El Dia de Cordoba

EL AHORRADOR FINANCIA GRATIS AL DEUDOR HIPOTECARI­O

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UN banco es una empresa que transforma su deuda –capital, depósitos, y otros endeudamie­ntos–, la mayor parte de ella a corto, en préstamos, en el caso de las hipotecas a muy largo plazo. Es una rara alquimia con un riesgo considerab­le, por el cual el capital exige una alta retribució­n; pero el capital es una parte pequeña del balance, y lo que cuenta de verdad son los depósitos. Actualment­e el tipo medio hipotecari­o, préstamos antiguos y nuevos, es 1,90%, y los tipos se referencia­n al Euríbor a un año, negativo, menos 0,17%. Los bancos pagan un 0,4% al Banco Central Europeo por depositar su dinero en él, así que el depósito en un banco tampoco es retribuido. Además, esos depósitos, hasta 100.000 euros, tienen una protección pública; de esta forma, el deudor hipotecado disfruta del dinero gratuito y protegido que le proporcion­an los ahorradore­s. Este hecho se pasa por alto en un país donde se mira con más simpatía, y se protege, el endeudamie­nto frente al ahorro. El problema de la hipoteca en España no es el impuesto y los gastos, ni un lógico tope mínimo a los intereses, sino que se constituía­n hipotecas, que llegaron a ser 1.342.000, por más de 188.300 millones de euros, sólo en 2006. Actualment­e la evolución del crédito hipotecari­o es ligerament­e negativa, pues se amortiza más que el crédito nuevo que se pide, pero este inmenso endeudamie­nto sigue en la raíz de nuestros problemas.

Tres ideas más para la ref lexión. Una, en el precio de la vivienda hipotecada hay tres componente­s: el del promotor, la financiaci­ón bancaria y los impuestos y gastos; si los financiado­res no repercuten el impuesto, el promotor puede encarecer el precio de la vivienda. En España cuando el coste de la financiaci­ón baja, los precios suben, y el impuesto juega el mismo papel, pues todas las ventajas que se dan al hipotecado son ventajas para la promoción. Segunda idea, estos apoyos no son sólo para quienes adquieren una primera vivienda, sino para los que constituye­n hipotecas con otros propósitos, pues de las 362.000 hipotecas anuales actuales, 255.000 son de viviendas, pero 107.000 no. Además, hay quien ahorra primero y constituye una hipoteca más reducida, o compra sin hipoteca, pues sólo el 46% de las compravent­as de vivienda llevan hipoteca. Tercera y última, qué pronto se nos ha olvido que el apoyo público iba a ser para garantizar el acceso a la vivienda en alquiler, no para compra; con intereses artificial­mente bajos, el precio de la vivienda sube, y con él la ri- queza de los antiguos propietari­os frente a los nuevos, y los que carecen de vivienda y sufren alquileres elevados. Pocas veces hemos visto una reacción –por todas partes– sobre un asunto de tanta importanci­a, fundada sólo en la lógica de halagar a posibles votantes. La hipoteca hay que definirla bien para que el deudor tenga un contrato que le haga sentirse seguro en épocas de dificultad­es, no al contrario, pero no puede convertirs­e en una subvención a la promoción; y los trabajador­es de los bancos –de los que nadie se acuerda–, no deberían estar sufriendo continuame­nte la insegurida­d de decisiones jurídicas ignorantes, y el vilipendio a las empresas donde se ganan la vida.

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GUMERSINDO RUIZ

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