El asesinato de una policía cerca de París lleva a Francia a revivir su trauma islamista
A. Torres del Cerro (Efe)
El asesinato ayer de una policía de una puñalada en el cuello asestada por un hombre tunecino llevó a Francia a revivir el trauma del terrorismo islamista, mientras el país sigue inmerso en el combate a la crisis sanitaria.
La muerte de la agente, de 49 años, de la que sólo se divulgó su nombre de pila, Stéphanie, madre de dos hijos y destinada a tareas administrativas en la comisaría de Rambouillet, conmocionó a un país habituado a los atentados islamistas. Desde 2012, son 269 las víctimas mortales de este tipo de ataques.
“La nación está junto a su familia, sus compañeros y con las fuerzas del orden. En nuestro combate al terrorismo islamista no cederemos un milímetro”, afirmó el presidente de Francia, Emmanuel Macron, en un mensaje de Twitter.
Horas después del suceso, la Policía francesa informó de la detención de tres personas relacionadas con el individuo tunecino que perpetró el atentado, cuyas identidades no fueron falicitadas.
La Fiscalía antiterrorista investiga los hechos sucedidos en Rambouillet como un posible ataque de motivaciones islamistas. Según el fiscal nacional antiterrorista, Jean-François Ricard, los indicios más claros son “la modalidad del crimen, el tipo de víctima y las declaraciones del autor en el momento de los hechos”.
El autor del ataque, quien murió poco después por los disparos de otros agentes policiales, tenía 36 años y trabajaba como repartidor. Había entrado irregularmente en Francia en 2009 y legalizado su situación diez años más tarde.
Según algunos medios locales, el agresor realizó su ataque con un cuchillo de cocina y gritó “Alá es Grande” en el momento de la cuchillada, una fórmula muy utilizada por los yihadistas.