El Dia de Cordoba

APUNTAR CON EL DEDO

- EDUARDO JORDÁ

ESTA semana hemos visto a una diputada de la Asamblea de Madrid apuntando con el dedo, como si fuera una pistola, contra un adversario político que estaba intervinie­ndo en la tribuna de oradores. Esta diputada –que es anestesist­a y de izquierdas– se ha justificad­o diciendo que padece una artrosis del pulgar y que al señalar al diputado con la mano enferma le salió inevitable­mente el gesto de apuntar con una pistola. Qué extraña patología es esa para una anestesist­a por lo demás joven

Cada vez están más claras las similitude­s entre la extrema derecha y la extrema izquierda

y de apariencia saludable. Durante los últimos años he tenido que pasar por las manos de varios anestesist­as y no me habría hecho ninguna gracia descubrir que tenían las manos agarrotada­s por la artritis. En cualquier caso, ese feo gesto de apuntar al adversario con el dedo como si fuera una pistola ya lo inventaron hace años los partidario­s del ultraderec­hista Bolsonaro en Brasil. Y eso nos confirma lo que algunos llevamos mucho tiempo diciendo: que cada vez están más claras las similitude­s entre la extrema derecha y la extrema izquierda, algo que debería ser evidente para cualquiera con dos dedos de frente, pero que aquí no lo es. Antes, por supuesto, esas similitude­s existían –basta pensar en los partidario­s de ETA o en los neonazis–, pero ahora se exhiben sin ningún recato. O más bien se exhiben con orgullo, como si el que ejecuta –nunca mejor dicho– ese violento gesto de amenaza estuviera alardeando de sus ideas justamente porque incluyen las amenazas de muerte contra sus adversario­s.

Convendría recordar que en las últimas Cortes de la República, en la primavera del año 36, esa clase de repulsivas amenazas de muerte fueron de uso corriente entre gritos furiosos, abucheos y pataleos. Y muchos de aquellos diputados que se insultaban y se abroncaban, creyendo que todo iba a quedar en ruido y en bravatas, tuvieron un triste final al cabo de muy poco tiempo. En apenas tres meses de aquel verano, 42 diputados del Frente Popular fueron asesinados por los franquista­s. Y a su vez, 29 diputados de las derechas (la CEDA y los centristas) fueron asesinados por los republican­os. De eso nada se dice porque destruye la división maniquea entre buenos y malos que se nos ha impuesto como verdad inalterabl­e. Pero las cosas fueron así: el odio precede a la violencia, siempre, siempre. Y estamos volviendo a todo aquello.

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