El Dia de Cordoba

“En el flamenco se puede innovar; lo de crear ya es más complicado”

- Pablo Bujalance

–¿De qué le ha curado a usted la música?

–De muchas cosas. De todo. La música lo cura todo. Si estás deprimido, te ayuda a venirte arriba.

–Pero a ver de qué música hablamos, claro.

–Hombre, por supuesto. Yo tengo claro que la música que más cura es el flamenco. La misma que hace marca España. Hace unos días actuamos Tomatito y yo en el Hospital 12 de Octubre de Madrid para pacientes, familiares y profesiona­les y allí pudimos comprobar hasta qué punto el flamenco invita a vivir, a superar lo malo, a olvidar los peores ratos y a agarrarse a la vida.

Tengo en mente hacer un disco con Bruce Springstee­n. Aunque él no sea muy flamenco, me encantaría”

–Se quejaba Kiko Veneno de que en la radio sólo suena música para maquinas, no para personas.

–Y tiene mucha razón. Mira, no hay una música que salga tanto de las entrañas y del corazón como el flamenco. Por eso es una suerte que, al mismo tiempo, sea una música tan importante para nuestra cultura, para nuestra identidad. Lo que pasa es que en España son muy pocos los que se han dado cuenta. Y al final la declaració­n de Patrimonio de la Humanidad tampoco ha servido para mucho.

–¿Eso responde todavía a un prejuicio? –Más que a un prejuicio, creo que es una cuestión de incultura. De que no se ha educado lo suficiente en el valor del flamenco. Si vas a cualquier otro lugar del mundo encuentras mucha protección en las músicas autóctonas. Las ponen en la radio, hacen que la gente se familiaric­e con ellas. Con el flamenco todo es más difícil. Pero vaya, yo no me canso de reivindica­rlo.

–¿Es más fácil divulgar el flamenco fuera de España? –Lo que sí te puedo decir es que la respuesta del público fuera de España es casi siempre exquisita porque quien va a un concierto de flamenco va a sentir. Aquí todavía se da por sentado que para disfrutar el flamenco hay que ser un entendido. En otros países asumen desde el principio que no lo son, así que se dedican a disfrutar, sin más. De modo que a lo mejor sí es más fácil. Incluso aunque hablen otro idioma.

–Por cierto, ¿lo jondo dependen en el cante más de la letra que se canta o de la voz del intérprete?

–No sé, pero sí que echo de menos las letras antiguas. Las del pueblo, las que la gente considerab­a suyas. Con todo el respeto que merecen los autores de letras modernas, la sustancia más auténtica del flamenco está en las letras populares.

–Y a tenor de los intérprete­s más jóvenes, ¿diría que está garantizad­a la superviven­cia del cante, o ya se ha convertido en otra cosa? –Es evidente que los cantaores jóvenes no van a cantar igual que cantaban los antiguos, ni sus abuelos, ni sus padres. Alguien que ha crecido en el mundo de hoy in

corporará inevitable­mente eso a lo que canta. No se puede pedir otra cosa. Yo lo vería más como una cuestión relacionad­a con la música de raíz. Y con esto se produce una paradoja: las músicas de raíz nunca están de moda, pero son eternas. Nunca han tenido un gran éxito, no llaman la atención

de mucha gente; pero consiguen perdurar en el tiempo, no se acaban. Y hay que entender el flamenco como una música de raíz. Eso sí, hay que tener presente que en el flamenco se puede innovar, pero lo de crear ya es bastante más complicado. –Cuesta creer que Tomatito y usted no hubieran compartido un proyecto mano a mano como hasta ahora, aunque hayan colaborado puntualmen­te en muchas ocasiones. ¿Esperaban el momento idóneo?

–Bueno, Tomatito se quedó huérfano de cantaor cuando perdió a Camarón y yo me quedé huérfano de guitarrist­a cuando perdí a Moraíto. El momento era idóneo, desde luego, pero principalm­ente hemos hecho nuestro primer disco juntos porque nos apetecía. La única premisa era hacerlo todo como nos gusta, pasarlo bien, y así ha sido.

–¿Ha brotado alguna química inesperada?

–Lo que más he disfrutado es la total y absoluta ausencia de egos entre nosotros. Nos juntamos, Tomatito toca, yo canto, y de inmediato ponemos toda la atención en que el otro esté a gusto. Así sucedió en el estudio y así sucede cada vez que actuamos en el escenario. Pero es que de otra forma no habría tenido sentido. Dime tú para qué nos habríamos juntado ahora a estas alturas Tomatito y yo si no hubiera sido para pasarlo bien. –¿Hay algún músico ajeno al flamenco con el que le gustaría colaborar?

–Tengo un proyecto desde hace un tiempo metido en el cajón para hacer un disco con Bruce Springstee­n.

–No me diga.

–Sí. Y ojalá salga. Él no es muy flamenco, pero me encanta lo que hace. Creo que lo disfrutarí­amos mucho. –En su público se reúnen aficionado­s al flamenco y otros que no lo son tanto. ¿Cómo lo hace para convencerl­os a todos?

–He hecho algunos discos que gustaron a mucha gente y a la vez muchos aficionado­s al cante han seguido escuchándo­me. Lo mismo abuelos que niños. Y me llevo bien con todos. Supongo que es cuestión de suerte.

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