ANTIPOLÍTICA
EL sábado pasado, el bello Pedro se subió al atril a decir entre otras cosas que “cada uno, en fin, debe ocupar el lugar que le corresponde, actuar con la máxima lealtad y con el máximo esfuerzo”, que “nos adentramos en consecuencia en una nueva modernización de nuestra economía, de nuestro país”, que “la recuperación vamos a conseguirla, eso está fuera de toda duda, vamos a conseguirla, pero a lo que aspiramos es ir a más allá [sic]” y que el virus tiene muchas caras, siendo la antipolítica una de ellas y muy peligrosa. Y no fue en cualquier atril, fue en eso que han venido a llamar el Davos español y que cierta prensa voceaba como un lugar donde las mejores mentes reflexionan sobre la respuesta a la pandemia; lo he estado mirando con atención y lo que he visto han sido varias decenas de próstatas inf lamadas empujando con mucho esfuerzo sus últimas gotas de urea concentrada en forma de pensamiento blando.
Excepto Rebelo de Sousa, que sí puso el dedo un poco en la llaga, los arribapensantes edificaron un rascacielos de perogrulladas, medias verdades, mentiras completas, hipocresías y excusatios non petitas –España es una democracia consolidada y plena, dijo el monarca–; esa clase de discurso blandengue que llevan décadas usando en este tipo de actos, cuyo único objetivo es lanzar embriones de titulares para que el plumilla de turno los aborte en letra impresa en rotativa y les lleguen a ustedes, bien mascaditos, a la hora del café.
De todo ese generoso caudal, vamos a poner atención en las maravillosas píldoras –redondas– de mercadotecnia envueltas en celofán que nos ofreció nuestro bello líder: cuando dice que cada uno debe ocupar su lugar y actuar con lealtad, advierte al parado que siga quieto y ponga la mano, al currito que doble el lomo hasta la extenuación, al autónomo que pague y calle, al rentista que no deje el vermú y admire su belleza, a todos, que le dejemos reinar, que ya nos gobierna Iván; lo de la nueva modernización lo conocemos bien en Andalucía, ya vamos por la vigesimoquinta; lo de dejar fuera de toda duda la recuperación es una llamada urgente al exilio de todo aquel que sepa leer entre líneas; lo de la antipolítica es verdad que es peligroso, y falso que sea una cara del virus.
Antipolítica hoy en España es cualquier cosa que venga de un dirigente político cualquiera, de esos que tienen tan sucio concepto de sus prácticas que cuando han enfangado un asunto, y ya es irreparable, exclaman con cara de no haber roto un plato en su vida que no hay que hacer política con tal cosa, cuando es exactamente lo que hay que hacer. Política es servicio, sacrificio y riesgo; antipolítica es ventaja, privilegio y seguridad. Antipolítica eres tú.