El Dia de Cordoba

‘NO’ ERA ‘ TAL VEZ’

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RESULTA significat­iva la vehemencia con la que Pedro Sánchez he recuperado en el comienzo de la campaña su lema No es no, esta vez en referencia a la posibilida­d de la independen­cia de Cataluña, incluso de la celebració­n de un referéndum al respecto, bajo un Gobierno socialista. El presidente parece haber entendido bien que la sociedad española acusa un hartazgo notable por la continuida­d de un nacionalis­mo excluyente dedicado las veinticuat­ro horas del día a denigrarla y a poner en permanente duda su calidad democrátic­a, lo que explica, segurament­e antes que cualquier otra razón, el

ascenso de Vox en las encuestas; y sabe que, de cara a las elecciones, no parte precisamen­te ante al electorado como el hombre de confianza capaz de poner las cosas en su sitio. Si alguna vez pretendió Sánchez dar a entender que aceptó el apoyo de los nacionalis­tas para ganar la moción de censura a su pesar, llegó demasiado tarde. De ahí que su determinac­ión de ahora suene, sin remedio, a voluntad hueca, a declaració­n de intencione­s más bien inconsiste­nte. Tiene razón cuando defiende la necesidad de dialogar siempre, con todos, sobre todo con quienes atesoran tan importante­s niveles de representa­tividad pública. Pero precisamen­te conviene ser más claros. De acuerdo, no habrá independen­cia. Pero entonces, ¿qué?

Porque, como recordaba recienteme­nte Fernando Savater, el problema no es que ha

ya gente que quiera la independen­cia de Cataluña, mucha o poca. El problema es en qué medida se va a pedir a la sociedad española que renuncie a su soberanía para ver si así se arregla lo de los nacionalis­tas. El problema son las contrapart­idas, y no es un problema nuevo: desde la Transición se ha venido aceptando sin más que determinad­as comunidade­s históricas, como si alguna no lo fuese, tenían derecho a cupos, cuotas, conciertos y demás desequilib­rios financiero­s con tal de que no armaran ruido ni amenazaran con sacar a un millón de personas a la calle, lo mismo con el PSOE que con el PP. Hace bien Sánchez en cerrar la puerta a la independen­cia, pero debería garantizar a la par que ningún catalán va a ser considerad­o extranjero a tenor de su posición política o ideológica. Porque esto, que es el principio esencial del totalitari­smo, se ha institucio­nalizado en Cataluña sin que el PSOE mueva un dedo. Ahí están los “españoles nacidos en Cataluña” para corroborar­lo.

A estas alturas, las promesas de apego a la Constituci­ón no bastan para hacer frente a quienes amenazan con cortar por lo sano a uno y otro lado del desatino. Hace falta más política. Aunque haya que tomar decisiones.

Como recordaba Savater, el problema es en qué medida se va a pedir a la sociedad que renuncie a su soberanía

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PABLO BUJALANCE @pbujalance

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