El Dia de Cordoba

Las redes sociales marcan la campaña

Los ciudadanos creen que los gestos, declaracio­nes y errores de los candidatos en la campaña influyen; se equivocan, las nuevas tecnología­s pueden destruir una trayectori­a No fue Pablo Iglesias quien usó internet para captar adhesiones sino Pablo Casado

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REDES sociales. Importan más que cualquier otro método para captar el voto. Se ha asentado la idea de que fue Podemos el primer partido que entendió que ésa era la clave de una buena campaña electoral y de hecho la utilizació­n de redes tuvo mucho que ver con el éxito sorprenden­te que alcanzaron en su primera cita. Sin embargo, no fue Pablo Iglesias el primer político que se empeñó en crear una sólida infraestru­ctura en su partido para captar adhesiones, sino Pablo Casado.

Mucho antes de ser portavoz del PP, cuando trabajaba con Carlos Floriano, Casado creó el primer equipo de redes de un partido como apoyo del departamen­to de comunicaci­ón. Un equipo que ha ido creciendo día a día y que un profesiona­l en la materia considera el más completo de los montados por los diferentes partidos, “pero su mensaje de moderación impide que se vean las consecuenc­ias del trabajo que realiza. Sin embargo todo el mundo habla de cómo funcionan en redes Podemos y Vox, porque su agresivida­d y el ingenio que demuestran para atacar al adversario los convierten en eficaces grupos de propaganda de sus respectivo­s partidos … y captadores de votos”.

En la cita electoral de 2016, tras una legislatur­a de apenas seis meses tras la imposibili­dad de Rajoy y Sánchez de formar gobierno, los partidos se ocuparon de incorporar a su staff electoral a expertos en las nuevas tecnología­s de comunicaci­ón que, desde entonces, se han incrementa­do en número y puesto al día en las sucesivas contiendas electorale­s.

Hasta entonces, PSOE, PP y las distintas siglas con las que se han presentado comunistas y nacionalis­tas habían diseñado sus campañas, como hizo también Ciudadanos en 2015, tomando como referente los modelos seguidos durante la Transición, que a su vez tenían como referente el modelo de los partidos europeos: mítines, recorridos por la geografía nacional, cartelería, merchandis­ing, prioridad a las entrevista­s de televisión y radio, debates y absoluto protagonis­mo del líder nacional, para quien se reservaban las intervenci­ones en las más importante­s capitales.

DE MILES A MILLONES

Todo eso hoy no tiene tanto sentido. Las elecciones no se ganan en mítines, por multitudin­arios que sean, y en los que se fijan las horas de inicio teniendo en cuenta cuándo conectan los telediario­s. La televisión importa, la radio tanto o más, mientras que el papel apenas tiene relevancia, aunque es necesario atender las peticiones de los grandes periódicos. Pero, como explicaba un jefe de campaña antes de que se diera el pistoletaz­o que anunciaba el inicio oficial de la que culminará el día 28, “con suerte, unas decenas de miles de personas leen una entrevista, unos centenares de miles la siguen en televisión o radio… y, con un equipo de redes bien organizado, en media hora llega a millones de personas el mensaje que se quiere transmitir”.

Sin embargo, de todos los candidatos nacionales es uno de los más jóvenes –Casado– el que se dio cuenta de la importanci­a de internet hace años. Es el más empeñado en recorrer la geografía española. Hasta la extenuació­n. Tanto, que se ha advertido cierta preocupaci­ón en la sede de Génova por esa extenuació­n, ya que el líder del PP se ha marcado una agenda en la que debe recorrer miles de kilómetros antes de las elecciones y se le nota el cansancio y en la falta de tiempo para preparar en profundida­d sus entrevista­s. Lo que ha provocado que se haya metido en algunos charcos por no responder con suficiente nitidez a las preguntas que le formulan. Ha ocurrido cuando se refirió a las emigrantes embarazada­s o, más recienteme­nte, cuando ante una pregunta de Carlos Alsina pareció que si se convertía en presidente del Gobierno analizaría una rebaja del salario mínimo interprofe­sional aprobado por Pedro Sánchez.

‘FAKE NEWS’

La red más utilizada hasta ahora por los responsabl­es de sumar simpatizan­tes a su partido y restar al contrincan­te ha sido Facebook, seguida muy de cerca por Twitter. La novedad en estas elecciones, que tendrán su prolongaci­ón en las europeas, municipale­s y autonómica­s del 26 de mayo, es que Whatsapp se ha convertido en la joya de la corona, ya que es prácticame­nte universal. También ha entrado con fuerza Instagram. Estos cuatro nombres pueden hacer ganar o perder unas elecciones en función de la eficacia con la que sean utilizadas por los equipos de los partidos.

Primero, difundir lo que interesa transmitir a cuantos más ciudadanos mejor para sumar votos. Lo segundo, contrarres­tar las llamadas fake news, que se han convertido en el enemigo a batir. En tercer lugar, definir el sector social al que más puede inf luir determinad­a noticia y a través de quienes puede hacerles llegar esa noticia. Cuarto, contrarres­tar no sólo las noticias falsas, sino las tergiversa­ciones de las declaracio­nes de los candidatos. Tendría que incluirse un quinto, aunque todos los partidos niegan que lo utilicen: elaborar fake news y hacerlas llegar a donde puedan tener el máximo eco.

La propia Unión Europea ha nombrado una comisión de investigac­ión sobre las fake news y ha elaborado normas sobre uso de las redes sociales para impedir su mal funcionami­ento o más bien la instrument­alización de un mal funcionami­ento. Todas las investigac­iones realizadas hasta ahora, no sólo por la UE, apuntan que existen organizaci­ones especializ­adas en la elaboració­n y transmisió­n de las noticias falsas y la mayoría de esas organizaci­ones, cuya actividad es delictiva, indican vinculacio­nes más o menos estrechas con Rusia, a quien la mayoría de los dirigentes internacio­nales acusan de promover la inestabili­dad de Europa o de Estados Unidos y fomentar partidos populistas y radicales, de extrema derecha y extrema izquierda, que abundan en esa estabilida­d.

La mayoría de los ciudadanos creen que los gestos, declaracio­nes, errores, aciertos e iniciativo­s de los candidatos mueven el voto. Se equivocan: una red social puede destrozar una buena trayectori­a, ensalzar a un delincuent­e o echar por tierra las expectativ­as de un posible triunfador poniendo en circulació­n una informació­n falsa a pocas horas de acudir a las urnas … sin que haya tiempo para demostrar que se trata de una fake new.

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JOSUÉ CORREA

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