El Dia de Cordoba

Expulsados del paraíso

- Ángel Robles CÓRDOBA

Afirma Antonio Morales (Castro del Río, 1970) que, en su obra, “la desnudez del cuerpo es señal de la búsqueda de una identidad”. Una búsqueda dirigida a revertir los códigos de la mirada, rechazando la representa­ción, interpreta­ción y fetichismo del cuerpo. Porque, al final, “el desnudo delata la precarieda­d de nuestro yo”. Es la base de la serie fotográfic­a El Jardín de las Delicias, un trabajo realizado entre 2017 y 2018 con 36 fotografía­s que ahora se ve compilada en un volumen.

Explica el artista que la serie, basada en el enigmático tríptico de El Bosco, es “una narración fotográfic­a fragmentad­a, a veces cercana al pictoricis­mo, que juega a hablar del todo, la creación, desde la discontinu­idad de las imágenes”. Son escenas de hombres y mujeres desnudos rendidos a la naturaleza, el jardín, que se despliegan en una serie sin continuida­d y que gra- vitan en torno a la obra del autor holandés.

Cada una de las historias es una narración coral donde “los protagonis­tas se encuentran con el vacío, un mundo en el que nada es lo que parece”. Porque “todo es efímero”, ref lexiona el autor. En este contexto, las figuras se representa­n tenues, transparen­tes, desprovist­as del color, que se interpreta como el pecado. “Es como si representa­sen el alma humana”, explica. E incide: “Los desnudos no llaman a los sentidos, a la sensualida­d, sino que se abandonan a un estatus casi de desidia”.

Como en la obra de El Bosco, El Jardín de las Delicias se presenta como un tríptico. El Paraíso es la primera serie y representa a Adán y Eva. Como curiosidad, la presencia de un drago canario, asociado con el árbol de la vida.

En la pérdida del paraíso, aparecen paisajes en ruinas, imágenes llenas de silencio y de personajes anónimos que se funden con la textura y las formas que aporta la naturaleza. “Es una naturaleza aislada, desnatural­izada, un jardín seco”, explica Morales.

La última de la series se asocia al infierno, los Impíos, traslada al espectador al interior de una antigua capilla, donde los cuerpos se agolpan unos sobre otros sobre plásticos o incrusta-

Representa las figuras tenues, desprovist­as del color, que se interpreta como el pecado

dos en la arquitectu­ra religiosa de un retablo que ha perdido su sentido primigenio.

Antonio Morales es diplomado en la Escuela de Artes y Oficios Mateo Inurria de Córdoba en 1994, durante la década de 1990 a 2000 ha desarrolla­do su actividad artística como pintor, participan­do en diversas exposicion­es.

En aquella etapa recibió el premio Diego Monroy de Pintura. En 2011 se convierte en cofundador del colectivo fotográfic­o Envilo, que aglutina a 12 autores cordobeses y con los que realiza exposicion­es colectivas.

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Imagen de la serie ‘El jardín’.
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EFE ‘Pulp fiction banana’, una de las obras de Bansky incluidas en la exposición.
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Una de las fotografía­s incluidas en el volumen.

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