“El antiguo ojo clínico del médico rural se está atrofiando”
–Antes ser médico de pueblo implicaba formar parte de las fuerzas vivas. Ahora, son profesionales casi siempre de paso. ¿Qué implica esa movilidad?
–Hace años, los médicos de pueblo aparecían en todas las alusiones como personajes influyentes. Muchos fueron alcaldes. En series como Crónicas de un pueblo, el médico aparecía junto al alcalde, el cura, el comandante de la Guardia Civil y el farmacéutico como las fuerzas vivas. Hoy no es así, la política acapara todo el poder. Es verdad que, en casos como el mío, que llevo tantos años conviviendo con mis pacientes-vecinos, mi opinión es tenida en cuenta. Depende del grado de implicación personal en la comunidad en la que ejerces y vives. La movilidad y el estar de paso en las zonas rurales implica falta de longitudinalidad (tiempo que un médico ejerce de forma continuada en la misma comunidad) y es una de las características de la medicina de familia en el entorno rural.
– ¿Cree que hace falta dar prestigio a la medicina rural, como a otros aspectos de la vida de los pueblos? Parece que las vocaciones están más marcadas por
Anatomía de Grey que por
Doctor en Alaska...
–A los pueblos y a sus gentes hay que darles prestigio, pero sobre todo darles vida en general: en el ámbito laboral, social, sanitario, educativo. Si no, la gente joven se va porque no quieren o no pueden quedarse. Siempre he defendido que los que nacen en los pueblos deberían tener facilidad de acceso para ocupar plazas públicas de esos pueblos o comarcas. Se implicarían más en todo de lo que de ellos dependa y pueda mejorar su comunidad. Los nuevos profesionales quieren estar donde tengan más oportunidades de desarrollarse. Si es la zona donde han nacido, mejor. Las nuevas vocaciones se ven atraídas por la Dr. HouseMedicine, hay mucha solicitud de pruebas complementarias y menos tiempo para escuchar: poca silla y miradas cara a cara. El antiguo ojo clínico de los médicos rurales se está atrofiando, pero creo que lo da también el empoderamiento de nuestra sociedad, de los pacientes en temas médicos, debido a la democratización del conocimiento gracias a la web.
– ¿Cuáles son los principales retos de la medicina rural en Andalucía para un profesional que la ejerce y defiende como concepto?
–El principal a corto plazo es encontrar médicos de familia que vengan a los pueblos a relevar a los que se jubilen. Los actuales son intercambiables de zonas rurales a urbanas, aunque el ejercicio de la medicina rural sí es diferente. Solemos ser más polivalentes, atendemos todas las edades en cualquier situación, incluidas emergencias, y casi siempre estamos solos y realizamos multitareas. Lo mismo atendemos un código infarto que limpiamos el vómito de un niño en consulta. Y atendemos a la vez consulta normal, urgencias, tareas administrativas, avisos domiciliarios y otras contingencias. Además, solemos tener una relación más cercana con los pacientes y un mayor compromiso con la comunidad donde vivimos y ejercemos. Soy médico de mis vecinos desde hace más de 30 años, pero quedamos pocos con esta característica.
–¿ La falta de médicos y el hecho de que los que hay prefieran las ciudades puede abocar a pequeños pueblos a la telemedicina y a tirar del doctor Google? –Podría ocurrir. Algunas zonas rurales de Australia, Canadá y EEUU ya son atendidas por vía telemática. La telemedicina puede ser una buena herramienta que ayude en núcleos dispersos, pero nunca sustituirá la relación directa del médico con su paciente. Con el doctor Google ya convivimos. Para mí es una ayuda más que un inconveniente: la gente le consulta, nos aportan los datos que nos pueden ser de interés para un diagnóstico diferencial, pero prevalece la opinión del médico de cabecera en quien confían.
– ¿Qué ha supuesto la pandemia para esos retos? –Ha generado una gran incertidumbre en general y en nosotros en el ámbito rural, que estamos más aislados, ha sido mayor. Nos ha ayudado el conocimiento previo de los pacientes, que ha hecho que la relación no se haya deteriorado por la falta de contacto presencial. Hemos seguido atendiendo lo que llegaba, por la gran accesibilidad que se tiene al médico, aunque al principio había muchas menos consultas. La queja más habitual ha sido la dificultad de acceso a citas telefónicas.
– Forma parte del Grupo de Trabajo de Medicina Rural de la Sociedad Española de Medicina de Familia y Comunitaria.
–Sí, pertenezco a los grupos de trabajo de medicina rural de la Samfyc, filial autonómica de la Semfyc, donde trabajamos para dar prestigio, visibilidad y voz a la medicina rural. También hay un grupo de médicos del ámbito rural que nos conocemos de las redes sociales y nos reunimos virtualmente. Estamos trabajando en definir los valores del médico rural, pero es un proyecto. Ahora estamos centrados en la pandemia.
–Es habitual de los congresos de medicina rural. ¿Hay un movimiento también por unir fuerzas en su ámbito?
–He estado en los cuatro que se han hecho: Ávila, Zaragoza, Cuenca y Logroño. En el primero había entre 10 y 20 personas, en el último se inscribieron más de 400 y mucha gente joven. Los impulsores lo han hecho muy bien y se vislumbra un renacer del prestigio de la medicina rural, como de todo lo rural en general, por el esfuerzo de muchos.
–Tiene un blog. ¿Qué papel juegan las nuevas tecnologías en la labor de un médico de pueblo, como a usted le gusta definirse?
–Mi blog ha facilitado que se me conozca como médico de Cañada Rosal, lo creé para comunicar algunas circunstancias e historias que ocurrían en la zona sanitaria donde trabajo, en el área sanitaria de Osuna, muy dispersa. Luego me fui introduciendo en redes sociales, que hicieron que el aislamiento profesional disminuyera y la puesta al día de conocimientos se incrementara, gracias a la interacción en esas redes sociales. Aconsejo a todos los médicos jóvenes que las utilicen, siempre con inteligencia, para acceder con facilidad al conocimiento médico actualizado.
Los nacidos en los pueblos deben tener facilidad para acceder a plazas en su zona. Se implicarían más”