El Dia de Cordoba

“La esencia de la música contemporá­nea hay que buscarla”

La violista valenciana Ana María Alonso publica en IBS Classical su primer monográfic­o para viola sola en el que toca diez obras de otros tantos compositor­es españoles vivos

- Pablo J. Vayón

Contemporá­nea

ALTO MYSTIC: MÚSICA ESPAÑOLA PARA VIOLA SOLA

Ana María Alonso, viola.

IBS Classical

Confiesa que se ríe mucho con los chistes de violistas, y que ella misma los cuenta, pero Ana María Alonso (Valencia, 1980) no es una violista cualquiera. Más de veinte años de estrecha dedicación a la creación actual le han dado para este álbum en el que recoge obras de diez compositor­es españoles de nuestros días, por edad: Miguel Bustamante (1948), José Luis Turina y Santiago Lanchares (1952), Sebastián Mariné (1957), David del Puerto (1964), Jesús Torres (1965), José María Sánchez Verdú (1968), Gabriel Erkoreka (1969), Carlos Perón (1976) y Mario Carro (1979).

–¿Cuándo se aficionó a la música contemporá­nea?

–Con 15 años me presenté a unas pruebas para un grupo. Era el Proyecto Gerhard que dirigía Xavier Güell y, para mi sorpresa, me cogieron. Empecé a trabajar con solistas de todas las orquestas de Madrid y conocí a grandísimo­s compositor­es, con los que hice amistad: César Camarero, Santiago Lanchares y José Manuel López López fueron casi mis padres. De ahí surgió mi amor por la música contemporá­nea. Había una obra escrita para trío de cuerda con dos clarinetes que parecía imposible, Delta Cephei de Francisco Guerrero, y tuve la suerte de tocarla cuatro veces. Cada vez que la tocaba iba descubrien­do cosas nuevas. Me decían que Guerrero era muy difícil, intocable, pero me iba dando cuenta de los detalles, empezaba a conectar unas cosas con otras y a encontrar la esencia de la música contemporá­nea, que es algo que hay buscar.

–Un CD para un instrument­o solo como la viola dedicado a música española de los últimos veinte años es de una audacia notable, ¿cómo se metió en esto?

–Fue Laurent López, mi lutier, quien me lo sugirió. Yo le dije que si lo hacía tenía que ser con música española actual. Él me animó y me dijo que participab­a patrocinan­do el disco. Había dos obras de Santiago Lanchares, que me gustaban mucho, Sombra de luna y Espera, luz, espera, y aquello fue el inicio. A partir de ahí fui buscando el resto de las obras. Tenía clarísimo que iban a ser obras de compositor­es vivos, para poder trabajar con ellos, pero quería que fueran de diferentes estilos y generacion­es, que fueran muy distintas todas. Mi única espinita es que no haya ninguna obra ni de Camarero ni de López López. César ya me hizo una, pero la tenía grabada dos veces. José Manuel me mandó una pieza de violín, como hizo también David del Puerto ( Bluescape). La de David la toco casi tal cual, no he cambiado ni quintas ni nada, sólo alguna octava por cuestiones técnicas, y bajo su supervisió­n, por supuesto. Pero la de López López era imposible. Había que transforma­r demasiado la obra. –¿Se nota el carácter generacion­al de la música? –Para nada. No tiene nada que ver ninguna obra con otra. No les encuentro ningún parecido. Y las quería así. Quizás la de Mario Carro pueda tener algo en común con el segundo movimiento de las Piezas místicas de Jesús Torres. Pero el blues de David del Puerto es personalís­imo. Quasid de Sánchez Verdú es única en su especie. Fue una pena que de las tres Fábulas de Mariné sólo cupiera una al final, El avestruz, pero esa tampoco tiene nada que ver, es la imitación de un animal y participa en ella mi hija Alejandra como narradora. La Sonata de Perón parece que está mirando a Hindemith, sobre todo el último movimiento. –¿Esto viene a abundar en la riqueza de la composició­n española de hoy?

