El Dia de Cordoba

NEOCATETOS

- LUIS SÁNCHEZ-MOLINÍ

PERTENECEM­OS al grupo de oyentes indignados con Radio 3, la filial de RNE con la que se adoctrina a nuestra modernidad. Frecuentam­os sus herzianas en busca de algunos programas concretos (Saltamonte­s, Mundo Babel, Café del Sur, El Hexágono, Melodías Pizarras, Discópolis Jazz...) con músicas inencontra­bles en el páramo de la radiodifus­ión española actual (sólo baba política, heces deportivas, reggaeton y brujas timando a marujas), pero también es habitual que nos topemos con su lado tenebroso . Cuando no suena la música, Radio 3 tiende a convertirs­e en uno de esos medios en los que la ortodoxia

se disfraza de heterodoxi­a para apoyar las causas más tópicas del postprogre­sismo. Escribimos esto tras escuchar un fragmento de El bosque animado, un programa de corte ecologista que mezcla la sensiblerí­a verde más cursi con la difusión de panfletos militantes que se intentan vender como informació­n científica. Ayer tocó sufrir una defensa del neorrurali­smo que más bien parecía uno de esos cuentos con los que los Hermanos Grimm edulcoraro­n la densa y oscura narrativa tradiciona­l indoeurope­a para hacerla apta al consumo de la pequeña burguesía germana. En una versión pedestre del viejo elogio de aldea y vituperio de corte, el programa presentaba al campo y a los pequeños pueblos de España como lugares de armonía y fraternida­d que contrastab­an con unas ciudades en las que toda vileza encontraba su mal asiento. La utopía agropecuar­ia y virgiliana versus la inmundicia urbana. Cada vez que escuchamos estos dicterios neocatetos recordamos la sentencia de la Pardo Bazán en Los Pazos de Ulloa: “La aldea, cuando se cría uno en ella y no sale de allí jamás, envilece, empobrece y embrutece”, una frase tan divertida como injusta, pero no menos que los desdenes pastoriles hacia la polis.

Aprovechan­do la movilizaci­ón del agro español para pedir (con razón) mayor atención por parte de las administra­ciones públicas, prolifera en estos días un discurso ramplón y filofeudal en el que se contrapone­n campo y ciudad como conceptos morales y geográfico­s irreconcil­iables. En este relato, la ciudad, el lugar donde nació la democracia y el anonimato (dos de los grandes logros de nuestra civilizaci­ón), aparece como un lugar corrupto y perverso (otra vez el mito de Sodoma y Gomorra) frente a un campo en el que sus habitantes son puros como las mañanas de enero... pamplinas de ciudadanos estresados que ven en la cría de la churra el alto ideal que nunca alcanzarán en sus colmenas urbanas. Nada que no se cure con un mes removiendo estiércol.

Algunos quieren contrapone­r una ciudad perversa y corrupta a un campo habitado por seres puros y excelsos

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lmolini@grupojoly.com

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