Rafael Ramírez Ponferrada aviva la Pasión con un pregón esperanzador
● Magdalena Rueda López se convierte en la primera mujer que recibe el premio Manolo Ramírez desde el año 1983
Era el segundo pregón que Rafael Ramírez Ponferrada ofrendaba a la Semana Santa de Lucena. El primero per vivirá, callado, en una intimidad indeseada por su autor. Y el definitivo alejó “el desánimo y el desaliento”, desde la Fe, la esperanza presente del por venir y la vocación cristiana, de una Pasión de Cristo pública y lucentina que existió, pervive y regresará. Un profesional sanitario, un perfil óptimo por pertinencia y gratitud, volvía a proclamar, en la víspera de la Entrada Triunfal a Jerusalén y desde el presbiterio de la iglesia parroquial de San Mateo, las virtudes perpetuas del orbe semanasantero lucentino que se impondrán a una pandemia de “luctuosa” y que continúa segando “muchas vidas”.
La razón cardinal del intervalo entre los domingos de Ramos y Resurrección, para este facultativo, reside en “el recuerdo de la figura de Dios hecho hombre y ajusticiado, en la mayor de las ignominias, por redimir nuestra imperfección humana”. Una entrega absoluta a los humanos de insuperable “generosidad”.
La robusta y prolongada amistad recíproca convertía en presentador a Juan Jiménez Sánchez, fundador y propietario de Videoluc T V, la televisión local que ha extraído las notorias dotes comunicativas del pregonero en programas como La Rebotica o El Mirador.
Entre los sones de la Sociedad Didáctico-Musical Banda de Música de Lucena, Rafael Ramírez Ponferrada, cordobés de nacimiento y lucentino por decidida convicción, pronunció un homenaje a la conjunción de religiosidad, cofradías y público expectante desde la pretensión capital de conservar la existencia del “espíritu de la Semana Santa lucentina”.
A través de diversas plataformas y medios de comunicación o, con aforo reducido, sentados en los bancos del templo de la Plaza Nueva, los lucentinos escucharon un relato de la “futura Semana Santa ya normalizada”.
Dos niñas, de dos y seis años, encomendadas a “la sinceridad y la bondad”, condujeron el itinerario por “el maravilloso fresco de la Semana Mayor lucentina”. El tributo devocional y consciente a la catequesis artística local se basó “en el sentimiento” de un apasionado, además, del flamenco y del ritmo vibrante del tambor.
La prosa, cuidada y culta, y el verso, atrayente y pedagógico, modelaron un pregón que culminaba con unas poesías que encadenaban la visión propia y sincera de la Semana Santa de Lucena.
En los prolegómenos de la oratoria central, la Agrupación de Cofradías de Lucena entregaba el Premio Cofrade Manolo Ramírez a Magdalena Rueda López. Desde la institución de este galardón, en 1983, ninguna mujer había recibido este reconocimiento, una anomalía que evidencia, aún este 2021, la presencia residual del sector femenino en los órganos rectores de las hermandades del municipio. Algún avance mínimo ha irrumpido en los últimos años. El progreso de mayor repercusión ocurría en 2019. Teresa Botella, al frente de la cofradía de la Humillación, se erigía como la primera hermana mayor en Lucena.
Magdalena Rueda se enroló en la junta de gobierno de la Santa Fe en 1986, corporación en la que ocupa el cargo de vicehermana mayor y, en tiempo sucesivos, participó como hermana fundadora en la creación de la Cofradía del Huerto. Actualmente, ejerce de vicesecretaria en la junta de gobierno de la Cofradía de la Aurora. Además, se ha desempeñado como pregonera de la Santa Fe, El Carmen, Rocío, Santa Teresa, Nuestro Padre Jesús y de la Semana Sana y ha realizado la Exaltación el Valle.