El Dia de Cordoba

Los trapos sucios de la familia real belga

● El último capítulo del reconocimi­ento de Delphine Boel pone la guinda a una larga lista de escándalos

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Fátima Díaz

Polémicas de todo tipo han sacudido Bélgica, un país que muchos catalogaba­n de “reinado aburrido”, donde los muy conservado­res reyes Balduino y Fabiola en su día fueron “la imagen de la pareja perfecta” durante décadas. Pero, tras verse obligado a reconocer a una hija extramatri­monial, Alberto II parece un eslabón más de una cadena de escándalos que no cesa.

Hace dos años, no obstante, un libro titulado Question Royale ( Asuntos reales), un tomo de 300 páginas escrito por el periodista Frédéric Deborsu, exponía la supuesta homosexual­idad del rey Felipe de los belgas, las también infidelida­des múltiples de la reina emérita Paola y demás secretos familiares. Sobre la acusación del autor al rey Felipe, explica que “cuando tenía 39 años, el príncipe no se había casado y parecía tener un problema con las mujeres”. Deborsu agrega que el actual soberano había tenido durante 14 años una relación homosexual –desde los 21 años– con un amigo con quien incluso había convivido.

Según el libro, el rey Alberto presionó a su hijo para que se casara diciéndole: “Si no te casas, nunca serás rey”. Como Felipe deseaba ser rey, permitió que sus padres le organizara­n una boda de convenienc­ia con la dulce Matilde, hija de una familia de nobles cuya fortuna había caído en desgracia. Ella cumplía todos los requisitos de sus padres, pues por sus venas también corría sangre azul. “Fue un matrimonio forzado”, asegura el periodista, “Matilde accedió a casarse para salvar a sus padres de la ruina”. Prueba de ello es que entre ellos “no hay afinidad y Felipe continúa luchando con su identidad”. Al final, esta relación cumplió su objetivo y, tras contraer matrimonio en diciembre de 1999 en Bruselas, tuvieron cuatro hijos: la princesa heredera Isabel (de 18 años), y los príncipes Gabriel (16), Manuel (14) y Leonor (de 11).

El rey emérito Alberto, hermano menor del rey Balduino –de quien heredó la corona, porque éste no tuvo descendien­tes–, ha sido el último en reconocer un pasado nada idílico. Durante años se especuló con sus amoríos, sobre todo en los años 60, algo que él mismo acabó admitiendo. Más concretame­nte, reconoció una relación extramatri­onial con la baronesa Sybille de Selys Longchamps que se inició en 1967, cuando él todavía era príncipe de Lieja y que duró diez años. De ella nació Delphine Boel, una escultora que hace tan sólo unos días, con 52 años, acaba de ser reconocida como legítima princesa de Bélgica. Su foto con el rey Felipe en un encuentro oficial en el que afirman haberse conocido –si es verdad que no se habían visto antes– dio la vuelta al mundo el jueves.

La esposa de Alberto II, ahora reina emérita Paola, era la bella princesa italiana Paola Ruffo di Calabria a finales de los 50 cuando fue retratada por un paparazzi paseando por una playa de Italia con un hombre que se dijo era su amante. Paola fue de las primeras víctimas de los fotógrafos en la familia real belga; aquel rumor salió publicado en todo el mundo y puso en peligro su matrimonio con Alberto y, aunque siguieron juntos, le otorgó una terrible reputación en su país. Ahora se dice que la princesa engañó a su marido para vengarse, porque era un donjuán. La corte belga siempre encubrió a Alberto II sus aventuras, pues se conocía su gusto por las “mujeres de alterne” que lo metían en líos, como en Cannes, en 1998, donde una call girl a quien había regalado joyas de Cartier le robó la billetera mientras dormía.

Cuando murió el rey Balduino en 1993, su esposa, la española Fabiola de Mora y Aragón, se convirtió en reina madre. Al poco tiempo sus cuñados, Alberto y Paola, convertido­s en los nuevos reyes, cruelmente la sacaron del palacio real donde había vivido durante 30 años y la exiliaron a un viejo castillo en contra de su voluntad. Fabiola murió en 2015 dejando tras de sí una polémica con el reparto de la herencia. Varios de sus 37 sobrinos españoles de la española mostraron su malestar al conocer su testamento, del que no habían recibido nada a pesar de que Fabiola había asegurado que les ayudaría. Desde la casa real belga se decidió donarlo todo a una fundación que creó la propia española para ayudar a indigentes y a familias con necesidade­s económicas, una medida que solo generó más disputas entre los españoles y los belgas.

No obstante, si hay un miembro de la familia real belga a quien el escándalo le ha acompañado constantem­ente es al príncipe Laurent, apodado comúnmente como la ‘oveja negra de la familia’. Desde problemas por conducir muy rápido hasta corrupción. Su escándalo más sonado data de 2006, cuando se supo que el príncipe estaba desviando fondos de la armada belga para pagar la renovación de su casa de vacaciones. El príncipe admitió que sabía de dónde venían los fondos. No obstante, asegura que no creía que se tratara de algo fuera de lo común ya que su villa era propiedad del estado. En otra ocasión, el hermano del rey Felipe hizo pasar como gastos estatales los costes de sus vacaciones, facturas de los supermerca­dos y los gastos escolares de sus tres hijos. Laurent nació ya unido a la polémica pues de niño se dijo que no era hijo de Alberto II sino del romance de Paola con uno de sus numerosos amantes. En todas las familias cuecen habas, pero lo de la familia real belga es un sin parar.

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GTRES La familia real belga, al completo, en una foto de archivo.
 ?? HOLA ?? Boda de los reyes Felipe y Matilde.
HOLA Boda de los reyes Felipe y Matilde.

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