ALERTA ANTIFASCISTA
ELmundo
podemita reaccionó a los resultados electorales del 2-D declarando una alerta antifascista y convocando manifestaciones de rechazo a la irrupción de Vox (doce diputados de un total de 109, el quinto grupo con presencia en el Parla
mento andaluz). Con un éxito indescriptible de público: acudieron cuatro gatos y las protestas se apagaron en unas horas. Una alerta efímera, quizás por su irracionalidad patética. Se manifestaban contra la voluntad de los ciudadanos aún caliente en las urnas.
Cuatro meses después Unidas Podemos tiene tajo al respecto del antifascismo. Los escraches, insultos y acosos sufridos en los primeros días de campaña por candidatos del PP, Ciudadanos y Vox en Cataluña, País Vasco y otros lugares de España tienen un inequívoco sello fascista. Ya sé que quienes los organizan y quienes los cometen (independentistas, batasunos y otros radicales) lo hacen amparados en el antifascismo, pero alguien les tiene que decir que sus métodos son los propios del fascismo. Recuerdan demasiado al matonismo callejero de los años de la República - que entonces procedía de dos bandos- o los primeros tiempos de la Transición democrática, cuando la ultraderecha y los grupos parapoliciales aterrorizaban a los manifestantes demócratas. El sentido de su violencia es la misma de ahora: impedir por la fuerza que se expresen libremente ideas diferentes a las de los violentos. La esencia del totalitarismo: imponer el pensamiento único y violentar a los que discrepen. El eje del fascismo: una idea, una patria, un partido, un líder, una camisa.
Es una gran verdad que la democracia nunca está asegurada del todo y que hay que estar vigilantes frente a la amenaza de sus enemigos, que siempre acechan con uno u otro pretexto y con uno u otro disfraz. Ahora estos enemigos, pequeños, andan a golpes con los candidatos. Se precisa una alerta antifascista.
La violencia contra algunos candidatos electorales tiene un inequívoco sello fascista, aunque se disfrace