El Dia de Cordoba

Muere Pedro Roso, profesor, ensayista y maestro de poetas cordobeses

● El catedrátic­o fue impulsor del Aula de Poesía en la Posada del Potro, que fue en los años 90 la escuela de los poetas cordobeses más punteros del panorama nacional

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Ángela Alba

El catedrátic­o, ensayista, crítico literario y, sobre todo, maestro de poetas Pedro Roso (Córdoba, 1953-2020) falleció ayer dejando tras de sí un legado ingente por su obra, pero también por la influencia que ha tenido en decenas de escritores. Entre 1989 y 1995 fue director de Cultura y Educación del Ayuntamien­to de Córdoba y, a través de ahí, impulsó el Aula de Poesía de la Posada del Potro, un punto de encuentro para los jóvenes escritores cordobeses.

El Aula de la Posada supuso un antes y un después en la creación poética cordobesa actual, sobre todo por el inf lujo que esta tuvo en toda una generación de autores que bebieron de las enseñanzas que Roso, catedrátic­o de Lengua y Literatura, desarrolló en ella. Eduardo García, José Luis Rey, José Daniel García, Jesús Aguado, Pablo García Casado, Antonio Luis Ginés y Federico Abad son algunos de los nombres de quienes comenzaron su carrera en el Potro bajo sus enseñanzas.

El Aula intercaló lecturas de algunos de los mejores poetas de aquel momento con talleres formativos que sirvieron de impulso para que muchos de los escritores más representa­tivos de la poesía cordobesa de la última década encontrará­n al autor que llevaban dentro y comenzaran a publicar en los cuadernill­os del Aula, conocidos como Pliegos de la Posada.

Con veintipoco­s años, García Casado se acercó por primera vez a la Posada del Potro, un espacio en el que Roso los invitaba “a ref lexionar sobre la literatura”.

“No había límites”, recuerda el autor de Las afueras; el hecho, el maestro los animaba a “leer todo lo posible” y no solo a los autores nacionales, sino también a los internacio­nales. Además, en los talleres de escritura que se celebraban en ese foro “conocimos grandes nombres y nos dimos cuenta de que podíamos dar el salto”, apunta.

Roso era “estricto” y “tenía una forma de querer muy particular” con la que se ganó el cariño y la admiración de todos sus alumnos y, en general, de todo el que lo conocía. Con el paso de los años, “el maestro, que era como tu segundo padre, se convierte en tu cómplice, en un interlocut­or”, resalta García Casado, para el que la pérdida de Roso ha supuesto un golpe “terrible”, sobre todo porque “no hemos tenido tiempo de despedirno­s”.

Esa estrecha relación y la admiración que sentían por él los que habían sido sus pupilos se hacía patente cuando quedaban aunque fuera a tomar un café. “Te sentabas y apagabas el móvil”, dice García Casado, porque en ese rato lo importante era la conversaci­ón, el compartir ideas y reflexione­s y absorber algo de la sabiduría del maestro.

Ensayista, crítico literario, antólogo y editor, Roso ha publicado estudios y artículos sobre literatura contemporá­nea, con especial atención a la poesía. Entre otros, destacan La otra sentimenta­lidad de Luis García Montero, La poesía de Fernando Merlo, Actualidad y vigencia del futurismo,

La enfermedad, la muerte, la poesía, El imperativo de una poética o La poesía de Pablo García Baena. Además, es autor de la colección de aforismos Figuracion­es y sospechas y del poemario Canciones y poemas de rarodeluna.

Precisamen­te este último libro iba a presentarl­o el pasado 20 de marzo junto a García Casado. Con esto, “cerraba el círculo” de acabar presentand­o una obra de su maestro. Sin embargo, no pudo ser por la declaració­n del estado de alarma por la pandemia del covid-19.

Además, en su etapa como técnico municipal, Pedro Roso fue uno de los encargados de elabo

Creó un modelo de gestión cultural en la ciudad que ha perdurado en el tiempo

rar el informe que hizo que el entorno de la Mezquita-Catedral de Córdoba fuera declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en diciembre de 1994.

También creó un modelo de gestión cultural en la ciudad que ha perdurado en el tiempo. De hecho, algunos de los programas que puso en marcha hace más de 20 años siguen funcionand­o hoy en día, aunque se les hayan introducid­o algunas variacione­s para adaptarse a los nuevos tiempos. “Inventó una manera de entender la cultura; la cultura como algo ciudadano, civil, de uso diario, lo que no quería decir que hubiera que bajar el nivel cultural, sino acercarla a los ciudadanos”, concluye García Casado.

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EL DÍA Pedro Roso, con su libro ‘Figuracion­es y sospechas’, en 2016.

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