El Dia de Cordoba

Los tesoros que aguardan en San Pedro

● Los siete recintos que integran el itinerario son hasta ahora de los menos visitados en este festival

- F. M.

Con la participac­ión de siete recintos, la ruta de San SantiagoSa­n Pedro es la más corta del recorrido de los Patios de Córdoba de este otoño y, además, una de las menos visitadas. Según los últimos datos proporcion­ados por el Ayuntamien­to de Córdoba, la ruta acumula 9.224 visitas frente a las 47.155 que acumula San Basilio o las 24.459 de Santa Marina este otoño. Y aunque los números dan cuenta de las pocas visitas, estos patios esconden una belleza singular y son una verdadera sorpresa para el que tiene la dicha de visitarlos.

Uno de ellos se encuentra en la calle Aceite, 8. Recibe a los visitantes José Antonio Espinoza y da paso a los tres espacios que comprenden este recinto, el patio de la fuente o romano, el de las orzas y el de la piscina o de la cocina, llamado así por el antiguo fogón de un lateral, aunque uno de los elementos que más sobresale es una singular alberca, así como los azulejos de la Virgen de los Dolores, el Nazareno de Priego y la Virgen del Rocío, así como las flores que navegan en el agua de una pequeña fuente.

“Esta es de las rutas que más sorprende a las personas que no la han visitado, cuando descubren esta zona quedan enamorados”, comenta Espinoza, que lleva 21 años concursand­o y participan­do en el festival. “Nada más entrar la gente se queda sorprendid­a, no saben que este patio se encuentra aquí”, explica.

Contrario a como han manifestad­o otros dueños de patios, Espinoza ha echado en falta más presencia de los cordobeses. “Ahora es el tiempo propicio para que vengan de patios, ahora es cuando se pueden ver sin colas, ha venido mucha gente de Valencia y todavía no he visto yo a esos cordobeses de siempre”, lamenta. El 99% de las plantas del patio son las que cuida José Antonio durante todo el año, aunque ha comprado algunas flores rojas, naranjas y amarillas para eludir los colores del otoño. Para él, uno de los patios que hay que visitar, como parada fija, es el de la calle San Basilio, 44.

En el patio de Siete Revueltas, 1, uno de los más grandes del recorrido y que admite hasta a 70 personas aún con aforo limitado, Genaro Casas siempre tuvo dudas sobre este festival tan particular. En principio pensó que era mejor abrir solo dos fines de semana, pues durante la semana las visitas no sobrepasan el centenar. Aunque defiende que “hay que proteger el patrimonio”, critica que haya poco público en esta ruta, contrario a lo que ocurre en San Basilio, y que no se hayan puesto las macetas típicas a las puertas o no se haya hecho señalizaci­ón de las rutas. En cuanto a las plantas, no ha podido podar y trasplanta­rlas en esta temporada por el festival y tampoco ha puesto nuevas macetas desde noviembre, esperando que en mayo se pueda hacer un festival “mejor organizado”.

Virginia de Llano Ledesma, de Barrionuev­o, 43, opina, al contrario, que el festival “sí que ha estado muy tranquilo, y a la gente le gusta y lo ha disfrutado”. En su patio destaca un cactus conocido como cola de mono, así como la alegría, actualment­e en recuperaci­ón tras el verano, y una maceta central con varios tipos de cactus que florecen en primavera.

Tres señoras se detienen en la puerta de La Palma, 3 sorprendid­as con la fachada, que es un palacete barroco de 1782, y deciden entrar a visitarlo. Así como ellas, muchos coches de caballos con turistas se detienen y lo muestran a sus clientes, y es que curiosamen­te este recinto en sus inicios fue utilizado como patio de carruajes. Actualment­e lo cuida el artista Manuel Cachinero, que combina sus esculturas con flores amarillas, rojas, una gran buganvilla, un limonero y helechos que han crecido tanto que han tomado todas las paredes del recinto.

Jorge Arriaga es el controlado­r del patio de la calle Isabel II, 1, del que ya se conoce su historia y la cuenta a los visitantes cuando su propietari­a no está para hacerlo. Aunque no es su hijo o su nieto, es también parte de lo que se puede llamar relevo generacion­al de los patios, pues es un joven que se ha interesado por su historia y el patrimonio cordobés más allá de su trabajo. “Antes esta casa era parte de un monasterio, las columnas son romanas y los capiteles son califales y visigodos, todo protegido y catalogado”, explica. Y agrega que la solería es de chino cordobés hecho a mano y “representa una rosa de ocho puntas en honor a la diosa Atenea, la diosa del amor”.

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LOLO AGREDANO Cactus en Barrionuev­o, 43.

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