‘MENAGE A TROIS’
HAY rubias y rubias. La frase la dice Philip Marlowe, el personaje creado por Raymond Chandler en El largo adiós. Aunque sea desde un prisma consorte, las rubias han llegado al poder en el Palacio de San Telmo. Una de las muchas fotos del cambio es la de esas dos chicas, las jóvenes esposas de Juanma Moreno y de Pablo Casado, asistiendo a un relevo casi inverosímil. La gente todavía f lota de incredulidad ante lo que podría interpretarse simplistamente como una revolución de derechas. En su libro Persona non grata, el chileno Jorge Edwards cuenta que Fidel Castro defendió que su revolución no obedecía a la lucha de clases según la ortodoxia soviética. Un Caribe marxista era como una rubia de bote. La revolución de la derecha, de las dos derechas, de las tres derechas, ese un, dos tres que un Kiko Ledgard socialista se ha puesto a contar, tiene un punto de heterodoxia castrista. La izquierda tendría que pasarse por el oculista si mantiene el discurso de que han llegado al Go- bierno andaluz los representantes de los ricos, los de las corbatas en esa doble simbología que han usado las dos señoras morenas enviadas a la oposición por la combinación de alianzas.
Decía Tom Wolfe en La hoguera de las vanidades que un hombre de derechas se hace de izquierdas cuando se pasa una temporada en la cárcel. No creo que sea el caso de Bárcenas, Rato o Urdangarín, pero vale la metáfora para la siguiente. Un Gobierno de izquierdas se hace de derechas si se mantiene mucho tiempo en el poder. La aspiración de los gobiernos no debe ser la de los matrimonios, aunque estadísticamente éstos duran mucho menos que aquéllos. El sillón seduce mucho más que el cariño y Andalucía asiste a un inesperado divorcio inducido por extraños casamientos. La nueva pareja, que en realidad es un trío que algunos ven como menage a trois, dependerá de las fidelidades para su perdurabilidad.
Una mujer pregonera de la Semana Santa de Sevilla por primera vez en ochenta años. El PSOE fuera de la Junta por primera vez en cuarenta años. Y el año no ha hecho más que comenzar. Susana Díaz se estrena en la oposición desde que en la primavera de 1999 entró de concejal en el Ayuntamiento de Sevilla. Iba con el número 10, como la camiseta de Cardeñosa, la película de Bo Derek o el equipo ideal para Helenio Herrera.
Una mujer pregonera de la Semana Santa de Sevilla y el PSOE fuera de la Junta. Y el año sólo acaba de empezar