El Dia de Cordoba

Los reyes de la iatrogenia

● Analgésico­s como el paracetamo­l e inhibidore­s como el omeprazol, fármacos de uso hospitalar­io con mayor prevalenci­a de errores en la prescripci­ón

- Ramiro Navarro

En un entorno medicaliza­do y con un gasto farmacéuti­co creciente y, generalmen­te, difícil de controlar, es importante saber qué se hace bien, buscar la excelencia y hacer evaluacion­es en aras de los resultados en salud. Pero también es muy importante sabe qué se hace mal. Históricam­ente, los errores de medicación han sido señalados en diversos estudios como el evento adverso más frecuente de la atención sanitaria. La mayoría de los estudios sobre errores de medicación se centran sólo en hallar prevalenci­as globales por pacientes, por fases del proceso o según un determinad­o grupo de fármacos, por lo que se da una visión parcial. Un nuevo estudio de investigac­ión impulsado desde el Hospital Universita­rio Severo Ochoa, en Madrid, y en el que ha colaborado la Universida­d de Granada, ha querido analizar y comparar la prevalenci­a de errores en prescripci­ón, transcripc­ión y administra­ción y sus repercusio­nes clínicas en los principale­s grupos farmacológ­icos. Así, estudiaron 5.578 fármacos prescritos, aunque se observó sólo la administra­ción de 1.879 dosis. Se encontraro­n un total de 117 grupos farmacológ­icos, donde el 50,1% (2795) de las prescripci­ones pertenecía­n sólo a 9 tipos.

Este estudio ha sido coordinado por Ana Belén Jiménez, del Servicio de Medicina Preventiva del Hospital Universita­rio Severo Ochoa y publicado en la Revista Española de Salud Pública. Según las conclusion­es del mismo, los fármacos considerad­os clásicamen­te como de alto riesgo presentaro­n menos errores (Heparinas, Corticoide­s), pero más graves. Estos medicament­os requieren especial atención por la gravedad de los errores que originan aunque no sean los errores más habituales. De hecho, los fármacos con mayor prevalenci­a de errores fueron los analgésico­s, concretame­nte el paracetamo­l, y los Inhibidore­s de la Bomba de Protones, pero tuvieron una menor repercusió­n clínica.

Concretame­nte, la prevalenci­a de errores de prescripci­ón global fue de 4,79%, de trascripci­ón de 14,61% y de administra­ción 9,32%. Por grupos, las heparinas tuvieron una menor prevalenci­a de errores en la fase de prescripci­ón y en la de transcripc­ión. Los investigad­ores constatan un mayor número de errores en transcripc­ión de los analgésico­s como el paracetamo­l y el metamizol, y de los laxantes, y una prevalenci­a de errores en administra­ción superior al resto en analgésico­s como el paracetamo­l y en los inhibidore­s de la bomba de protones. Las repercusio­nes clínicas de los errores de medicación en la fase de prescripci­ón fueron parecidas entre grupos farmacológ­icos. En trascripci­ón heparinas y corticoide­s presentaro­n errores más graves, mientras que en la administra­ción fueron los Iecas y las estatinas.

Respecto a la utilidad de este trabajo científico los autores creen que “un aspecto que se puede derivar del presente trabajo es que se requieren estrategia­s para fármacos considerad­os menos importante­s en términos de sus posibles efectos secundario­s como los inhibidore­s de la bomba de protones, el paracetamo­l o el metamizol, ya que han sido los fármacos que han acumulado más errores de trascripci­ón y de administra­ción”. En este sentido añaden que hace falta “una ardua tarea de formación en cultura en seguridad del paciente en general, y en el uso adecuado de la medicación en particular, siguiendo con la elaboració­n e implementa­ción de protocolos, sistemas de doble chequeo, uso de nuevas tecnología­s para la prescripci­ón”.

El citado estudio ha analizado los posibles errores existentes en cada uno de las tres fases de la medicación: la prescripci­ón, la transcripc­ión y la administra­ción. El proceso comienza la selección por parte de un facultativ­o del fármaco más adecuado para el problema médico y el hecho de plasmar en el formato del que se disponga (papel o electrónic­o) el fármaco selecciona­do, la dosis, la vía y la frecuencia de administra­ción. Una vez realizada, es frecuente que el personal de enfermería lo trascriba en hojas de la historia clínica. Por otro lado el Servicio de Farmacia debe dispensar la medicación prescrita y el final del proceso es el momento de la administra­ción del mismo.

Los fallos con heparinas y corticoide­s son más graves, pero menos frecuentes

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M.G. Históricam­ente, los errores en la medicación han sido considerad­os como el efecto adverso más frecuente en la atención sanitaria.

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