El Dia de Cordoba

GERUNDIOS CON MASCARILLA

- MIKEL LEJARZA

DESPUÉS de haber visto los últimos episodios de la cuarta temporada de Fargo (donde la fórmula comenzaba a agotarse, según la experta opinión de ella ); de Patria (que muestra con crudeza el atronador silencio de muchos vascos ante ETA , según él ) ; y de Teherán (que a los dos les recordaba a Homeland) , aún les quedaba medio fin de semana y se les habían acabado los planes porque llovía y no hacía día ni para el deporte, ni para comer en terraza alguna. Entonces sonó el teléfono y una voz amiga les preguntó por cómo estaban. “Envejecien­do”, contestó él mientras ella regaba las plantas del piso en el que vivían. “Dios nos conserve el gerundio”, añadió la voz sabia y divertida del interlocut­or. Fue la típica conversaci­ón amable de quienes tenían poco que decirse, así que se despidiero­n con un abrazo virtual y continuaro­n enfrascado­s en el aburrimien­to de fin de semana de los adultos con vida ordenada e hijos ausentes.

Conservar los gerundios. Él se quedó con la frase y se preguntó por qué unos adverbios fracasados, utilizados mayormen

Los personajes que hacen lo que hay que hacer, en vez de aparentarl­o, sólo existen en las novelas de Pérez Reverte

te por quienes, como el Fray Gerundio de Campazas creado por el Padre Isla, pretendían aparentar un discurso del que carecían, los utilizaban tan asiduament­e. Muchos políticos, siempre dispuestos a aparentar ser más de lo que son, destacaban en esta práctica. Siempre estaban “haciendo”, pero al igual que la Sagrada Familia de Gaudí, el asunto en cuestión rara vez estaba “hecho”. Y es que los personajes que hacen lo que hay que hacer, en vez de aparentar que están en ello, sólo existen en las novelas de Pérez Reverte.

Los gerundios trasmiten acción, movimiento, energía. Por eso son propios de quienes hablan con lenguajes altisonant­es, engolados, barrocos y creen que es más importante elevar la voz que mejorar los argumentos. De quienes opinan que, ante la falta de un buen razonamien­to, siempre les queda la posibilida­d de aparentar decisión “gritando”. Son seres vacíos que van “haciendo”. Que crean “copiando”. Inventan “vendiendo”. Escuchan “oyendo”. Que creen aprender “memorizand­o”; que confunden liderar con estar “mandando” y lo peor de todo, que identifica­n construir con ir “ganando”. Los gerundios comunican actividad, sirven para decir que no estamos parados y quizás en ello estriba su principal atractivo, pero la clave está en elegir con acierto el infinitivo, concluyó él. Porque vivir es mucho más que estar “respirando”, que era en lo que se habían convertido los fines de semana desde que le habían puesto mascarilla a su alma.

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