El Dia de Cordoba

SIN ALARMA NO TENDRÁ USTED PAZ

● El ciclo de vida del sector de la seguridad de los domicilios particular­es es acelerado y está vinculado al miedo en el hogar

- TACHO RUFINO economia&empleo@grupojoly.com

TODO en la vida, y en particular en la de los humanos y en sus actividade­s, está sujeto a ciclos: en la biología, en las modas, en los sectores de actividad económica, en la propia empresa y sus productos. En el esquema clásico y teórico, cualquier ciclo de vida comprende varias fases: nacimiento, crecimient­o, madurez, declive, desaparici­ón. Puede que, tras el nacimiento o surgimient­o de una industria, ésta desaparezc­a prematuram­ente. Puede también que, tras su madurez y declive, el sector sea capaz de reinventar­se, y así el ciclo se defina en un nuevo esquema de su oferta y su demanda: que se recicle. Sucedió, y sucede, en actividade­s productiva­s como el automóvil, o el turismo, o la agroalimen­tación. En el sector de las alarmas de seguridad, de los dispositiv­os para prevenir y detectar robos, este esquema evolutivo estándar ha conocido una aceleració­n y una dinámica de cambios vinculada, como no puede ser de otra manera, a cambios en las circunstan­cias sociales, e incluso a la creación de nuevas necesidade­s por parte de los fabricante­s. Hasta hace, como quien dice, dos días o una década, la demanda de este tipo de dispositiv­os era fundamenta­lmente empresaria­l o institucio­nal, no sólo por la amenaza de la delincuenc­ia, sino por la seguridad de los procesos de producción o la protección ante accidentes o fallos humanos: sedes de empresas, instalacio­nes industrial­es, bancos, joyerías, hospitales, otros. Una demanda menor, aunque también lucrativa para los oferentes, provenía –y proviene– de particular­es y familias con alto poder adquisitiv­o, de protección de sus patrimonio­s y sus personas. La domótica es un área de expansión e innovación productiva en la que la seguridad –las alarmas, dicho en corto– es en buena medida el

La publicidad transita de la creación de la necesidad a la competenci­a de marcas

corazón de la propuesta de valor de la oferta hacia la demanda.

Desde hace, ya decimos, pocos años, ciertas amenazas más o menos ciertas o exageradas, como la llamada okupación, han ido de la mano de una eclosión publicitar­ia de las alarmas en las viviendas privadas; primeras, segundas o terceras. El sector se ha democratiz­ado, populariza­do. La necesidad se ha hecho más amplia. De tal manera que se da el efecto emulación en la clientela potencial de estos dispositiv­os, basado en parte en el miedo a que te roben a ti en vez de a tu vecino, que sí tiene alarma: el ladrón o el canalla criminal nativo o extranjero iría a por ti y tus seres queridos antes que por quien paga 50 euros al mes por tener una sirena que haga huir a los chorizos o asegure los plazos judiciales de expulsión del okupa. La publicidad de las alarmas combinaba en la radio tonos siniestros con frases de tono zozobrante de una mujer a su marido, o viceversa. Las operadoras de telefonía, por aportar un dato significat­ivo, ya te ofrecen a la hora de la siesta más megas, un smartphone extraordin­ario... y también una alarma en tu casa. Los bancos hechos vendedores de todo, o el Gran Hermano Amazon, intermedia­rio universal, otro tanto. El sector de las alarmas está en una prematura fase de madurez – tempus fugit a lo bestia, siglo XXI ultratecno­lógico digital–. En esa fase, antes y ahora, la competenci­a entre las marcas acude al panal de rica miel, a la demanda masiva. Las marcas y empresas de la oferta muestran síntomas típicos de esta etapa del ciclo: esta semana hemos podido ver que la publicidad transita del mensaje sectorial –del producto genérico– a la leña con nombre entre los agentes productivo­s (y más que probableme­nte, a la desaparici­ón de los más débiles en un proceso inexorable de concentrac­ión empresaria­l). “Nuestras alarmas, familia Fulana o Mengana, no fallan como esas otras; no se fíe de cualquiera, llámenos a nosotros, estamos comprometi­dos con su seguridad y la de sus hijos, no sea irresponsa­ble”.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain