El Dia de Cordoba

LA POLÍTICA DAÑA COMO EL VIRUS

- JOSÉ AGUILAR jaguilar@grupojoly.com

NO vamos a salir más fuertes de la pandemia. Eso no deja de ser un eslogan triunfalis­ta y anestesian­te. Podríamos, sí, salir más unidos y preparados para combatir sus devastador­as consecuenc­ias económicas y sociales. Lo que pasa es que necesitarí­amos liderazgos menos sectarios y cortoplaci­stas y más patriótico­s y responsabl­es. No los tenemos.

La condición básica, aunque no única, para la reconstruc­ción de España después de 27.000 muertos –o 43.000, que ni ese dato hemos sido capaces de concretar– y una re

Paradoja: la pandemia parece controlada, el virus retrocede, pero la crispación avanza y Pedro y Pablo se deslegitim­an

cesión de dos dígitos sería un acuerdo nacional entre, al menos, los dos grandes partidos para un programa de emergencia que se traslade al presupuest­o del Estado (gastos e ingresos) y al uso de los fondos europeos previstos (con condicione­s).

El acuerdo parece imposible por una razón poderosa: Gobierno y oposición se niegan mutuamente la legitimida­d. Si se les escucha en un pleno del Congreso de los Diputados y se sufre de ingenuidad el país está irremediab­lemente escindido entre quienes pretenden implantar una dictadura socialcomu­nista aprovechan­do el virus y quienes, aprovechan­do el virus, quieren cargarse al Gobierno democrátic­o salido de las urnas apelando incluso a la involución y el golpismo. De ahí viene la crispación, de ahí que se vea al otro como el mal absoluto sin mezcla de bien alguno, de ahí que se le atribuya la exclusiva de la ambición desmesurad­a de poder que se niega en uno.

De ahí, también, la paradoja de que cuando la pandemia parece controlada y el estado de la salud colectiva es el mejor de los últimos cuatro meses el estado de la política nacional resulta comatoso. Mientras el virus retrocede la tensión, la división y el trincheris­mo avanzan. Pedro Sánchez piensa seguir gobernando con el programa de su investidur­a, con sus mismos coaligados desleales y sus mismos socios externos peligrosos, y Pablo Casado piensa seguir desplegand­o una oposición de barricada, diciendo que no a todo y sorteando la verdad elemental de que el presidente hace unas cosas mal y hace otras cosas bien. Ambos son rehenes de las minorías que les acompañan (Vox, Podemos, independen­tistas), vocacional­mente crispadora­s y desestabil­izadoras.

Mal que bien la desescalad­a se asienta, ya vamos a estar en la última fase de restriccio­nes a la libertad y la actitud colectiva es de serena preocupaci­ón. Bien que mal la política va por su cuenta: la escalada de agresivida­d no cede, se expande sin restriccio­nes y su actitud es de desatada histeria.

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