Dientes para comerse un marrón a mordiscos
El día empezó en Palma entre ruido de sables y acabó, ya de noche, en El Arcángel entre balones. En medio un largo viaje entre avión y autocar, con caras serias, miradas disimuladas y silencios cómplices que se rompió, de manera extraña, a la llegada de la expedición a Córdoba, entrada ya la tarde. El nerviosismo se palpaba en el ambiente cuando el carrusel de f lashes en busca de la foto del día fue cortado de raíz con una mueca entre el desafío y la ironía. Los dientes para comerse el marrón, que no era pequeño a esa hora.
Sandoval fue testigo todavía en Palma del comienzo del cónclave para decidir su futuro. El técnico no es ajeno a lo que está viviendo en un club que rompe cánones y se inventa sus propias leyes, no de ahora, sino desde siempre. Está a gusto porque siente el cariño de la gente, pero echa en falta más res- paldo de los que llevan la voz de mando, de todos. No fue fácil tener que hacer las maletas en junio cuando había acumulado méritos de sobra para continuar. Y menos aún tenerlas que hacer de nuevo en agosto para salvar el verano. Pero esto va de juego, de fútbol, y si esa ecuación no sale, el resto...
Después de cuatro horas de viaje, un almuerzo rápido oyendo la guillotina afilarse a su lado, el regreso a El Arcángel era una incógnita. Lo mismo tocaba dirigir el entrenamiento o despedirse del grupo. Pero al final Sandoval se calzó las botas y pisó el césped con los suyos. La ratificación es la antesala de la destitución, o eso dicen. Habrá que esperar al próximo domingo para ver qué ocurre ante un Cádiz que ha hallado a tiempo el camino de la recuperación. Los cuchillos están ya afilados, dispuestos a ejercer su función. Habrá que ver quién los utiliza. De momento, el marrón está ya comido. Con dientes, dientes...