López Obrador y la táctica de la distracción
Cada cierto tiempo, muchos países sacan de su armario oscuro distracciones para esquivar problemas internos. El presidente mexicano Andrés López Obrador se ha colocado en su solapa el sello patriótico y solicita al rey Felipe VI que pida perdón al pueblo de México. Pedir responsabilidades colectivas y además retroactivas, es ridículo y absurdo. ¿Deben hacerlo los alemanes, por ejemplo, por el holocausto? ¿O Francia por la invasión napoleónica en España? Como es habitual, la izquierda española, con su falsa cultura y progresía, asume con ardor esta nefasta leyenda negra y la hispanofobia. No se puede pedir perdón por lo que pasó hace unos 500 años, porque eran los Austrias y no los Borbones los que reinaban y porque México fue el único responsable de la marginación que sufrieron los indios. Sería el país azteca el que tendría que sentirse orgullosa, porque España aportó infinidad de acciones en beneficio del pueblo como hospitales, monasterio, espiritualidad, Universidades, nuevas culturas, ganadería, técnica de confección, imprentas, navegación, conocimiento geográfico, técnicas industriales, sistemas financieros, ingeniería, alimentos… Tomo la palabra de Mario Vargas Llosa cuando dijo que la carta de López Obrador se equivocó de destinatario, debió mandarse la carta a él mismo y responderse. Alberto Álvarez (E-mail)