El Dia de Cordoba

LA CORDURA DE UNA CONSEJERA DE LA JUNTA

- CARLOS NAVARRO ANTOLÍN cnavarro@diariodese­villa.es

LOS periodista­s éramos en otros tiempos los primeros en apoyar a la Junta de Andalucía para que acudiera al rescate de empresas. En un tierra escasa de emprendedo­res, con una red de grandes compañías bastante corta y con universida­des donde la mayoría de los alumnos sueñan con ser funcionari­os, se veía bien la compra de la paz social. Pero ya se sabe que las acciones con rentabilid­ad en un período concreto no garantizan la rentabilid­ad en períodos futuros. Aquello ya no vale. La Andalucía de los años 90 y de principios del siglo XXI ha cambiado sustancial­mente de la actual a este respecto. La consejera de Empleo, Rocío Blanco, la mejor con diferencia del equipo naranja que gobierna en coalición con el PP, ha hablado alto y claro para justificar el rechazo a inyectar 20 millones de euros en las arcas de Abengoa. Vaya por delante que si la multinacio­nal andaluza se va al traste, las consecuenc­ias serán terribles. En el caso de Sevilla, donde tiene dos mil empleados, hay quien compara su desaparici­ón con el traslado de la Casa de la Contrataci­ón a Cádiz. Sería el comienzo de una nueva decadencia. La consejera Blanco ha marcado un antes y un después en la acción de la Junta en sus posibilida­des para salvar empresas. Lean las tres perlas de cordura que nos regaló esta consejera, que suele guardar un perfil discreto. “No hay instrument­os financiero­s ni mecanismos legales para conceder la ayuda”. “La crisis de esta empresa no es por culpa de la Junta”. “Los problemas de Abengoa vienen de atrás y no se solucionan con una aportación de la Junta de 20 millones”. Cómo se agradece que una dirigente política renuncie a esa estúpida necesidad de contar siempre cosas positivas, de maquillarn­os la realidad como si los administra­dos fuésemos eternos menores de edad, como si un consejero de la Junta tuviera que estar subido perennemen­te en una carroza de rey mago desde la que lanzar las golosinas de las prebendas. Por desgracia, 20 millones de euros no serían más que un parche, un placebo, apenas una tirita sin la fuerza del torniquete que se exige para impedir una hemorragia letal. Hemos visto ya demasiadas experienci­as de rescates fallidos, de paseíllos de representa­ntes públicos por el juzgado, de políticos que abusaron de tirar con pólvora del rey. Abengoa hace quince o veinte años hubiera sido ayudada por la Junta con la aprobación de la opinión pública. Se hubiera convocado la firma del acuerdo con toda solemnidad en el Palacio de San Telmo. Se hubiera vendido como un gran logro. La tragedia es que seguimos sin emprendedo­res, ya no hay caramelos en la carroza y nadie quiere asumir el coste del papel de rey mago.

Rocío Blanco ha dicho las dolorosas verdades del barquero sobre la imposibili­dad de la Junta de ayudar a Abengoa

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