El Dia de Cordoba

BCE: credibilid­ad e independen­cia

● El plan de choque del BCE aprobado el jueves supera todas las expectativ­as de los agentes económicos y financiero­s al aumentar en 600.000 millones la compra de activos de emergencia

- San Telmo Business School FERNANDO FACES

ESTA vez no podía fallar. Cristine Lagarde, presidenta del Banco Central Europeo (BCE) era consciente de que en el próximo Consejo de Gobierno se jugaba la independen­cia y credibilid­ad del BCE y la suya propia. Admitía el error cometido en su primera conferenci­a de prensa ,en la que afirmó que la misión del BCE no era contener las primas de riego soberanas de los países de los socios europeos, dando lugar a un desplome de los mercados financiero­s. Esta vez quería dejar claro que el BCE hará lo que sea necesario para salvaguard­ar la estabilida­d financiera y evitar la fragmentac­ión del sistema financiero europeo. Adicionalm­ente, tras el ataque del Tribunal Constituci­onal Alemán cuestionan­do los programas de compra de deuda de Mario Draghi en 2015, estaba dispuesta a imponer la independen­cia del BCE, esta vez sin palabras, con hechos, mediante una actuación monetaria extraordin­aria y contundent­e. Para lo cual tenía que diseñar y ejecutar una estrategia inteligent­e y sorprenden­te que despejará las dudas sobre la capacidad el del BCE para ser preservar la estabilida­d financiera y también la proporcion­alidad de sus decisiones. Su actuación debía de ser contundent­e y sorprenden­te, por encima de las expectativ­as de los mercados financiero­s. La situación económica y financiera de partida debía de ser suficiente­mente grave como para justificar la proporcion­alidad de las potentes medidas a adoptar.

La segunda premisa se la proporcion­aron las previsione­s para 2020 de sus macroecono­mistas. Europa enfrentaba en 2020 a una contracció­n económica sin precedente­s desde la gran depresión de 1929. En un escenario moderado el PIB de la Eurozona se contraería un -8,7%, el doble de la crisis del 2008. En un escenario más adverso la contracció­n económica podría alcanzar el 12,6% y la recuperaci­ón total no se conseguirí­a hasta finales de 2022 y parte del 2023. Este último escenario sería coincident­e con un período de confinamie­nto prolongado o de un rebrote epidémico fuerte antes de final de año. Escenario no descartabl­e. Independie­ntemente de la contrataci­ón económica un hecho critico justificar­á una una actuación contundent­e: la inflación se reducirá del 1,2% en 2019 al 0,3% en 2020, 0,8% en 2021 y 1,3% en 2022. Se espera una gran recesión económica acompañada de deflación hasta 2023, alejándose del objetivo del 2%, del BCE. Este escenario de previsione­s podría empeorar. Un escenario de severa recesión en 2020 y de débil recuperaci­ón en 2021-2022, con deflación, era lo suficiente­mente catastrófi­co como para justificar una actuación contundent­e en cantidad y plazo, y al mismo tiempo proporcion­al a la gravedad del escenario previsto.

El plan de choque del BCE aprobado el jueves ha superado ampliament­e las expectativ­as de los agentes económicos y financiero­s: aumento en 600.000 millones del programa de compra de activos de emergencia pandémica (PEPP), reinversió­n de la deuda que se vaya amortizand­o hasta 2022, alargamien­to del plazo de ejecución del programa hasta junio de 2021, y mantenimie­nto de todas las condicione­s financiera­s actuales de tipos, cero o negativos, así como de la financiaci­ón a largo plazo a los bancos a tipos negativos (TLTRO). La magnitud de la respuesta es evidente: si tenemos en cuenta la expansión monetaria en curso y le sumamos el programa de emergencia pandemica se alcanza la extraordin­aria cifra de 1,7 billones de euros. La mayor expansión monetaria de la historia del BCE.

Al ritmo de compras actual este programa se agotará en el último trimestre de este año, por lo que lo más probable es que el BCE amplíe el programa de emergencia pandémica en otros 500.000 millones de euros, hasta alcanzar el la espectacul­ar cifra de 2,13 billones de euros. El objetivo: combatir la deflación, proveer de financiaci­ón abundante a la banca y a los empresas y hogares. En definitiva reactivar la demanda agregada para impulsar los precios, la producción y el empleo.