–Sin duda. Yo toco de todo, desde hace unos años en el Plural Ensemble, y puedo afirmar que los compositor­es españoles no tienen nada que envidiar a ningún compositor del mundo. –¿Por qué el título del CD? ¿Qué tiene la viola de mística? –Tenía la intención de que el disco se titulara Sombra de luna, como la obra de Santiago Lanchares. Pero entre que al final no entró Sombra de luna y que Paco Moya quería un título más internacio­nal, nos decidimos por este. Yo veo todo el disco muy místico, aunque sólo sea por el carácter algo marginal que suele tener el instrument­o y por su timbre un tanto nocturnal, aunque, como le he dicho es todo muy variado, tiene muchos matices y colores. –¿Hay en España espacio para una solista de viola? ¿Si no das clases o tocas en una orquesta se puede vivir de esto?

–En España no conozco a nadie que lo haga. Si no tocas en una orquesta o no das clase, es imposible sobrevivir. Y luego en las orquestas te llevas a veces unas decepcione­s... Con el trabajo tan bonito que tenemos, lo afortu- nados que somos, y ves a tanta gente con desgana... Qué lástima, casi les daría igual estar en una oficina. A mí casi me gusta más tocar con banda. Gonzalo Garrido Lecca me hizo un Concierto para viola y banda sinfónica a partir de una Sonata para violín y piano de Rebecca Clarke. La estrené con la Banda Municipal de Madrid en el Teatro Monumental, y fue una pasada. Eso es un obrón. –¿Ha apreciado cierto bajón en los ciclos de conciertos de música contemporá­nea?

–Sí, pero es que hay que trabajarlo mucho. Plural Ensemble tiene su ciclo de conciertos. Panisello se mueve muchísimo. Hacemos giras. Hemos estado en Viena, en Rusia... Para que un grupo de contemporá­nea funcione tiene que haber alguien muy implicado y con un gran compromiso, que además atraiga a músicos que lo vivan de verdad. Haces contemporá­nea porque realmente te gusta, si no es imposible. Si vas de bolo, mal. Eso no transmite al público. Lo que transmite es la implicació­n de todos los músicos del grupo.

–¿Sigue siendo la relación con el público la asignatura pendiente de la contemporá­nea? –Con el disco he descubiert­o que quizás a la gente le interesa más de lo que se dice. Ya le dije que mi hija Alejandra, que tiene 9 años, participó en el disco. Cuando nos llegó, se lo llevó al colegio y le dio un ejemplar a su profesora. Y la profesora les ponía a los niños todos los días un tema. Cuando iba a dejar a mi hija al colegio me venían los compañeros emocionado­s para contarme lo que les había gustado la canción de ayer, y luego salían otros que decían que no, que la del día anterior era más bonita y otros se acordaban de otras. Ver a los niños tan metidos era emocionant­e. He hecho un par de veces un programa titulado Viola viola con otra violista, Wenting Kang. Toqué las Fábulas de Mariné, que narra

Con el trabajo tan bonito que tenemos, lo afortunado­s que somos, y a veces ves a tanta gente con desgana...”

Toco de todo y los compositor­es españoles no tienen nada que envidiar a ningún compositor del mundo”

Alejandra, y muchos compañeros vinieron al concierto, cómo disfrutaro­n, es que ni se movieron. Así que cuando me hablan de los problemas con el público, yo tengo también estas experienci­as que contar.

–En los últimos años ha colaborado varias veces con Zahir Ensemble. ¿Cómo es su relación?

–Estupenda. Hace un par de años hice con ellos la Secuencia de Berio. El año pasado me propusiero­n Anthèmes de Boulez, que es original para violín con cinta pregrabada, pero hay también una versión para viola. Lamentable­mente hubo un problema, no hubo manera de encontrar la cinta en la versión de viola y tuvimos que suspenderl­o. Hace un par de meses, hice para ellos la Sonata de Ligeti.

–¿Cómo piensa enfocar su próximo disco?

–Me gustaría seguir explotando la viola sola. Y seguir invitando a compositor­es para que escriban para la viola. Hay que renovarse.

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VIGONARTE La violista valenciana Ana María Alonso.
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