El Dia de Cordoba

EL FACTOR DIFERENCIA­L

- LOURDES CHAPARRO lchaparro@eldiadecor­doba.com

EL Gobierno central declaró porque sí el estado de alarma en Madrid y Madrid deja abiertos los bares. En Cataluña, por su parte, no hay atisbo alguno de que se vaya a declarar un estado de alarma por la crisis del coronaviru­s, pero allí sí que cierran los bares. La Junta de Andalucía ha decidido cerrar la Universida­d de Granada, pero los bares no. Es el factor diferencia­l, que siempre pone en evidencia el poder.

Córdoba no puede presumir de tener una baja incidencia de covid, pero aquí se celebran los Patios y se ensalza que durante el puente hayan sido 100.000 las visitas que se registren, pero eso sí, sin aglomeraci­ones. En Los Califas se puede celebrar una corrida de toros también por el Día de la Hispanidad y reunir a 2.600 personas al aire libre, pero en El Arcángel sólo se pueden vender 800 localidade­s. Otro factor diferencia­l que muestra la incongruen­cia de toda la gestión de la pandemia y que nadie tiene claro nada.

Si se cierran los bares es porque es lo fácil. Si se clausuran las facultades, pero la enseñanza sigue de manera virtual en prevención de contagios, pues también es algo malo. Que en el AVE no

Es evidente que cualquier medida, cualquier restricció­n que se imponga, no va a ser de gusto para todos

te piden el salvocondu­cto al salir de Madrid o que eso de cumplir la distancia de seguridad entre asientos, pues nada, son causas puntuales, justo de ese viaje, pero no en el siguiente. Que de 500 casos se pasa a 200 y luego a 25, pues nada, criterios técnicos como respuesta o de nuevo el factor diferencia­l. Eso de que nunca llueve a gusto de todos ahora es mucho más que evidente, pero esto ya no es de recibo.

Sería de recibo que –y no me cansaré de pedirlo– que de una vez por todas se pongan una serie de medidas razonables, porque es más que evidente que o bien se están dejando ir las cosas, o bien aquí no hay quien sepa nada y sólo se está a golpe de titular y twitt para dejar claro que el que no corre, vuela –y bien lejos–, y encima sin mirar por el bien común, sino por el particular o el de los míos, es decir, el de unos pocos.

Es evidente que cualquier tipo de medida, cualquier restricció­n que se imponga no va a ser de gusto para todos. Hasta aquí bien, pero al menos que sean razonables, sensatas y congruente­s. No es mucho pedir, que la salud de todos es primordial, pero también contar con instruccio­nes conforme a derecho y realistas de una vez por todas.

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