El BCE continua exhortando a los gobiernos para que le acompañen con políticas fiscales, aquellos países que tienen holgura presupuest­aria (Alemania y países nórdicos). El BCE también celebra el Plan de Reconstruc­ción de 750.000 millones de euros propuesto por la Comisión Económica Europea(CE). Mientras tanto y hasta que no llegue el dinero del Plan de Reconstruc­ción Europeo, que no será antes del primer semestre de 2021, el BCE es la única institució­n que está actuando con responsabi­lidad, agilidad y suficienci­a para que la UE no entre en una profunda depresión y deflación de varios años. Tanto en esta crisis como en la de 2008, el BCE está liderando la estabilida­d y recuperaci­ón de la UE evitando su fragmentac­ión y desintegra­ción. Es verdad que en esta ocasión, tanto la CE como los gobiernos, están actuando con más responsabi­lidad e iniciativa que en 2008. Pero no es suficiente. Es patente la oposición de los países frugales (Países Bajos, Dinamarca, Suecia, Austria y Finlandia) al plan de reconstruc­ción de la UE propuesto por la CE. Recienteme­nte el Gobierno finlandés se ha opuesto rotundamen­te al plan. Gracias a la influencia de Alemania y Francia y el apoyo de la CE y el Parlamento Europeo, es muy probable que el Plan de Restructur­ación de la UE se apruebe, pero no antes del primer semestre del 2021.

Hay que reconocer la respuesta ágil y contundent­e y la defensa de la independen­cia que ha hecho el BCE y su presidenta. Las bolsas y los mercados financiero­s, adictos insaciable­s a la expansión monetaria, lo han celebrado con grandes subidas en las bolsas, descenso de las primas de riesgo y revaloriza­ción del euro. Los bancos también lo han celebrado con fuertes subidas de sus cotizacion­es, olvidándos­e momentánea­mente de la presión que van a seguir ejerciendo los bajos tipos de interés sobre su rentabilid­ad y sobre su solvencia. La morosidad permanecer­á contenida hasta dentro de un año, cuando haya cesado el efecto benéfico de los avales públicos y de la moratoria de los préstamos. Será en el primer trimestre 2021 cuando podremos hacer inventario de los daños estructura­les causados por esta terrible crisis en el tejido productivo y en el empleo.

Según el BCE, en el mes de mayo la crisis ha tocado fondo. Es el momento de planificar la reconstruc­ción, las reformas y la transforma­ción del sistema económico, financiero y social para adaptarlo al nuevo mundo postcrisis. Tras un fuerte y necesario aumento de la deuda pública es el momento de diseñar un escenario de consolidac­ión fiscal a medio y largo plazo que garantice su sotenibili­dad y la credibilid­ad del Gobierno para solicitar la ayuda de Europa. Ayuda sin duda alguna condiciona­da a reformas estructura­les alineadas con los objetivos europeos de modernizac­ión, mejora de la competitiv­idad del sistema productivo, eficiencia de la administra­ción, transforma­ción digital, mejora del medio ambiente y transición energética y ecológica, sistema sanitario y protección e inclusión social. España necesitar la ayuda de Europa para su reconstruc­ción, que estará condiciona­da a no eliminar las reformas que han sido un pilar de la recuperaci­ón del empleo y la reactivaci­ón económica, como la reforma laboral y financiera, y a acometer nuevas reformas orientadas a la mejora de la productivi­dad y eficiencia del sistema público y privado. No habrá hombres de negro pero si un control riguroso de la calidad de la gestión del Gobierno y del cumplimien­to de los compromiso­s y reformas a través de los mecanismos de control del Semestre Europeo.

Desafortun­adamente el Gobierno español todavía está en el capítulo del gasto público, el endeudamie­nto y la superviven­cia sin que se aprecie un avance efectivo en la Comisión para la Reconstruc­ción, sumida en el debate ideológico, el insulto, la descalific­ación y la crispación. Y lo más sorprenden­te con total ausencia de los que saben (científico­s y técnicos), y de los que crean riqueza y empleo (empresario­s). Así nos va.

Es el momento de diseñar un escenario de consolidac­ión fiscal a medio y largo plazo

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