De vuelta a Córdoba
● La trashumancia sigue su ciclo y las merinas de Felipe Molina regresan tras el verano sorprendiendo a los vecinos de la capital
La trashumancia tanto viene como va. Cumplido un ciclo, las ovejas regresan a sus pastos de origen cada cierto tiempo. Y es lo que de nuevo han hecho las ovejas merinas de la ganadería Las Albaidas, pero en esta ocasión, en lugar de 1.500, han sido alrededor de 2.000 cabezas las que se han paseado por las calles de Córdoba y han vuelto a dejar una estampa bucólica en el entorno de la Calahorra.
De nuevo, Felipe Molina ha sido el encargado de dirigir a estos dos millares de cabezas de ganado –ovejas merinas– en su peregrinaje hasta una finca cerca de Rabanales. Fue el pasado 19 de julio cuando él, junto a sus ovejas, su padre y otra persona pusieron rumbo hacia la Campiña, en concreto, cerca de Guadalcázar, donde han pasado todos estos meses, haciendo además frente al coronavirus.
A muy primera hora de la mañana, casi de noche, han puesto rumbo hacia la capital y lo han hecho antes de lo previsto por el frío. “Hacía diez grados menos que ayer”, anota, al tiempo que señala que tenían previsto haber llegado al mediodía al entorno de La Calahorra, pero han llegado antes por la bajada de las temperaturas. En el camino, relata, “venían ovejas pariendo”.
Molina destaca que en este tiempo han tenido cierto temor a contraer el covid-19, del que afortunadamente se han salvado hasta la fecha. “Me preguntaba cómo lo haría si lo cogiera, porque vivo en el coche y no sabía quién podría mandar”, anota. A pesar de ello, reconoce que en todo este tiempo se han adaptado “para evitar la posible cuarentena” y también a los rigores del verano cordobés, no exento de unas más que elevadas temperaturas en los meses centrales. “El clima lo sobrellevamos”, apunta.
El ganadero, además, también ha aprovechado estos meses para llevar medio millar de ovejas más a esta zona de la Campiña cordobesa, que fueron trasladadas en camión. Además, lamenta la crisis que atraviesa el sector, más acuciada aún por la pandemia del SARS-CoV-2. “Todo el cordero se vende; el 90% al sector de la restauración y el 10% se consume de modo particular a través de las carnicerías y el mercado”, explica. Sin embargo, dada las limitaciones impuestas por la crisis sanitarias el canal Horeca no ha servido para poner a la venta la producción. “Es un desastre”, reconoce. Ahora, comienza otra etapa, quizá más tranquila hasta que de nuevo las ovejas de Las Albaidas pasen de nuevo por las vías pecuarias de Córdoba y entren en la capital para sorpresa de los viandantes.