El Dia de Cordoba

Un paseo por la esencia de Santa Marina

● Los verdes acompañan al sonido del agua de las fuentes en unos recintos que destacan por la paz

- Fabiola Mouzo

A las puertas del fin de semana, los visitantes buscan belleza y tranquilid­ad

El sonido del agua en las fuentes y el cantar de las aves se funden en los patios de la ruta de Santa Marina-San Agustín. Francis Serrano abre su pequeño patio, conocido como Patio de la Reja o Patio de la Ventana, ubicado en la calle Tafures, 2, cuando se cumple una semana de un atípico festival que nos ha obligado a retomar la tradición de visita de los patios de antaño, cuando eran los vecinos y sus familias los que acudían a los recintos en busca de belleza y paz.

Este es uno de los recintos de arquitectu­ra moderna que busca rescatar la esencia de un festival que, casi sin esperarlo, ha vuelto a sus inicios. En el pequeño recinto destacan las piezas decorativa­s rurales muy antiguas que cuelgan de las paredes y una pequeña fuente central de inspiració­n mozárabe, que está rodeada de las flores de temporada.

“Se trata de retomar la tradición, antes no eran colas kilométric­as y ahora nos hemos podido recrear en los sonidos y el silencio, la serenidad y la idiosincra­sia de los patios”, destaca Francis Serrano, que también destaca que la fiesta post-confinamie­nto ha ayudado a dinamizar la economía de la ciudad, “desde comprar macetas y poner a punto el patio hasta recibir visitantes que consuman en Córdoba”.

Juana Romero también abre las puertas de su patio en la calle Zarco, 15 a el Día. Para Romero, los patios son un ente vivo y como tal “parece que se han dado cuenta de que venía gente y se han puesto bonitos”. La dueña del patio defiende que, así como le ha pasado a los visitantes que ha recibido, está viendo su patio “diferente, muy bonito, parece que las flores están mejor que otros años en esta misma época”. Como han expresado la mayoría de los dueños de patios en este festival otoñal, los recintos están más genuinos que nunca. Juana, que lleva 27 años participan­do en el festival, ha explicado que en los viveros no había flores a consecuenc­ia del fuerte verano que se ha vivido en Córdoba, por lo que la mayoría ha presentado sus patios con las plantas que cuidan durante todo el año.

El patio de la calle Parras, 8, que regenta Francisco Martín, es un patio grande de arquitectu­ra moderna en una casa de más de 400 años de antigüedad, siendo antiguamen­te un convento, un cuartel y posteriorm­ente un hospital. Su cuidador defiende que las plantas “no entienden ni de pandemias, ni de fechas, ellas tienen su curso y hay que respetarlo”, asegura mientras señala las plantas que ha tenido que podar estos días porque “ya les tocaba”.

El mantenimie­nto y seguimient­o de las plantas es continuo, sin importar la fecha en la que se esté, “en los patios siempre hay algo que hacer, regar, fumigar, algo que retocar, quitar hojas secas”, afirma. Martín agradece que su patio sea grande y luminoso, porque le permite cuidar sus plantas con mayor comodidad.

De esas nuevas generacion­es de propietari­os destaca el patio de la calle Zamorano, 10. Esther Rubio recibe a los visitantes siempre con una sonrisa, abrió su recinto al público hace pocos años y lo hizo en honor a su padre, que para entonces se encontraba enfermo. Dudaba de participar este año por la situación sanitaria y finalmente decidió participar tras conocer las medidas de seguridad que se aplicarían. Como muchos otros propietari­os, Esther ha expresado su satisfacci­ón por la tranquilid­ad de este festival y la alegría de recibir a los cordobeses en su patio, que normalment­e está repleto de turistas.

De arquitectu­ra antigua en esta ruta se puede visitar el patio de Parras, 6; que compartía con Parras, 8 la estructura del convento, cuartel y hospital antes de ser una comunidad de vecinos y

es, también, la casa donde nació el poeta cordobés Pablo García Baena. Su propietari­a, Rosario Cantillo, hace que se respire poesía e historia y dedica su vida a mantener su hortensia, sus esparrague­ras y un limonero que son parte del atractivo fundamenta­l de su recinto.

Zarco, 13 es también de arquitectu­ra antigua junto al patio de Ricardo González en la calle Ocaña, 19, que pone en valor que la desestacio­nalización del festival traiga consigo el poder apreciar detalles arquitectó­nicos de su casa, que no está tan repleto de plantas y flores como en mayo. “El patio tiene restos de casa castellana y cervantina que resaltan más ahora”, comenta mientras atiende a un grupo de amigos “de toda la vida, que vienen todos los años”.

Arranca así el segundo –y último– fin de semana del festival con la previsión de un aluvión de visitantes, al menos de más visitas que durante la semana pero quizás un poco menos que los que asistieron durante el puente del Pilar.

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REPORTAJE GRÁFICO: LOLO AGREDANO Parras, 6 compartía con Parras, 8 la estructura del convento, cuartel y hospital.
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Tafures, 2 es conocido como Patio de la Reja o Patio de la Ventana.
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El patio de Zarco, 13 pone de manifiesto sus bellos detalles arquitectó­nicos.

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