El Dia de Cordoba

Dani Olmo salva a España de otro revés en Georgia

El combinado nacional sigue sin convencer ●

- Roberto Morales (Efe)

Un derechazo de Dani Olmo en el minuto 92 evitó el segundo tropiezo consecutiv­o de España camino del Mundial de Qatar 2022 y le dio un triunfo repleto de sufrimient­o por 1-2 en Tiflis ante Georgia, con remontada agónica en la segunda parte ante un rival que, a base de casta, tuvo contra las cuerdas a la selección de Luis Enrique.

Abocada a unos problemas tan inesperado­s como reales, la selección española sintió cómo en Tiflis se le complicaba de golpe la clasificac­ión al próximo Mundial. De vapulear a Alemania para sentirse de nuevo candidata a todo a ser vulnerable ante seleccione­s varios escalones por debajo. Todo es posible en el fútbol.

Cambió Luis Enrique a siete de los once titulares ante Grecia, síntoma inequívoco de que al que menos le gustó lo que ocurrió en Granada fue a él. Debía encontrar soluciones a la posesión estéril y lo hizo apostando por extremos, Ferrán Torres y Bryan Gil pegados a las bandas, dando paso y responsabi­lidad a los más jóvenes.

Todo con Pedri asumiendo galones de forma natural. En meses ha pasado de crecer en la división de plata del fútbol español a ser titular en el Barcelona y ejercer liderazgo en la absoluta con 18 años. El poco peligro de España en el primer acto surgió de su visión y calidad entre líneas. A Ferrán le faltó eficacia en el desenlace.

En su zurda estuvo la oportunida­d de evitar el sufrimient­o que vendría con un latigazo raso que sacó con una buena mano Loria a los once minutos. España no gestionó bien las ganas de hacer olvidar el traspié ante Grecia. Sus dos primeras faltas fueron castigadas con amarillas, a Diego Llorente y Pedro Porro, que sufrió en su debut con el marcaje a un encarador nato como Kvaratskhe­lia.

El rugir de las gradas se echaba de menos y lo sintieron los futbolista­s españoles en cada intento de contragolp­e de los caucasiano­s. Su dibujo de partido estaba definido. Máxima intensidad defensiva y fútbol directo cada vez que pudieron correr. A España le faltó la firmeza de su última cita, el que definió Luis Enrique como el mejor partido defensivo de su carrera como técnico.

Fallaron las ayudas defensivas y los marcajes en acciones a balón parado. Así rozó el gol Georgia, que primero avisó y luego golpeó. Unai Simón salvó un testarazo abajo de Kashia, libre de marca en un saque de esquina. La ambición de una selección que ya derrotó a España en el último precedente se imponía.

No le falta voluntad a la Roja, pero sí continuida­d en una idea. Corrió más, aumentó el ritmo con balón, pero en la desesperac­ión de una posesión improducti­va acabó

cometiendo desajustes defensivos que costaron caros. Había empezado a abusar del juego al pie, sin encontrar el desborde esperado con Bryan por la izquierda ni el remate de Morata.

Sintiendo inestabili­dad por arrancadas de Lobzhanidz­e desde la derecha y la verticalid­ad de la estrella georgiana, Kvaratskhe­lia, que al borde del descanso castigó un despiste de Pedro Porro en la marca con un disparo cruzado imparable para Unai.

Si la obligación a ganar de España existía antes del inicio, al abismo que provocaba una derrota era mejor no asomarse. España demandaba un referente, con Sergio Ramos en el banquillo mascando la impotencia por una rodilla recién recuperada, y Luis Enrique acudía a Dani Olmo. La pésima primera parte de España dio paso a un juego con más fe.

Adelantó metros, pisó más el área rival e insistió hasta encontrar el premio del gol. La movilidad de Olmo dejó la banda izquierda libre a las subidas de Jordi Alba, un factor decisivo. Ambos se encontraro­n para un centro del lateral al que no llegaba Morata, pero sí, con todo, Ferrán para firmar el empate a los 55 minutos.

Se parapetó en su terreno Georgia, siempre intensa en cada balón, una selección que exige que al menos iguales su intensidad. Las fuerzas se rebajaron para lanzar más contragolp­es de peligro y se limitó a defender con firmeza cada intento español. Una continua lucha contra la impotencia. Centros laterales que no encontraba­n remates francos. Thiago intentó meter ritmo, Pedri apareció por todos los lados, la entrada de Marcos Llorente aumentó el físico y la de Oyarzabal la presencia en el área.

A base de saques de esquina lo intentaba España, con Morata sin puntería, y el descaro de Olmo tuvo el premio de la mala estirada de Loria. Su mano blanda al balón, que acabó mandando a la red y dando la victoria a la selección.

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ZURAB KURTSIKIDZ­E / EFE
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ZURAB KURTSIKIDZ­E / EFE Dani Olmo presiona al georgiano Beridze en un lance del encuentro.
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KURAB KURTZCHIKI­DZE / EFE El extremo gaditano Bryan Gil sufre la fuerte entrada de Kankava.

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