El baño de sangre de la junta militar no acalla las protestas en Birmania
● Los disparos indiscriminados de soldados y policías han dejado entre 90 y 113 fallecidos, seis menores entre ellos ● Vuelven a sucederse las manifestaciones, aunque menos multitudinarias
Gaspar Ruiz-Canela (Efe) Birmania (Myanmar) se levantó ayer de luto, un día después de la peor represión desde el golpe de Estado, aunque eso no impidió que muchos volvieran a salir a protestar contra los militares que tomaron el poder el pasado 1 de febrero.
El recuento de muertos el sábado oscila entre los 90 y los 113 debido a los disparos de los soldados y la Policía, que se ensañaron contra los manifestantes con una violencia indiscriminada en la que asesinaron al menos a seis menores de entre 10 y 16 años.
El número de muertos total desde el golpe supera los 460 en un ambiente de terror en el que los uniformados disparan y torturan a civiles desarmados a diario.
No obstante, los birmanos volvieron a protestar ayer, aunque en marchas menos multitudinarias que la víspera, en ciudades como Rangún, Monywa, Myinchan, Magway y Hapakant, situadas en diferentes regiones y estados del país, según informaron los medios locales y grupos de activistas en las redes sociales.
En Monywa, las fuerzas de seguridad mataron a un hombre no identificado y a una enfermera de 21 años que recibió un disparo en la cabeza cuando estaba atendiendo a heridos por las balas de los uniformados, indicó el medio Myanmar Now.
Además, al menos dos personas resultaron heridas debido a una granada lanzada supuestamente por las fuerzas de seguridad en Rangún, la mayor ciudad del país, según el grupo disidente Myanmar Spring Revolution.
En uno de los actos más macabros de la represión, los soldados dispararon el sábado por la noche contra un hombre de 40 años en la localidad de Aungmyaythazan, en la región de Mandalay, y lo tiraron a unas barricadas en llamas, donde murió a causa del fuego, según indicaron testigos a Myanmar Now. Debido a los disparos de los soldados, ningún vecino pudo salir a socorrer a la víctima, Aye Ko, que estaba casado y tenía cuatro hijos.
La junta militar ha cerrado medios y persigue a los periodistas, por lo que la cobertura de las protestas y la represión depende de reporteros que viven en la clandestinidad y testigos que graban y fotografían lo que ocurre en la calle con sus móviles.
Tras la violencia del sábado, los máximos jefes de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y otros once países condenaron a los militares birmanos, que masacraron a los manifestantes mientras celebraban el Día de las Fuerzas Armadas con un desfile y una cena de gala.
La nota, difundida por el Pentágono y firmada por comandantes militares de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Países Bajos, Japón, Corea del Sur y Australia, entre otros, critica el uso de fuerza letal contra civiles desarmados y afirma que el Ejército birmano ha perdido la “credibilidad”.
Se trata de un comunicado muy poco habitual por parte de los jefes militares de esos países, que suelen dejar este tipo de pronunciamientos en manos de los diplomáticos y titulares de la cartera de Exteriores.