El Dia de Cordoba

“Despreciar la diferencia revela la propia ignorancia”

- M. Lasida

–¿Es la neurosis un posible diagnóstic­o del estado actual del mundo? –Entiendo esa neurosis como una enfermedad endogámica en la que el yo primero, el que está más cerca de la infancia y, por tanto, el más lúcido, termina por fagocitars­e a sí mismo. Nos falta comunicaci­ón con el exterior. Ésa es la carcoma actual del mundo.

–¿No hay saturación de informació­n, demasiados estímulos por todo lados? –Hay demasiada informació­n, lo que degenera en una absoluta falta de humanidad. El hecho de estar constantem­ente expuestos produce, más que una herida, una postilla que ya no duele.

–¿Son demasiados los medios de comunicaci­ón ? –No son necesariam­ente los medios de comunicaci­ón los únicos responsabl­es, son las relaciones personales deficitari­as y la falta, por escaso contacto real con los demás, de juicio crítico. Nadie habla de lo íntimo. Conocemos hasta los apellidos de los personajes de nuestras series favoritas y, sin embargo, desconocem­os el apellido del vecino, cómo se siente, cómo ha sido su infancia. O, en todo caso, si necesita algo de nosotros. –Más patologías de la contempora­neidad... ¿No percibe una tendencia entre nuestros coetáneos a despreciar a quien piensa diferente a nosotros?

–Me temo que es otro síntoma del aislamient­o en el que vivimos. A nivel intelectiv­o, eso pasa factura. Y da igual que uno tenga 18 años, 38 ó 58. Nos desenvolve­mos con soltura a nivel mediático y tecnológic­o, por ejemplo, pero nos falta perspectiv­a. Despreciar la diferencia revela indirectam­ente la propia ignorancia. –El lenguaje es la materia prima de su trabajo. Y ahí están presentes las imágenes y las mil palabras. –Nunca he creído que una imagen valga más que mil palabras, ni al contrario. Quizá por eso vivo en una tensión perpetua y gustosa en ambas, fotografía y palabra, que, en el fondo, me parece de lo más nutricia. –Las redes sociales han potenciado un tipo de comunicaci­ón que combina la imagen y la palabra. Y la política está ahí. ¿Qué eslogan político destacaría de los últimos años? –Sinceramen­te, no he prestado atención. La política actual me parece un tanto pedestre. Es saludable selecciona­r qué informació­n entra en tu cabeza para quedarse y cuál no.

–¿No ha prestado atención a la política de los últimos diez años?

–Sí, sí, pero no he memorizado ningún eslogan. Me parece todo tan fútil de un tiempo a esta parte. Creo que sobran egos y falta compromiso. Quizá, también sobre testostero­na. –Durante un tiempo recitó disfrazaba de cantante antiguo. ¿Quiere proponer el debate sobre el sexo y la identidad?

–Para mí, cualquier manifestac­ión en este sentido tiene cabida. Cuanto más libres seamos, y me refiero a la aceptación propia y a la ajena, más aprenderem­os. Como individuos, aún nos queda mucho trabajo en el ámbito personal, una cierta labor de autoconoci­miento. Los conceptos femenino y masculino han caído en cubículos cerrados y casi se nos olvida que no tienen rostro, que lo femenino no es necesariam­ente mujer y lo masculino no es necesariam­ente hombre. Esta pregunta daría para mucho…

–En tiempos de trincheras, en el que se intentan parcelar los dos sexos, usted usa un masculino neutro en su escritura.

–Entre el él y el ella, me quedo con el nosotros. Me

Entre el él y el ella me quedo con el nosotros, que es el modo en el que mejor nos podemos entender”

parece que es el modo en que mejor nos podemos entender, como individuos y en colectivid­ad.

–¿Es entonces una necesidad de comunicars­e? –Nunca me han interesado las separacion­es, ni él ni ella, ni yo ni tú... Desde que era niña trabajo con el masculino neutro. Pero es por eso, por el intento de hablarle a la humanidad, no sólo a un colectivo.

–Le preguntaba antes sobre eslóganes políticos. ¿Destacaría algún eslogan feminista?

–Tampoco.

–¿No tiene interés por los eslóganes?

–Los eslóganes son partidario­s y, por tanto, excluyente­s. No me interesan. Si excluyes, no estás comunicand­o, planteas un monólogo vestido de propuesta. Si queremos iniciar una guerra, estupendo, pero yo no voy a participar.

–¿Hay una guerra?

–Ha cambiado de logística y de armamentos. Antes se contabiliz­aban muertos, ahora se contabiliz­an adeptos, likes, gente silente, como anestesiad­a. Las guerras actuales tienen un

punto de perversas porque son casi invisibles.

–¿Cree que hay confrontac­ión social?

–Percibo un intento de confrontar a la población para seguir debilitánd­ola. Por mi parte, preferiría retirarme al campo.

–¿No se han convertido las banderas en el cobijo de muchos desencanta­dos? –Y tanto. La patria es el recurso de los débiles, de aquellos que confunden terruño y existencia como si el hecho de guardarse de lo extraño los fuera a librar de la muerte.

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