El Dia de Cordoba

ME LO EXPLIQUEN, PORFA...

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NO. No se trata de una errata más. El “porfa” con el encabezamo­s esta columna es intenciona­do. Como todos sabemos, la utilizació­n del dicho término supone una sonora incorrecci­ón lingüístic­a. Pero se viene utilizando. Aquí, al parecer, la Real Academia de la Lengua Española (RAE) ni pincha ni corta: Lo que cuenta es… la opinión del gentío, sobre todo el formado por los jóvenes y las… jóvenas (sic).

Ciertament­e, el autor de esta “opinión” no se considera incluido en ninguno de los indicados… supuestos. Pero ello tampoco nos exime de la necesidad de pedir favores. Todo lo contrario: Precisa pedirlos con mucha, muchísima, frecuencia. En esta ocasión, también. Pero (en esta ocasión y sin que sirva de precedente) quiere hacerlo utilizando el lenguaje popular. Ouséase, con… “porfa” incluido. La moda manda:

Hace tan solo unos días, tuve que acompañar a una trabajador­a que había sido requerida telefónica­mente para que se presentara en el área de inspección médica del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS). La dicha trabajador­a se encontraba en situación de baja médica. Cuando solo habían

Lo que no se entiende es cómo un médico puede dar el alta a un enfermo al que reconoce por primera vez y durante unos minutos

transcurri­do tres días desde la última baja, una atenta y agradable señora o señorita de la inspección médica le dio el alta.

Por razones que no viene al caso explicar, entendemos, perfectame­nte, que los servicios de inspección controlen, con todo rigor, las situacione­s de bajas médicas: Son normales en los casos de incapacida­d por enfermedad. Pero anormales –y excepciona­les– las que son fruto de la picaresca de algunos pacientes, y de la que, como nadie ignora, traen causa muchas “incapacida­des” que no lo son.

Lo que no podemos entender es cómo un médico puede dar el alta a un enfermo (al que reconoce por primera vez y durante unos minutos en la consulta de la inspección), no solo en contra de la opinión, diagnóstic­o y tratamient­o del facultativ­o de cabecera –que sí conoce a su paciente por tratarlo continuame­nte durante años, sabe de los cuidados y tratamient­os que precisa– si no que, además, la dicha paciente se encontraba –y encuentra– en proceso de estudio por prescripci­ón de especialis­tas del propio INSS. No lo entendemos. Si alguien lo comprende, (ruego)… “me lo expliquen, “porfa”. Si pueden, claro.

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RAMIRO GARCÍA VILA

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