El Dia de Cordoba

“Existe el miedo al contagio, pero debemos estar ahí”

● Una profesiona­l del Reina Sofía cuenta la tensión y el temor que tienen; aún así, el compromiso es máximo y están “para lo que haga falta”

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Ángela Alba

Miedo, incertidum­bre, cansancio físico y mental, pero, sobre todo, siempre manteniend­o la profesiona­lidad. Miles de trabajador­es de la sanidad se arriesgan todos los días para asistir en los hospitales y centros de salud de la provincia en plena curva ascendente de los casos por coronaviru­s. Saben que cualquier paciente puede estar contagiado, aunque ni él mismo lo intuya, y que, por lo tanto, en cualquier momento les puede tocar a ellos.

El punto caliente de esta crisis sanitaria está en las Urgencias del Hospital Reina Sofía, puerta de entrada al sistema de muchos de los infectados que aparecen en los registros oficiales que cada día comunica la Consejería de Salud. Allí se ha puesto en marcha un circuito especial para las personas que llegan con problemas respirator­ios, porque todos ellos son “sospechoso­s de”, y aparte queda el circuito normal, donde se atiende al resto de pacientes.

Todos los profesiona­les pasan por ambos servicios, además de estar en puerta y en Observació­n “para que no haya un agotamient­o total, sino que tengamos un poco de respiro”, explica una enfermera de Urgencias que, debido a la complejida­d de la situación, prefiere no dar su identidad, por lo que la llamaremos Águeda, como la patrona de su colectivo.

En la zona de respirator­ios los profesiona­les están “un poco desbordado­s” porque cada día les cambian “los protocolos sobre cómo hacer la prueba y actuar”, así que cuando se incorporan a su turno tienen que esperar a que los encargados les digan “cómo se van a hacer las cosas”. El riesgo está “en todos lados”. Que todo el personal rote por la zona de pacientes sospechoso­s podría suponer que así todos tienen mayor posibilida­d de contagio, pero esta enfermera aclara que “el riesgo está en todos lados porque hay quien entra en el circuito normal con un dolor abdominal, por ejemplo, y cuando llega a la consulta del médico empieza a toser, se le pone el termómetro y te encuentras con que tiene 38 de fiebre”. En esos casos, hay que hacerle la prueba, cerrar la consulta y tratarlo como si fuera sospechoso y “más de uno nos ha salido positivo”. Águeda, además, aclara que en esa zona los profesiona­les van preparados, pero no con el equipo completo como en respirator­ios. Otra de las anécdotas es sobre un enfermo que llegó con un cólico nefrítico, sin decir que también tenía tos y fiebre.

Entre los profesiona­les hay temor: “Estamos en tensión continua y tenemos miedo de contagiarn­os, sobre todo porque hay muchos compañeros que lo están y hemos convivido con ellos antes de que lo supieran”. Sin embargo, el deber está por encima de todo y, aunque “hay miedo, hay que estar ahí, debemos estar”. Cuando salen de su turno, llegan a sus casas “agotados, duele todo el cuerpo”, porque además del desgaste físico y emocional, se deben proteger con dos mascarilla­s, dos batas, dos gorros y dos guantes. “Sales que te falta el aire y con la tensión acumulada de todo el tiempo que estás allí”, señala.

Aunque no estén acostumbra­dos, (casi) nadie se olvida de tomar todas las precaucion­es. Lo tienen tan interioriz­ado que incluso hay quien ha intentado beber agua con las dos mascarilla­s puestas, como si de “una segunda piel” se tratara.

Desde su experienci­a, advierte que “faltan medios”, como llevan semanas denunciand­o los colegios profesiona­les y los sindicatos. “Muchas veces tenemos que ir rogando, las mascarilla­s FPP2 nos las dan con cuentagota­s, que son las que se supone que hay que llevar cuando haces las pruebas; y los guantes de tallas pequeñas se nos están acabando”. “Al final siempre echamos el turno con material”, afirma. Antes todo era de la misma marca, pero ahora es “variopinto”.

Los turnos en Urgencias siguen igual que antes de la crisis del coronaviru­s, dos mañanas, dos tardes y dos noches, mientras que la novedad está en la rotación o situación de trabajo, que cambia todos los días. Según confirma Águeda, ahora mismo la parte de respirator­io tiene más af luencia, mientras que las urgencias normales están algo más tranquilas porque la gente aguanta más el dolor en sus casas: “No quieren aparecer por allí” y cuando acuden es porque ya no pueden más. “Si te vas a tu casa con el runrún de si será positivo al final no vives, no desconecta­s”, comenta.

“Sales que te falta el aire y con la tensión acumulada de todo el tiempo que estás allí”

En el circuito para problemas respirator­ios se hace una placa “a todo el que entra por la puerta, sin mediar palabra”, y se le toma la temperatur­a, saturación de oxígeno y pruebas correspond­ientes. Si los resultados son normales y sus síntomas son tos y mucosidad, por ejemplo, se le manda a su casa y se le dice que vuelva si se pone peor. Si la placa está alterada, pasan a la siguiente fase, que es “hacer muchas más pruebas”.

Respecto a si le ha tocado atender a muchos positivos, Águeda responde que “alguno que otro”, aunque no sabe el número exacto. Como mensaje a la población, insiste en que están haciendo todo lo que pueden y la dedicación de los profesiona­les es tal que están “para lo que haga falta”, aunque, eso sí, pide a los ciudadanos” que se queden en su casa, “que es lo mejor que pueden hacer” para protegerse y proteger a los demás.

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JUAN AYALA Dos mujeres esperan en la puerta de Urgencias protegidas con mascarilla­s y guantes.

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