Toda una vida entregada a la educación
LA idea generalizada a finales del siglo XIX de que las mujeres acudían a las Escuelas Normales por ampliar su cultura y no por ejercer una profesión, reflejan que la preocupación por la educación de la mujer era patente, al tiempo que se buscaba su ascenso cultural e intelectual. Lo que se traduciría, entre otros, en un claustro exclusivamente femenino en las Normales de maestras y en la equiparación del programa de estudios masculino y femenino, sin más excepción que la relativa a las asignaturas de corte, labores y gimnasia, y apenas había necesidad de indicar la razón de estas excepciones. Un cambio que buscaba la profesionalización y se alejaba de las labores propias del sexo y, desde las páginas de La Escuela Moderna también se animó al planteamiento de unos estudios basados en principios científicos tanto para hombres como para mujeres. No obstante, no se conseguirá la igualdad salarial entre profesores y profesoras numerarios de Escuelas Normales.
Rosario García nació en Écija (Sevilla) el 20 de abril de 1841. Entre 1859 y 1861 estudió en la Escuela Normal de Maestras de Sevilla y en ambos obtuvo las calificaciones de sobresaliente, la misma que logró en la reválida de maestra de Primera Enseñanza Elemental (junio de 1860) y en la superior (junio de 1861). Su solicitud en agosto de 1861 para presentarse a las oposiciones que se celebraban en Córdoba sin tan siquiera haber- le llegado su título académico, se transformaría en una propuesta a la Superioridad por la Junta provincial de Instrucción Pública para que ocupase el cargo de directora interina de la Escuela Normal de Maestras al clasificarse en primer lugar en las oposiciones. El 1 de octubre de 1861 tomó posesión del cargo, siendo la primera directora de la Normal femenina y regente de la Escuela Práctica aneja a la institución normalista de Córdoba, desempeñándolo hasta su fallecimiento el 18 de enero de 1911. Desde que tomó posesión del cargo en 1861 fue agregada a los tribunales de reválida y oposiciones que actuaron en Córdoba desde esa fecha.
Dedicaba también parte de su tiempo a la creación poética, pero no dejó ninguna obra impresa, aunque sí numerosas composiciones que fueron recopiladas en un volumen un año después de su fallecimiento, gracias a la labor de coleccionista y editor Ángel Luna García, bajo el título de Trabajos y poesías (Córdoba, Puente Genil: Baldomero Jiménez Luque, 1912).
Su extensa vida laboral hizo posible que participara como vocal o presidenta de numerosas exposiciones y certámenes escolares; en 1868, fue vocal del jurado calificador en la exposición de Productos fabriles, industriales, agrícolas y artísticos, celebrada por iniciativa del Casino Industrial. También actuó como vocal del jurado examinador en el Certamen escolar de Córdoba en mayo de 1884, convo-
La Normal. cado por la Sociedad Económica Cordobesa de Amigos del País. La misma sociedad organizó una exposición en mayo de 1886 para honrar la memoria del Duque de Rivas y ella ostentó la presidencia del jurado clasificador de Obras artísticas y Labores propias de la mujer que tenía lugar dentro de la citada muestra, al igual que el Certamen escolar, del que fue vocal del tribunal examinador de los trabajos presentados.
El mismo cargo de vocal ocuparía en el jurado de Damas que calificaría los trabajos propios de la mujer en la exposición organizada por el Ateneo Científico, Literario y Artístico de Córdoba, inaugurado el 7 de septiembre de 1888. Nuevamente sería vocal del jurado calificador de los trabajos propios de la mujer en la Exposición organizada por la Económica Cordobesa inaugurada el 24 de mayo de 1895. También se distinguió por ocupar a propuesta de la Junta Provincial de Instrucción Pública de Córdoba (1894) la vocalía de la comisión provincial recaudadora para conseguir fondos con el fin de erigir un monumento a Claudio Moyano.
Por orden y en representación de la Diputación de Córdoba concurrió al primer Congreso Pedagógico Español de Madrid en mayo de 1882, con encargo de redactar una memoria. Esta ampliación de sus conocimientos también se puede comprobar en la publicación, bajo el pseudónimo de El Mentor, de varias obras para las escuelas primarias sobre Gramática, Ortografía, Aritmética, Urbanidad y Lecturas morales de varios grados. Colaboró en los periódicos de Instrucción Pública que vieron la luz en Sevilla y Córdoba, titulados La Enseñanza y El Magisterio cordobés, así como en el Diario de Córdoba y en El Magisterio Extre- meño. Asimismo, contó con diferentes escritos laudatorios por sus actividades, entre ellos un oficio laudatorio y voto de gracia del Ayuntamiento de Córdoba, fechado el 4 de mayo de 1865, por los trabajos realizados en la Escuela para la pronta instalación del Asilo de Mendicidad. Otro de gracias por la Diputación de Córdoba por la memoria que le dedicó relativa al Primer Congreso Pedagógico Español celebrado en Madrid en mayo de 1882. Un tercero de la Sociedad Económica Cordobesa de Amigos del País por el donativo de libros que hizo para el certamen escolar que presidió con motivo del festival en honor a Ángel de Saavedra Fajardo, duque de Rivas en mayo de 1886.
Gracias a su reconocida inteligencia y por su acusada vocación humanística ocuparía cargos destacados al servicio de la administración del país, como los de Vocal de la Junta de Instrucción Pública y de la Junta de Protección de la Infancia.