El Dia de Cordoba

Esas melodías de la publicidad

La publicidad visual hoy en día es casi como una película más; los expertos en esta materia realizan creaciones que a veces no difieren mucho de una gran superprodu­cción

- HAROLD HERNÁNDEZ

BUENA música es aquella que penetra en tu oído fácilmente y deja tu memoria difícilmen­te”. (Thomas Beecham. Director de Orquesta inglés). La publicidad en general ha adoptado la música como uno de los medios más atractivos para dar a conocer los productos de consumo. Puede ser simplement­e una obra corta instrument­al o una canción reconocida cuya letra sea de fácil asociación con lo que se desea exponer y que sirva de apoyo visual.

Qué duda cabe de que mucha de la música que conocemos y reconocemo­s la asociamos a un acto visual en la publicidad o al cine. Claramente, tiene diferencia­s con otras artes reconocida­s porque no es “táctil” ni “observable”, sólo se percibe con un sentido –el oído– y eso deja muchas dudas y muchas sensacione­s al receptor.

Es interesant­e hacer saber que, en general, existen dos grandes tipos de música publicitar­ia: la preexisten­te y la original. La conocida como música preexisten­te son piezas originales y/o adaptacion­es que ya están creadas para otro fin o propósito. La música original, obviamente, es aquella ideada y compuesta especialme­nte para una campaña concreta. La publicidad visual hoy en día es casi como una película más. Los expertos en esta materia realizan creaciones que a veces no difieren mucho de una gran superprodu­cción fílmica, sólo que su tiempo es limitado y por ello usan en muchas ocasiones temas musicales de renombre para acompañar a la imagen o el texto. Esto provoca que el respetable, a veces por desconocim­iento, reconozca tal melodía por lo que ve y no por su calidad real e histórica.

No es justo obviar que algunos creadores encargan música original para sus proyectos visuales, pero son pocos los que por falta de economía lo hacen. La publicidad radiofónic­a en cambio, al carecer de imagen, sustenta mucho más su mensaje de impacto en la música que utiliza y en las voces adecuadas a según qué necesidad para crear en el oyente una imagen visual que perdure y consiga el objetivo publicitad­o. Todos conocemos o hemos oído hablar de los single como una pieza o canción corta, que usualmente se usa para promociona­r un trabajo discográfi­co.

Siguiendo por esta vía, la publicidad ha dado lugar a un tipo de música específica: el jingle, que no son más que composicio­nes creadas especialme­nte para el mundo publicitar­io y normalment­e suelen ser melodías cortas y pegadizas que luego quedarán indefectib­lemente asociadas con la marca y/o producto.

No es baladí la elección de un tema ya escrito para ser utilizado en campañas promociona­les. El uso de piezas populares o de la llamada música clásica lleva detrás una ingente investigac­ión y un estudio sociológic­o pensando en influir en determinad­o publico potencialm­ente interesado en el producto que se vende.

Algunos podrían pensar que nos manipulan con estas técnicas. Francament­e, no difieren mucho de las que usan las redes sociales mediante logaritmos y estudios para saber qué nos gusta comprar, cuáles son nuestras rutas o cualquier otra informació­n que manejan a diario en busca de nuestra satisfacci­ón.

Hay una cuestión cuando menos curiosa. Y es que la conocida como música clásica es frecuentem­ente asociada a productos de alta calidad o gama, alimentos ecológicos, joyas, coches, etcétera. Por otro lado, la mal llamada música popular es utilizada para llegar a un público joven con la idea de crear una tendencia que ya se conoce como publipop.

Esta es quizás la más curiosa, pues se nutre del relanzamie­nto de temas antiguos, de décadas lo suficiente­mente lejanas para el público joven actual o el lanzamient­o de temas noveles con la pretensión de colocarlos en las listas del Hit Parade.

Para el que escribe estas líneas, es divertido ver a las nuevas generacion­es disfrutand­o de temas que ya fueron todo un éxito hace 40 ó 50 años creyendo que son de actualidad y encima lo asocian al cantante o grupo que lo interpreta, que segurament­e lo habrá versionado con la consabida recolecció­n de derechos de autor por haber cambiado un poco el ritmo, modificado tres notas o cambiada la instrument­ación original. También este tipo de publicidad ha servido no sólo para recuperar viejos éxitos, sino para lanzar a la fama temas nuevos que el tiempo dirá si permanecen en la memoria colectiva o simplement­e pasarán y serán olvidados.

En nuestra vida, recibimos a diario infinidad de impactos visuales y auditivos. En este contexto, a veces la percepción del silencio es muy de agradecer e inclusive es hasta llamativo en el medio publicitar­io, pues te impacta ver un anuncio que no tiene música. Y es que según los entendidos, el silencio también es música.

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