Soluciones catalanas con Andalucía de fondo
Historiadores, juristas, escritores y economistas dialogan en Barcelona sobre elementos comunes de ambos territorios para salir del laberinto del ‘procés’
Un centenar de personas, entre historiadores, economistas, escritores, sociólogos y juristas, han dialogado durante día y medio este fin de semana en Barcelona sobre Andalucía y Cataluña. Son de izquierdas porque parece que no hay nadie de derechas, aunque en realidad lo que les une es una voluntad de formular vías de solución al conflicto catalán de la mano de intelectuales andaluces, porque Andalucía estuvo en el origen de la difusión autonómica por España y sería bueno, casi imprescindible, que estuviese en ese camino que hoy es aún incierto.
El politólogo malagueño Manuel Arias Maldonado lo desdramatizó el sábado, casi al final de las jornadas en el Palacio Macaya: la democracia siempre vive en conflicto, siempre está en crisis, es un modelo dinámico.
Hace varios meses, al profesor Javier Aristu y al historiado Javier Tébar, andaluz y catalán, se les ocurrió celebrar, primero, en Sevilla en octubre, y después en Barcelona, los pasados viernes y sábado, estos Diálogos que seguirán reuniendo a mucha materia gris de ambas comunidades.
Es complicado poner de acuerdo a tantas personas con criterios propios y definidos, pero digamos que, en conjunto, se rechaza la vía unilateral y la aplicación permanente del artículo 155 como modelo político. Muchos son federalistas, pero el término también rebosa de matices.
El historiador Josep María Fradera propone tres supuestos para una posible salida: reconocimiento del marco constitucional como lugar de entendimiento, como base de partida, lo que en algunos sistemas federales sería la lealtad federal; reconocimiento de la especificidad catalana, y acuerdo fiscal.
El sociólogo andaluz Manuel Pérez Yruela lo explicó al inicio de las jornadas: su propuesta de solución también es federalista, pero cree que el “nudo gordiano” de la discusión es la aceptación de esa “singularidad” o “asimetría”. Pérez Yruela recuerda cómo el autogobierno andaluz nace de una voluntad de “no ser más que nadie, pero tampoco menos que nadie”. En efecto, las soluciones no son fáciles.
Las intervenciones se han sucedido en Barcelona desde las 10 de la mañana del viernes a las 14 horas de la tarde del sábado. Y cada reflexión ha estado cayendo como cubos de agua fría sobre los participantes, aunque otras contenían un líquido más templado. Nadie se corta. Pero sobre todo no se ha arrojado agua hirviendo, y esto es lo más importante.
El procès ha sido un desastre, casi nadie habla ya de referéndum y la penalista Mercedes García Arán casi llegó a suplicar por un relato que evite la humillación y permita una reflexión serenada. García Arán entiende que todo esto seguirá congelado hasta que se conozca la sentencia del Tribunal Supremo sobre el juicio a los líderes independentistas.
Tras la opereta del Brexit, nadie quiere volver a pisar ni el Catexit ni referendos binarios donde las soluciones quedan ensombrecidas por un sí o un no.
El constitucionalista Javier Pérez Royo, federalista de la primera hornada, sostuvo que la única solución será política, nunca judicial. Y el catedrático de Sevilla Bartolomé Clavero se erigió como casi el único que aboga por un referéndum y un modelo confederal. Fue, quizás, el más polémico al sostener que la autonomía andaluza esconde un alma “anticatalana y antivasca”. Ana Carmona, compañera de Facultad, le rebatió, sugiriendo que el próximo Diálogo se concrete en tres o cuatro asuntos, uno de ellos la financiación autonómica, que sí que es uno de las claves de discordia.
Con todas las explicaciones habidas y por haber, ya nadie escondió opiniones a continuación. Y no sólo hablaron los juristas y los constitucionalistas. El escritor sevillano Antonio Rodríguez Almodóvar emocionó al abogar por no sacralizar las lenguas; antes de todas ellas –explicó– los miedos y temores de los pueblos europeos eran los mismos, los cuentos repiten su simbología como advertencia de comportamiento en cada país o región, en Rusia o en Alemania, con anterioridad a la construcción de cada idioma.
Algunas de las reflexiones de los profesores andaluces deberían tener una derivada caso propia de estos Diálogos porque también Andalucía necesita de conclusiones. El economista Joaquín Aurioles, por ejemplo, construyó una magnífica reflexión del porqué la comunidad sigue estando, después de 36 años de autogobierno, por debajo de la media española de renta, del porqué no se ha producido el ajuste salarial y migratorio con el que se consiguen este tipo de saltos relativos entre regiones, y cuyas respuestas están muy relacionadas con la paradoja del Estado del bienestar.