ESCALA HUMANA
ES posible que haya pasado desapercibido para muchos pero Escala humana ha sido una de las propuestas más estimulantes de cuantas nos ha regalado la televisión reciente. La arquitecta Núria Moliner ha ejercido de anfitriona durante trece entregas que han pasado volando y que nos han ayudado a comprender cómo dialoga el hombre con su entorno urbano. Pisando tierra, ejerciendo la divulgación sobre el terreno, ejemplificando cada una de las ref lexiones.
Ha sido hermoso escuchar a Isaki Lacuesta disertando sobre las relaciones entre el cine y la arquitectura, sobre la eficacia de las luces y las sombras en la construcción de cada encuadre. En Entre dos aguas, rodada casi siempre en exteriores la luz del sol, cambiante a cada rato, fue una de las que inter vinieron decisivamente en la composición de los rostros de los protagonistas.
En Por amor a dios fue el filósofo José Antonio Marina quien explicó la dimensión espiritual del ser humano y su necesidad de crear espacios donde conectarse con un ser superior. Escala humana nos acompañó a cementerios, a plantas de reciclaje, a jardines verticales, a edificios enterrados cuyas ventanas se asoman al cielo, a los mercados de barrio y al enorme potencial con que cuenta la tecnología 3D a la hora de crear nuevos espacios.
Todo ello cuidando el diseño de producción, la fotografía y el estilismo a la manera de un Página 2 dedicado a la arquitectura, gentileza del director, Jaume Clèries. Haciendo honor a su título, Escala humana nos ha aportado pistas para comprender mejor las relaciones del ser humano con el entorno, con un estilo elegante y nada empalagoso. Por supuesto que Escala humana es uno de esos valiosos espacios de la cadena pública que admite varios visionados puesto que detrás de cada imagen y de cada frase se esconden ideas nada banales.