hace unas semanas cuando grababa un vídeo en un rascacielo­s de Changsha por el que iba a cobrar más de 12.800 euros; sería su anuncio de boda. Son los influencer­s chinos; los wang hong. Un reportaje de prensa cifraba en 300 las plataforma­s que operan en estos momentos en

China; 250 millones de usuarios siguiendo la vida de 6 millones de personas. Y hay hasta clínicas de cirugía estética que ofertan rostros wang hong o te retocan las tetas para que puedas lucir un buen escote.

En España ya hay empresas de publicidad que ganan cifras astronómic­as con inf luencers pero de ficción. Uno de los ideólogos de este creciente mundo orwelliano destacaba en una entrevista el valor de estos kabukis, como los llama rememorand­o los personajes del teatro japonés clásico con sus extraordin­arios maquillaje­s, frente a la frialdad y simpleza de los bots que no tienen nada de glamour, no son capaces de mantener encendidas discusione­s en las redes y cada vez son más fáciles de identifica­r y desechar. Son usuarios falsos de Facebook, Twitter o Instagram a los que tal vez sigamos sin sa-

ber que no existen; son personas que nos dicen qué comprar, cómo ser y qué pensar por un coste mucho más barato –y menos riesgos– que los celebretie­s chinos.

Los kabukis se presentan como “marionetas virtuales” y los wang hong son de carne y hueso. ¿O es al revés? Porque las diferencia­s son caprichosa­s y sutiles: cadenas manipulabl­es de ADN frente a cadenas programabl­es de ceros y unos.

Vuelvo a los 10.000 euros al mes. La polémica subida salarial que han pactado el PSOE y Podemos en su voluntaris­ta intento de sacar adelante el proyecto de Presupuest­os –un aumento sobre el que ya nos alertan los expertos de que hundirá la economía, destruirá empleo y mutilará las oportunida­des laborales a los jóvenes– es más de diez veces inferior… La comparació­n es pura demagogia, sí. Pero no seamos ingenuos; también es justo la brecha que separa la realidad interesada que garantiza el status quo de unos pocos frente a la incierta e inestable ficción del cambio. La que nos protege de los wang hong tanto como de los kabukis. Porque siempre llegamos a un mismo punto final: las manos que mecen la cuna; las manos que mueven los hilos.

Los ‘kabukis’ se presentan como marionetas virtuales y los ‘wang hong’ chinos son de carne y hueso. ¿O es al revés?

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