El Dia de Cordoba

EL PAPA EN TELEVISIÓN

- EDUARDO OSBORNE www.paisajeurb­ano.org

LA otra noche pude ver la entrevista que Jordi Évole le hizo al papa Francisco para La Sexta, y he seguido con interés las diferentes reacciones que ha suscitado entre la gente, particular­mente entre los que se manifiesta­n cristianos practicant­es. Y como se podía esperar éstas resultan ser muy dispares, desde los que se llevan las manos a la cabeza por lo que consideran una frivolidad rayana en temeridad la de este Papa para sentarse ante un tipo como aquel, anatema de la peor calaña para un sector

nada despreciab­le de espectador­es, a los que, sin embargo, ven en la actitud dialogante de Francisco una muestra de evangélica valentía dentro de los tiempos que corren.

Algo de temeridad hay, desde luego, en la actitud de exponerse de esa manera tan espontánea y directa ante el interrogat­orio, a ratos previsible, a ratos tramposo, del periodista catalán, más preocupado por sacarle alguna declaració­n que arrope el manido discurso de la intelectua­lidad progre que por profundiza­r en otras cuestiones más reveladora­s de la condición humana. En este sentido, y dado lo excepciona­l de tener a dos metros de ti a todo un Papa de Roma dispuesto a conversar largo y tendido, bien podría hablarse de ocasión perdida.

Si quizás consiguió algo de lo que pretendía en asuntos como la inmigració­n o el capitalism­o salvaje (en realidad, le hubiera bastado al entrevista­dor conocer la doctrina social de la Iglesia, y dudo que cualquier Papa anterior hubiera dicho cosa muy distinta), sin embargo pinchó en hueso con el (obsesivo) tema de los restos de Franco, y con estrépito después cuando le inquirió por el aborto. Guardo en la mente la expresión tranquila del Papa preguntánd­ole: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?

De cualquier forma, reconozco mi desconcier­to por esta forma de manejar la comunicaci­ón por parte de la más alta dignidad de la Iglesia universal, y será por estos tiempos convulsos, pero no termino de ver la necesidad de meterse en esa ratonera mediática con muy poco que ganar y muchísimo que perder. Y me parece bien que un Papa del siglo XXI aborde con determinac­ión y valentía asuntos sociales que a todos nos interrogan, pero entiendo que existen otros formatos e interlocut­ores más idóneos para llevar al debate público las tensiones siempre vigentes entre las razones del cielo y el mundo terrenal cada vez más seculariza­do.

Guardo en la mente al

Papa preguntand­o: ¿Es lícito eliminar una vida humana para resolver un problema?

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